30 abr 2012

Por favor, ¿podrían #dejarmedesconectar?

Con el avance de Internet se multiplican las voces que alertan sobre efectos nocivos en el cerebro En el bando opuesto, algunos expertos denuncian tecnofobia y hostilidad al progreso.


 La vida laboral complica la intención de quien quiere desconectar. / Samuel Sánchez 
El mundo de los gurús de Internet empieza a parecerse al de los profetas de la dietética, que el lunes aconsejan no probar jamás el aceite de oliva y el sábado beber una garrafa diaria para llegar a los 100 años. La trayectoria de Sherry Turkle representa estos volantazos. Fue una de las grandes visionarias de las redes sociales y hoy recomienda alejarse de las pantallas. Lo único que no ha cambiado es que, emita una opinión o la contraria, siempre es recibida con vítores. Para eso es toda una gurú.

 En los años noventa, Turkle, psicóloga del Massachusetts Institute of Technology, defendía los juegos online y los chats porque permitían romper el aislamiento, probar roles y conocer a gente con intereses comunes. Ahora, en una reciente entrevista con este diario, proponía enfriar nuestras relaciones con las tecnologías de la comunicación para evitar distorsiones afectivas. “Nos sentimos solos, pero nos asusta la intimidad”, razonaba. “Estamos conectados constantemente. Nos da la sensación de estar en compañía sin tener que someternos a las exigencias de la amistad, pero lo cierto es que pese a nuestro miedo a estar solos, sobre todo alimentamos relaciones que podemos controlar, las digitales”.
Lo que explica el cambio de parecer es que Turkle esperaba que las habilidades adquiridas en la web se aplicaran en la calle; y sin embargo, a su entender, la gente que hace 15 años vivía encerrada continúa psicológicamente enclaustrada, mientras que quienes tenían relaciones normales viven crecientemente encadenados a un smartphone. Turkle opina que la hiperconexión supone sumergirse en una ficción distorsionadora: sus devotos no solo creen que están acompañados mientras van aislándose, sino que, además, cuando piensan que producen, lo que hacen es perder el tiempo con tuits y emails prescindibles. Ahora, a la psicóloga no se le caen los anillos al plantear que en su primer diagnóstico pecó de optimismo: “Me equivoqué”, dice. Reconocerlo está muy bien (lo hacen hasta los reyes), pero plantea un debate sobre la finura de su nueva teoría. ¿La conexión total aporta más de lo que nos quita?
La pregunta se lleva repitiendo con diferentes matices en los últimos años. ¿Google nos hace estúpidos?, se interrogó Nicholas Carr en 2008, lanzando por primera vez el debate de forma seria. En concreto, lo que Carr planteaba es que con el uso de Internet dejamos de entrenar ciertas facultades (concentración, retentiva) para convertirnos en multitareas de tendencias superficiales. Le respondió Nick Bilton (además de tecnogurú, el diseñador arrepentido de la primera muñeca de Britney Spears) con su libro Vivo en el futuro y esto es lo que veo. Y lo que Bilton ve es un campo fértil para nuestros cerebros, además de que a lo largo de la Historia han abundado las reacciones hostiles al cambio tecnológico. Para ilustrarlo, dirige a la portada de The New York Times, donde trabaja, correspondiente al día de la invención del teléfono, cuando el periódico anunció que ya nadie volvería a salir de su casa.

Cuando se inventó el teléfono se pensó que nadie saldría más de casa
Así planteada, esta parece una nueva entrega de la eterna disputa entre innovadores y tradicionalistas, luditas y futuristas, los apocalípticos y los integrados, en la terminología con la que Umberto Eco clasificaba a los intelectuales según su receptividad a los avances de la sociedad de masas. ¿Pero con qué evidencias cuenta cada bando para defender su postura?
Deric Bownds, profesor de Biología Molecular y Zoología al que varios de los gurús citados en este artículo fijan como referencia, explica por correo electrónico que aún no hay pruebas concluyentes de nada. “Parece muy improbable que el cerebro de un adulto cambie permanentemente por el uso de Internet”, asegura. Según Bownds, los cambios son reversibles “como el incremento del área del córtex asociada a los dedos cuando se estudia piano”. Sin embargo, respecto al cerebro en desarrollo de los niños es otro cantar: si antes de los 10 años son educados para adquirir ciertas habilidades, puede que las conexiones neuronales se organicen de una forma definitiva.

"Parece improbable que un cerebro adulto cambie por Internet", dice Bownds
Estos argumentos de nuevo dan pábulo a dos interpretaciones: la catastrofista y la optimista. La primera entiende que los posibles cambios en el cerebro de los nativos digitales contribuirán a diseñar un mundo de sociópatas hiperactivos; la segunda, que los cerebros de los niños sabrán amueblarse para que Internet no los vuelva oligofrénicos.
En el bando de los que exigen prudencia al usar Internet, Turkle se preocupa especialmente por los aspectos emocionales de la transformación, planteando que los usuarios extremos de la Red empiezan a recurrir a ella para experimentar sentimientos en lugar de para comunicarlos, y que desechan la complejidad de las relaciones para quedarse solo con las risas y lo superficial. Son muchos más los autores que ponen el acento en la pérdida intelectual que puede suponer el recurso incontrolable a la Red. Su discurso parte de la idea de que la atención es un recurso limitado. Según el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, el cerebro humano procesa 173.000 millones de bits de información en su vida, cuando una conversación genera ya 120 por segundo. Si lo llenas de porquería, se gripa. La multitarea es el otro hombre del saco: la consultora Linda Stone, que acuñó el concepto de apnea del email para describir la suspensión de la respiración motivada por la ansiedad que produce revisar el correo, mantiene que el 30% de los menores de 45 encuentra cada vez más difícil concentrarse. Sus estudios contemplan que cada trabajador en EE UU tiene ocho ventanas abiertas simultáneamente en la pantalla y saltan de una a otra cada 20 segundos. Reponerse de estas interrupciones conlleva un tercio de la jornada laboral. Está de acuerdo con ella David Meyer, que investiga cómo se malgastan recursos al hacer demasiadas cosas al mismo tiempo. Meyer asegura que “el mundo vive una crisis de atención que va a peor”. Para él se trata de “una plaga cognitiva que tiene el potencial de borrar la concentración y el pensamiento productivo de una generación”.

Los cazatendencias creen que desertar de Uwitter será tendencia
Una de las soluciones más populares planteadas para taponar esta filtración de recursos personales y colectivos la plantea Clay Johnson, no solo una figura influyente en Internet, sino también en la Casa Blanca en su papel de asesor en asuntos como la transparencia gubernamental en la Red. Johnson promueve una vida informativa más centrada abandonando la información basura. La iniciativa pasa por la disciplina y también por trillar entre las fuentes interesantes y las fútiles (mediante el uso de software pero, sobre todo, de sentido crítico y disciplina).
Johnson cuenta con que parte del esfuerzo tiene que ser compartido, como ocurre con cualquier adicción o hábito nocivo. Así, dentro de lo razonable, conviene que los allegados también se alejen del mal para no recaer. Sin embargo, cada día resulta más difícil establecer un cordón sanitario: la tecnología ha invadido demasiados ámbitos. Si alguien no entra en Facebook no se entera de los cumpleaños de sus amigos, si no está en Twitter ignora de qué hablan, y si no usa la aplicación de mensajería Whatsapp ya nadie lo contacta. Con la vida laboral la cosa se complica aún más, poniendo de relieve que lo que es bueno para el trabajo no siempre lo es para el trabajador. Por eso, si los colegas envían constantemente emails, dejar de leerlos para sentirse más sano informativamente puede significar el suicidio profesional.

Jonah Lehrer es un defensor de dejar espacio a la cabeza para que divague
Alguien que se desenchufa los fines de semana por sistema es Nacho Palou, del blog Microsiervos, un hiperconectado por definición. “No fue una decisión meditada, simplemente empecé a hacerlo así”, cuenta. Lo motivaron una suma de factores: “Mantener cierto orden, desarrollar actividades o hobbies offline, necesidad de desconectar y, sobre todo, cuestiones personales y de vida familiar”.
Abundan las opiniones de que la adicción tecnológica es otra prueba de la incapacidad humana para estar en soledad. La Red crea la posibilidad (ficticia o real, según la óptica del intérprete) de tener compañía perpetua. El reverso es que eso implica menos tiempo para reflexionar. Y si a eso se le añade la legítima voluntad de no aburrirse, la posibilidad de que en nuestros cerebros pase algo imprevisto se diluye. Con el teléfono se puede matar el aburrimiento en la parada de autobús consultando el correo, leyendo las noticias o desintegrando marcianitos pero, si se eliminan los tiempos muertos, el cerebro ni vuela ni se encienden las bombillas apagadas. Jonah Lehrer, otro de los gurús del asunto, encabeza a los defensores de dejar espacio a la cabeza para que divague.
A pesar de estas visiones apocalípticas no abundan los casos de gente que reduzca su actividad en Internet debido a que perciba que está comenzando a pasarle factura. Es cierto que los cazatendencias apuntan que la próxima temporada será la de los Twitter quitters (los desertores de Twitter), pero de momento las motivaciones de quienes han ido dando el paso parecen distintas del bienestar cerebral. Los casos más sonados de apóstatas son famosos espantados por los trazos que dejan sus meteduras de pata. Ahí están el músico Andrés Calamaro (inolvidable su despedida de Twitter: “140 caracteres pueden metérselos profundo en el medio del ojete”) y, el mes pasado, el actor Ashton Kutcher, caído del caballo del microblogging después de que le pillaran hablando sin conocimiento de causa sobre las injusticias sufridas por un entrenador de fútbol americano pedófilo.
De momento, sin investigaciones neuronales concluyentes, ante las riñas de las ciberdivas parece que solo cabe actuar como ante las de los dietistas. ¿De verdad es bueno desayunar con vino? ¿Prescindo del pescado azul? Vaya usted a saber pero, ante la ausencia de certezas, coma lo que le apetezca. Eso, aplicándose el latiguillo inevitable: siempre con moderación.
En esta línea de pensamiento, Bownds remite a un artículo del científico y lingüista Steven Pinker para ilustrar la posición que le parece más razonable sobre el asunto. Pinker, un acerado defensor de las posibilidades de la web para generar conocimiento, plantea que la solución no es tanto lamentarse de la tecnología como dominar sus aspectos negativos mediante la educación y el autocontrol, igual que sucede con el resto de tentaciones. Pero para no dejar lugar a la duda, Pinker avisa: “Si lo que usted busca es profundidad intelectual, no recurra a un Powerpoint o a Google”.

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29 abr 2012

Las raíces del ateísmo

  • * Un estudio relaciona la falta de fe con el pensamiento analítico
  • * La investigación se llevó a cabo con 650 personas en EEUU y Canadá

  'El pensador', de Auguste Rodin.   
Millones de personas siguen creyendo fervorosamente en un Dios, o dioses, pero muchas otras consideran que la fe religiosa es una superstición arcaica que la humanidad debería superar. Pero, ¿por qué unos creen y otros no? ¿Cuál es la clave que explica la tendencia a aceptar o rechazar la idea de Dios? Un estudio recién publicado por la revista Science ofrece nuevas respuestas a estas preguntas.
Según los autores del trabajo, realizado en la Universidad de Columbia, la raíz del ateísmo es el pensamiento analítico, que contribuye a que disminuyan las creencias religiosas entre quienes las tienen, y confirma el escepticismo de los no creyentes.
"Nuestro objetivo para este estudio fue explorar la cuestión fundamental de por qué las personas creen en un dios en grados diferentes", explicó el autor principal Will Gervais, un estudiante doctorado en el Departamento de Psicología de esa universidad.
"Una combinación de factores complejos influye en materia de espiritualidad personal y nuestras conclusiones señalan que el sistema cognitivo relacionado con los pensamientos analíticos es un factor que puede influir en la pérdida de fe", añadió.

Inducciones experimentales

Para estimular el pensamiento analítico, los investigadores usaron tareas para la solución de problemas y sutiles inducciones experimentales, incluida la imagen de la escultura 'El pensador', de August Rodin, o pidiéndoles que completaran cuestionarios impresos con tipos de letra difíciles de leer.
El equipo de Gervais, que evaluó los niveles de creencia de los participantes con una variedad de medidas, encontró que las creencias religiosas disminuían cuando los participantes estaban ocupados con tareas analíticas, y en comparación con los participantes que estaban ocupados con tareas que no requerían un pensamiento analítico.
Las conclusiones, añadió Gervais, se sustentan en un modelo de psicología humana que se ha usado por mucho tiempo y que se refiere a dos sistemas cognitivos, distintos pero vinculados, en el proceso de información.
Uno de ellos es el sistema intuitivo que opera sobre circuitos mentales que producen respuestas rápidas y eficientes. El otro es un sistema más analítico que toma más tiempo para llegar a respuestas razonadas.

Razonamiento 'versus' intuición

"Nuestro estudio continúa la senda de otras investigaciones anteriores que han vinculado las creencias religiosas con el pensamiento intuitivo", dijo Ara Norenzayan, profesor en el Departamento de Psicología y coautor del estudio.
"Nuestras conclusiones indican que la activación del sistema cognitivo analítico en el cerebro puede socavar el apoyo intuitivo de las creencias religiosas, al menos temporalmente", añadió.
Las diferencias individuales en la tendencia a desechar analíticamente las intuiciones iniciales erróneas durante un proceso de razonamiento aparecieron relacionadas con un creciente descreimiento en materia religiosa. En el estudio participaron más de 650 personas de EEUU y Canadá.
Gervais advirtió de que se necesitan otros estudios que exploren, por ejemplo, si el descreimiento religioso es temporal o de largo plazo, y en qué forma estas conclusiones se aplican a culturas ajenas al capitalismo norteamericano y europeo.
Pero los autores recomiendan "cautela en la interpretación de las implicaciones clave en este estudio", y señalan que se necesitan más estudios antes de llegar a conclusiones definitivas.



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El ejemplo de Caperucita

No sé si fue en casa o en el cole, pero de pequeño escuché y leí varias veces Caperucita. ¿Y quién no? Pasan los años y la niña con la caperuza de color rojo no sólo no pasa de moda sino que ahora también es protagonista en los teléfonos inteligentes y en las tabletas.





Actualmente, se pueden encontrar varias apps dedicadas a este cuento, pero para este post he elegido 'Las aventuras de Caperucita'. No es de los cuentos interactivos más elaborados que he visto, ya que cuenta con un equipo humano bastante pequeño detrás, pero he querido destacarlo porque funciona y, sobre todo, por el buen ejemplo que se desprende de él.

Además de la moraleja que conllevan las historias para niños, esta aplicación es ejemplar porque muestra, una vez más, lo importante que es el papel de los pequeños emprendedores en el mundo de las apps. Y, a la vez, lo cerca que estamos de poder innovar y crear por nosotros mismos. 

La verdad es que 'Las aventuras de caperucita' es una consecuencia buena de la crisis en la que está sumida España y otros países europeos y del mundo. Sus creadores son un matrimonio que se quedó en el paro y que decidió 'probar suerte' con las apps.

"Nos juntamos un pequeño grupo de gente con un mismo propósito y mucha ilusión [...] Mi amigo Ángel de la Puente dibujó; mi mujer escribió la adaptación y asistió al diseño; mi cuñada coloreó las ilustraciones y realizó todo el diseño gráfico y yo mismo programé toda la aplicación, realizando el montaje de sonido, componiendo la música y locutando las voces. Súmale a una amiga actriz y tienes la fórmula", explica a los medios Julio Fernández.
Quizás ese toque familiar es uno de los principales valores de un cuento que, además de la lectura, explota el valor de la música, los dibujos, los juegos y la interactividad. "Nuestra premisa es hacer aquello que nosotros mismos compraríamos para nuestros hijos", añade Fernández. 

Lo cierto es que sus creadores, todos padres con niños en edades tempranas, se dieron cuenta de la necesidad de este tipo de aplicaciones y, en lugar de esperar a que otros lo hicieran, se embarcaron en esta aventura. "Queríamos un libro para niños que no sólo ofreciera valores y aprendizaje propios de su edad, sino que les planteara un reto en cada lectura". Es lo que desde
 UP iGames han bautizado como 'Cuento&Aventura'.  

La aplicación lleva menos de un mes en el mercado y está disponible para iOS en dos idiomas, inglés y castellano. Sus autores se muestran bastante positivos y, sin esperar más, ya están creando nuevos cuentos. Pretenden atraer la atención de otros padres que, como ellos, quieren que sus hijos también puedan disfrutar y aprender con las nuevas tecnologías.

elmundo

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26 abr 2012

Una nueva (y extraña) forma de volar

Ni como los pájaros, ni como los helicópteros, ni como los aviones. Más cercano a un zeppelin (las bandas laterales están llenas de helio) pero con unos movimientos difíciles de definir (en el original, flipping inside out). Mejor lo vemos:




Tan extraño objeto ha sido creado por un equipo de ingenieros de Festo, de Alemania, y está basado en un diseño del matemático Paul Schatz.




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25 abr 2012

Así se ve la Tierra desde la Luna

Así vieron la Tierra desde la Luna los astronautas de la misión Apolo 8

La Nochebuena de 1968, los astronautas de la misión Apolo 8 Frank Borman, William Anders y James Lovell captaron la primera, histórica imagen de la Tierra asomándose por el horizonte de la Luna. "¡Oh Dios, mira que foto tenemos ahí", exclamaron ante la espectacular 'postal' cósmica.
Ahora la NASA, con motivo del Día de la Tierra que se celebró el pasado fin de semana, ha recreado ese instante en movimiento, combinando las imágenes originales con la cartografía del suelo selenita obtenida por la misión LRO (Lunar Reconaissance Orbiter), que en estos momentos está orbitando nuestro satélite.
"Este vídeo permite recrear para todo el mundo la experiencia maravillosa de ver la Tierra desde esa perspectiva privilegiada", asegura Rich Vondrek, uno de los científicos que lidera la misión LRO desde el Centro Espacial Goddard de la NASA, en Greenbelt (Maryland).
El vídeo permite además disfrutar del sonido original en el que se escucha a los astronautas expresar su emoción ante el incomparable espectáculo de ver su propio planeta desde la Luna.



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Minería en asteroides

    • * Una empresa lanzará naves espaciales para extraer minerales de asteroides
    • * Los creadores de Google y el cineasta James Cameron apoyan el proyecto
    • * El objetivo es explotar 1.500 asteroides cercanos a la Tierra

       Recreación de la extracción de minerales en un asteroide. | E.M.  

    Hubo quien dijo que el fin de la era de los transbordadores supondría el ocaso de la carrera espacial. Pero el vacío de la NASA empiezan a llenarlo ejecutivos decididos a invertir millones de dólares de su bolsillo para convertir el espacio en un negocio rentable. Primero fueron los primeros balbuceos del turismo espacial de la mano de pioneros como Richard Branson o Eric Anderson. Ahora el sueño de transformar los asteroides en explotaciones mineras que horadar en busca de hierro, níquel, óxigeno, platino o agua.
    La empresa se llama Planetary Resources y sus fundadores son el propio Anderson y Peter Diamandis: el empresario estadounidense cuya fundación ofreció 10 millones de dólares al inicio de la década al primer proyecto en construir una nave espacial tripulada sin dinero público. La compañía se presenta este martes en Seattle y cuenta con el respaldo de figuras tan influyentes como el cineasta James Cameron y los responsables de Google Eric Schmidt y Larry Page.
    El objetivo es explotar unos 1.500 asteroides próximos a la Tierra. Pero los responsables de la empresa son conscientes de que no es un proyecto rentable a corto plazo. "Nosotros pensamos a largo plazo", decía este martes Anderson, "no esperamos que esta empresa sea un éxito financiero inmediato. Pero si uno cree que los recursos naturales son decisivos para el futuro de la carrerea espacial, es inevitable llegar a la conclusión de que los asteroides son los escalones para avanzar hacia el resto del sistema solar".

    Recursos cósmicos

    La empresa se fundó en 2010 pero se ha mantenido en estado latente durante dos años. Los necesarios para hacer cálculos y sumar al proyecto nombres importantes como el de Christopher Lewicki, que trabajó como responsable de las misiones a Marte en el laboratorio de reactores de la NASA. A día de hoy, Planetary Resources tiene en nómina a 25 ingenieros y pretende hacer su vuelo inaugural antes de dos años. Lo primero sería lanzar al espacio telescopios para identificar los asteroides con más riquezas naturales. Pero en el plazo de 10 años la empresa se propone crear observatorios en órbita para explotar los recursos de esos asteroides.
    Los fundadores del proyecto siguen el camino trazado por el catedrático John S. Lewis a mediados de los años 90. Lewis publicó entonces 'Mining the Sky': un libro que detalla los pasos necesarios para explotar los recursos naturales del espacio en las próximas décadas.
    "El espacio es la vía para resolver nuestros problemas de abastecimiento", explica a los medios desde su domicilio, "en los asteroides que nos rodean hay recursos suficientes para mantener la vida de 40.000 millones de personas hasta que se apague el sol. Sólo en el asteroide más pequeño que conocemos hay más metal que el que los seres humanos hemos utilizado desde el principio de los tiempos".
    Sin embargo, no todos los científicos comparten el entusiasmo de Lewis. El profesor estadounidense Jay Melosh dijo ayer que los costes eran demasiado altos y explicó que la exploración espacial era "un deporte que sólo se podían permitir las naciones ricas y aquellas que querían demostrar su potencia tecnológica".
    Una opinión que no comparte Diamandis, que comparaba ayer la conquista del espacio con otras empresas históricas de los seres humanos: "Nuestras inversiones en transporte y en exploración siempre han estado guiadas por la búsqueda de los recursos naturales. Eso fue lo que guió a los europeos por la ruta de las especias y a los colonos americanos en la conquista del Oeste".

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    23 abr 2012

    La Ciencia Patológica



    No es que la ciencia se encuentre enferma pero algo de cierto tiene este término. La ciencia patológica es aquella en la que se sigue investigando aun cuando la mayoría de los científicos que trabajan en el campo la consideran falsa. Este término fue usado por primera vez en 1953 por el químico Irving Langmuir, ganador de un premio Nobel por su trabajo en películas monomoleculares y en química de superficies. Él decía que nunca tuvo la intención de que el término fuera rigurosamente definido de esa manera, sino que simplemente comenzó como el título de una conferencia que pronunció en el Laboratorio de Energía Atómica de la General Electric en donde presentaba varios ejemplos de ciencia patológica o "ciencia rara".


    "Me extraña que un adivino no se ría cuando ve a un colega."
    Cicerón 


    El buen Langmuir dejo en claro que los científicos que la padecían no lo hacían a que presentaban cuadros agudos de falta de honradez, sino que era el resultado de dejarse llevar por efectos subjetivos, por un pensamiento ansioso, o por interacciones en el límite de la percepción.  Langmuir fue más allá y dejó una tabla, según la cual, en los casos de ciencia patológica, sucede que:

    1. El máximo efecto que se observa es producido por un agente causante de intensidad apenas detectable, y la magnitud del efecto es sustancialmente independiente de la intensidad de la causa.
    2. El efecto es de una magnitud que permanece próxima al límite de detectabilidad, de modo que son necesarias muchas medidas debido a la bajísima significación estadística de los resultados.
    3. Tiene pretensiones de gran precisión.
    4. Presenta teorías fantásticas, contrarias a la experiencia.
    5. Las críticas son afrontadas mediante excusas ad hoc, discurridas de repente.
    6. La proporción de los defensores de la nueva teoría frente a los críticos asciende a una cantidad próxima al 50% y luego disminuye gradualmente hasta el olvido.

    El químico Nicholas J. Turro menciona que estas "equivocaciones" pueden deberse entre otras razones: a que es fácil confundirse entre las llamadas "cuatro Pes", que significa que no es lo mismo posible que plausible, que probable o que probado. Lo posible incluye todas las ideas que no violan los principios básicos de la ciencia; lo plausible limita más, porque dentro de lo posible toma aquello que razonablemente se podría comprobar. Lo probable describe la ciencia normal, el avance en áreas desconocidas de la mano de lo que se conoce. Finalmente, lo probado supone la aplicación de los principios y la comprobación de las hipótesis.

    Un claro ejemplo lo tenemos con las investigaciones sobre la fusión en frío realizados por científicos de diferentes nacionalidades y cuyo prestigio fue puesto en juego, pues sus  hazañas fueron consideradas completos fiascos por la misma comunidad científica. En los últimos años la búsqueda del santo grial de la energía se ha convertido en algo así como una obsesión, para algunos científicos. Los primeros en apuntarse en tamaña travesía científica fueron los químicos Stanley Pons y Martin Fleischmann. En los ochenta anunciaron haber conseguido producir una reacción de fusión fría a temperatura ambiente, el anunció fue por todo lo alto. Lo importante de este suceso científico fue que se pensó haber encontrado una solución barata  y abundante a los problemas energéticos mundiales. Poco tiempo después, cuando nadie en el mundo pudo replicar los resultados del experimento, se cayó en la cuenta que de fusión en frio no había nada. 

    Frente a este suceso científico, el Perú no quiso quedarse atrás, por lo que modestamente un grupo de hombres ciencias anunciaron en medios periodísticos que replicarían esta hazaña, pero como sucedió en otros lugares del planeta, la tan mentada fusión en frío al parecer los dejó fríos también a ellos y de tal experimento no se volvió a hablar más. 

    Los intentos han continuado, científicos italianos, españoles, japoneses, americanos, han probado hacerse de la gloria sin mucha suerte, hasta el momento. Pero se dice por los ambientes científicos que quien tiene el honor de ostentar el primer roche científico por haber anunciado la producción de la fusión en frio, fue el carismático Juan Domingo Perón. Como se recordará, Perón, allá por los años cincuenta, encargó a un grupo de científicos argentinos y extranjeros desarrollar la energía nuclear, fue así que en un momento se anunció haber logrado realizar la fusión en frío, entonces convocó a una demostración pública que resultó un chasco pues no se pudo demostrar nada. Al parecer no todo fue malo, como resultado de esa mala experiencia nació el Instituto Balseiro, el INVAP y la CNEA.   

    Para algunos puede resultar osado que alguien intente nuevamente salir en público a afirmar un nuevo logro poniendo en riesgo su carrera, pero la esperanza es lo último que se pierde. Está claro que si logran buenos resultados podrían pasar a la historia de la ciencia por la puerta grande o al menos podrían conseguir financiación, publicaciones y cierto renombre mediático que no es poco en estos tiempos.

    Gary Taubes, autor del libro Bad science: the short life and weird times of cold fusion, comparó el fenómeno provocado en torno a la fusión fría con la apuesta de Pascal quien decía: "Apuesta a que Dios existe. Poco tienes que perder si estás equivocado pero si aciertas, lo ganas todo". Los científicos apostaron a que le fusión fría era cierta, no por las pruebas que tenían, que eran escasas, sino porque si acertaban la ganancia sería infinita. Lamentablemente nada tiene que ver los beneficios que nos pueda reportar una determinada idea con su veracidad. 

    Por esa razón, cuando hace poco se anunció por todo lo alto que los neutrinos son  más veloces que la luz, la comunidad científica lo tomó con cautela. Algunos se han apresurado a pedir  financiación para investigaciones, mientras tanto soñar no cuesta nada.










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    ¿Cómo se firma un libro electrónico?

    En el Día del Libro, el autor puede dar la rosa, pero no entregar un libro electrónico. “Te doy la rosa, pero el ebook… ¿Te lo mando o cómo lo hacemos?”. El manual para la promoción de los libros incluye el ritual de la firma del autor en las ferias o en la presentación del libro, tomar un vino y hablar con los lectores que lo han comprado unos minutos antes y, por supuesto, enviar ejemplares a los periódicos para que aparezca alguna reseña. Con el ebook parece que no se puede emplear la misma mercadotecnia que la que se utiliza para el libro impreso en papel.
    ¿Cómo se firma un libro electrónico? Para incorporar la tradicional dedicatoria manuscrita al ‘ebook’, el año pasado Autography lanzó un sistema por el cual el autor se coloca junto al lector para hacerse una foto. Posteriormente, el autor dedica la foto desde el iPad y le envía al lector por correo electrónico un enlace a la para descargarla e introducirla en el ‘ebook’. Para todo el proceso se emplean más de dos minutos. Así que en una hora se pueden firmar alrededor de 20.
    La firma electrónica de eBooks puede resultar más interesante cuando no hace falta que el autor y el lector coincidan en el mismo espacio físico. Marc R. Soto ha ideado un método más sencillo que el de Autography. Con la ayuda de un iPen, un bolígrafo para iPad, Soto dedica los libros desde su casa como el que ha firmado para los lectores de Sin Tinta. “La experiencia de dedicar libros está funcionando bien, teniendo en cuenta la pequeñísima cantidad de libros que vendo. Hasta la fecha habré dedicado unos 10 ejemplares de El hombre divergente y otros tantos de Un buen tipo. Para mí lo más satisfactorio es saber que tengo seguidores al otro lado del charco desde hace tiempo que pueden tener un ejemplar dedicado, algo que de otro modo sería imposible. De hecho, la idea de los libros dedicados surgió un poco por eso”,
    En función de la demanda, la tecnología más pronto que tarde proporcionará nuevas soluciones para continuar con la tradición de la firma de libros. Por el momento se evitan momentos chuscos, como el que el escritor Félix Romeo explicó en un artículo recordando sus encuentros con varios libros dedicados en librerías de viejo. El que más le divertía recordar era un ejemplar de su libro “Dibujos animados”, que compró en la librería Taifa de Barcelona y que le había firmado a la que fue su agente literaria por algún tiempo.
    Realizar presentaciones de ebooks es tan complicado como firmarlos. Mientras el autor habla de su libro qué se hace, ¿se proyecta un PowerPoint? Los autoeditores de novelas conocen bien las estrategias a seguir. “Para vender trescientos libros (de papel) tienes que hacer muchas presentaciones”, asegura Esteban Navarro, quien ha recorrido una buena parte de la geografía aragonesa presentando sus libros. En Amazon, sus novelas figuran en la lista de los eBooks más vendidos. “En Internet, el marketing te lo haces tú mismo a través de las redes sociales. Se pierde el contacto en persona con el lector, pero se generan buenas relaciones”. Pilar Alberdi, otra autora de éxito en Amazon, considera que vender bien los eBooks “lleva tiempo dedicado a la promoción, ya sea a través de mis blogs o de las redes sociales”.

    ¿Alguna idea sobre cómo promocionar los eBooks?


    elpais


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    18 abr 2012

    Un método para descubrir las trampas en ajedrez

    En lo que a trampas se refiere, el ajedrez puede parecer prácticamente invulnerable. Al fin y al cabo, el tablero y sus piezas están a la vista de todos. Pero los últimos escándalos han dejado claro que las trampas —fomentadas por potentes programas informáticos que juegan mejor que los humanos, así como por tecnologías de comunicación complejas— empiezan a ser un problema en los campeonatos de ajedrez mundiales.



    El año pasado, la Federación de Ajedrez francesa acusó a tres jugadores de confabularse entre ellos durante la Olimpiada de Ajedrez celebrada en Rusia en 2010 utilizando mensajes de texto codificados y un sistema de señales. La federación les ha prohibido jugar durante cinco años, aunque ellos han apelado la decisión.
    Kenneth W. Regan, profesor adjunto de ciencias informáticas en la Universidad estatal de Nueva York en Buffalo, que también es un maestro internacional del ajedrez, ha investigado estas trampas durante cinco años.
    Regan, de 52 años, se interesó por el problema a raíz del campeonato mundial de 2006 entre Vladimir Kramnik, de Rusia, y Veselin Topalov, de Bulgaria. La partida se interrumpió cuando el entrenador de Topalov acusó a Kramnik de haber consultado un ordenador en el baño. Los organizadores cerraron con llave los aseos, a raíz de lo cual Kramnik abandonó la partida y se negó a continuar a menos que los abrieran. Acabaron haciéndolo y al final ganó la partida.
    Regan, científico y maestro internacional del ajedrez, ha investigado las trampas durante cinco años
    El problema a la hora de construir una prueba matemática para descubrir a alguien haciendo trampas es que hay que tener en cuenta muchas variables y valores extremos.
    Parte de la dificultad reside en que el tamaño de las muestras tiende a ser pequeño, tal vez 150 o 200 jugadas por participante para todo un torneo. Otra pega es la forma en que los programas informáticos de ajedrez evalúan las posiciones. Se dan en incrementos de una centésima del valor de un peón, la pieza menos valiosa.
    La posible compensación de descubrir una trampa va más allá del ajedrez. Jonathan Schaeffer, catedrático de ciencias informáticas en la Universidad de Alberta y el inventor de Chinook, el ordenador que resolvía juegos de damas, señala que la investigación de Regan y la de otros que también estudian este campo, tiene un enorme valor en potencia. “Lo que están haciendo es intentar establecer un modelo de cómo toma la gente las decisiones”, explica.
    Esto también podría tener un valor inmenso para los grandes minoristas de Internet que quieren adaptar sus ofertas al gusto del comprador, o para usos más importantes, como personalizar los tratamientos médicos.
    Regan, hasta la fecha, ha analizado cerca de 200.000 partidas, incluidas todas las de los 50 torneos más importantes de la historia
    Regan estaba bastante seguro de que cualquiera que utilice un programa para hacer trampas en el ajedrez lo programaría en modo simple, donde el programa selecciona rápidamente una posible jugada, y luego examina una secuencia de jugadas para evaluar si es acertada. Es eficaz, pero no riguroso.
    Regan decidió que también necesitaba que sus programas funcionaran en modo multilínea, de modo que pudiera ver dónde y por qué los programas cambiaban sus evaluaciones. Eso lleva mucho más tiempo.
    Quería crear un modelo de la frecuencia con que las jugadas de jugadores de diferentes niveles coinciden con las de los programas de ajedrez, y por eso empezó a crear una base de datos analizando partidas que se remontaban a principios del siglo XIX. En cada partida hacía que el ordenador evaluara cada posición en modo de línea sencilla hasta una profundidad de 13 capas (seis o siete movimientos por cada jugador). Hasta la fecha, ha analizado cerca de 200.000 partidas, incluidas todas las de los 50 torneos más importantes de la historia. También ha analizado entre 6.000 y 7.000 en modo multilínea para crear modelos de jugadores de diferentes niveles.
    La forma de jugar ha evolucionado. Según su análisis, el 40° ajedrecista del mundo juega igual de bien que Karpov en los setenta, cuando era campeón mundial
    Regan ha descubierto que la forma de jugar ha evolucionado. Según su análisis, el 40° ajedrecista del mundo juega igual de bien que jugaba Anatoly Karpov en los setenta, cuando era campeón mundial.
    Para comprobar si alguien hace trampas, coteja el nivel relativo del jugador con el modelo de comparación. Regan señala que sus modelos están en una fase en la que solo se pueden usar como apoyo en casos en los que se alega que se han hecho trampas.
    En el caso francés, llegó a la conclusión de que dos partidas de uno de los acusados, Sébastien Feller, eran valores extremos, lo cual quiere decir que tenían una correlación inusualmente elevada con un programa de ajedrez.



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