29 jun 2015

Lo que dice la ciencia sobre los "límites" del humor

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En octubre de 2001, apenas tres semanas después de los atentados del 11-S, el humorista Gilbert Gottfried hizo la primera broma pública sobre los ataques a las torres gemelas. En presencia del selecto público del club Friars, en Nueva York, Gottfried dijo que había intentado sacar un billete de avión, pero no había vuelos directos porque tenían que "hacer primero una parada en el Empire State Building". La gente respondió con abucheos y gritos de "¡Demasiado pronto!" y el humorista tuvo que cambiar precipitadamente de tema. Unos años después, tras el destructivo tsunami de Japón en 2011, Gottfried fue también criticado por tuitear algunos chistes sobre la tragedia. "En Japón son realmente avanzados", escribió unas horas después del terremoto. "Ellos no van a la playa, la playa viene a ellos".

¿Había elegido Gottfried un tema tabú, sobre el que es imposible bromear, o es que no había esperado el tiempo suficiente para que la gente pudiera reírse del tema? El psicólogo Peter McGraw lleva años investigando qué es lo que diferencia una broma graciosa de un comentario ofensivo. Lo que demuestran sus estudios es que la máxima establecida por Mark Twain de que "el humor es igual a tragedia más tiempo" se cumple a menudo. Cualquier evento catastrófico, ya sea un terremoto, una guerra o una matanza, puede terminar siendo objeto de chiste una vez que hemos establecido suficiente distancia respecto a los hechos. Pero, ¿cuánto tiempo?




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28 jun 2015

Rehacer nuestros proyectos de vida

Puede llegar el día en el que lo que somos y hacemos no sea lo que deseamos. Frente a la crisis personal y el miedo al cambio, el camino es hacerse las preguntas adecuadas



ANNA PARINI
En determinados momentos de nuestra vida, todo lo que nos llevó y acompañó hasta un momento preciso, parece que pierde el significado, y sentimos una necesidad apremiante de salir de donde estamos para emprender nuevos rumbos, aunque no sepamos exactamente a dónde nos van a llevar. Queremos experimentar novedad, hay un impulso que nos lleva a querer cambiar de pareja, de lugar de residencia, de trabajo, de profesión y de ambiente. Aquello por lo que luchamos durante años, a lo que nos dedicamos con esmero, parece desmoronarse. Nos invade una incertidumbre interior, un gran interrogante, ¿quedarnos en este “lugar” en el que nuestra vida parece irse apagando por inanición o soltar lastre y abrirse a lo desconocido?
Ese algo que empuja para salir de donde nos encontramos varía según la situación, la persona, sus relaciones, su edad y su historia. Puede ser la búsqueda de sentido, la insatisfacción, el sufrimiento, el malestar y el aburrimiento o la falta de motivación. También pueden ser preguntas como: ¿voy a seguir así hasta mis últimos días?; ¿es esto lo que quiero?; ¿qué sentido tiene lo que estoy haciendo y cómo estoy viviendo mi vida? Tomar la decisión de cambiar implica a menudo provocar rupturas, confusión y sufrimiento, y entrar en crisis.
Hay que fluir aunque sea en mitad de la incertidumbre. Puesto que no sabemos lo que nos espera después de ese cambio, esa inquietud puede provocar falta de fuerza interior. Sin embargo, desprenderse de lo que nos daña y empequeñece es lo que libera y fortalece.
Entre los 40 y los 50 años muchos se dan cuenta de que no viven su vida, o que la que tienen no es la que desean. Quieren dejar el trabajo que llevan haciendo durante años y dedicarse a otra cosa, o formarse en otros ámbitos profesionales. Quizá se apuntan a una ONG y se van a África, a América o a Asia. O bien dejan a su pareja y se van solos o con otra persona. En definitiva, necesitan un cambio radical.

Cuando un ser humano tiene un para qué,
puede atravesar cualquier cómo” 
Viktor Frankl
Estas transformaciones bruscas pueden desembocar en situaciones de crisis existencial profunda. Mi crisis personal llegó cuando todo aquello que durante años había dado soporte y sentido a mi vida dejó de ser el apoyo que me había sostenido. Aunque estaba rodeada de personas, me sentía solo, incomprendido y en un desierto. Me estaba ahogando y muriendo por dentro. Me empujaba un anhelo de libertad y de creatividad.
Empecé hablando con personas con las que había compartido aquella época y me sentí totalmente incomprendido. Así que inicié conversaciones con otros amigos más lejanos, que resultaron convertirse en verdaderos amigos. Me arriesgué, me abrí, y unos me dieron la espalda y otros me acogieron.
En situaciones de “tsunami vital” es imprescindible reflexionar, escribir, pasear, estar en contacto con la naturaleza, para escucharse a uno mismo. Es importante también abrirse y conversar para no desesperarse quedándose dentro todo lo que uno está viviendo. Sincerarse y arriesgarse a ser incomprendido, y a crear nuevos vínculos. Escuchar nuestra intuición, lo que sentimos y seguir los pasos que nos acerquen a nuestros anhelos nos ayudará a salir del estancamiento. Posiblemente implicará que algunas personas que nos han acompañado en una parte de nuestra vida dejen de hacerlo en esta nueva etapa. Pero aparecerán otras relaciones que nos nutrirán de maneras diferentes. Tenemos que aprender a soltar si queremos vivir con nuestra vitalidad floreciendo. Para lograrlo, ayuda confiar en uno mismo y en la vida; es clave para avanzar en un mundo lleno de incertidumbres.
También es importante ser consciente de qué queremos saber de nosotros mismos. Se trata de plantearse preguntas que desemboquen en reflexiones que lleven a encontrar sentido y propósito, a conectar de nuevo con los sueños y a crear nuevos proyectos que atraigan y nos hagan salir del escollo, descubriendo nuevos sentidos a nuestro ser y hacer.

Cuando vivimos un estancamiento en alguna relación importante, se hace necesario reciclarse. Pero hay miedos (a la ruptura, al conflicto o a ser incomprendido) que se interponen. Hay un ejercicio sencillo que sirve para identificar aquellos temores que impiden dar el paso necesario para acercarse a vivir sus anhelos. Elija un área en la que se sienta estancado y hágase estas tres preguntas: ¿Qué quiero realmente? ¿Qué obstáculos se interponen en mi camino? ¿Qué me impide afrontar o superar ese obstáculo?
Para cada miedo que le aparezca en respuesta a la tercera pregunta, puede plantearse las siguientes preguntas:
¿Qué es lo peor que puede ocurrir si sucede lo que temo? ¿Cuál es el mejor resultado posible para mí o para los demás si lo hago aunque sienta miedo al hacerlo? ¿Qué es lo que posiblemente sucederá entre estas dos cosas?
Le recomiendo que intente realizar la actividad que le atraiga, al menos tres veces: una para aprender a hacerla; la segunda vez para superar el miedo a realizarla; y la tercera vez para averiguar ¡si realmente la disfruta o no!

Para saber más


ANNA PARINI
Dice Rabindranath Tagore
“Yo dormía y soñaba que la vida era alegría.
Desperté y vi que la vida era servicio.
Serví y vi que el servicio era alegría”.
LIBROS
Enseñanzas sobre el amor. Una guía para alcanzar la plenitud en las relaciones humanas
Thich Nhat Hanh (Oniro. Barcelona, 1998)
En ocasiones el cambio viene impuesto por la normativa, por ejemplo, en la jubilación, o cuando es el cónyuge quien se va y nos deja solos, o cuando sobreviene una muerte o un accidente que implica un antes y un después. Si uno vive la necesidad de rehacer su proyecto vital desde la resignación, sintiéndose atrapado en ella, su vida y su ilusión se van apagando lentamente.

Esto le ocurrió a Sonia. Cuando la conocí, sus hijos ya estaban casados, pero su marido había tenido una muerte rápida hacía cinco años y ella se hundió en un gran sufrimiento. Sintió un vacío enorme, se preguntaba cada día por qué le había sucedido, y con tales interrogantes incrementaba su dolor y su tristeza. La meditación le ayudó a cambiar su actitud y a agradecer que hubiera podido disfrutar sus años de vida en pareja con enorme satisfacción. Varió totalmente su visión, entendió la muerte desde otra perspectiva, y pasó de resistirse a la nueva situación a aceptarla plenamente. En vez de lamentarse y quejarse, empezó a reconstruir y a tener una actitud de agradecimiento.
De cuestionarse: “¿Por qué me ha pasado esto a mí?”, “¿por qué se ha ido cuando aún era joven?”, pasó a preguntarse: “¿Qué puedo hacer a partir de ahora que aporte algo positivo?”. Y a agradecer todo lo que había compartido y aprendido en esos cuarenta años de matrimonio. Según las preguntas que uno se hace a sí mismo, las respuestas que genere pueden llevarle a incrementar el dolor y el sufrimiento o a liberarse y renacer en cada momento. En su caso, Sonia decidió formar parte de una ONG y ayudar a otras personas. Meditar la acompañó para encontrar su eje interior y conseguir fuerzas para reinventarse.
Muchas personas cuyo proyecto de vida se ha basado en lograr éxito, poder, dinero, privilegios y estatus sienten que llega un momento que todo deja de tener sentido. El individualismo en el que se ha sustentado su vida deja de nutrirles. Y es entonces cuando necesitan abrirse a los otros. Empiezan a plantearse el sentido de su presencia en el mundo. La actitud de servicio les lleva a espacios de conexión con los otros, a crear vínculos, comunión y comunidad. Al servir cambian una actitud que era fuente de sufrimiento. Pasan de pedir y necesitar a dar y compartir. Es en el dar y en el darse donde radica la semilla de la felicidad. En momentos de gran tristeza, como en un duelo, el servir ayuda a salir de ese estado y a conectar con la alegría.
Servir aumenta la capacidad de amar al prójimo. Se potencia la generosidad. La persona servidora crece en humanidad y en grandeza. No una basada en la ostentación o la fama, sino en la de vivir una vida con sentido.

Virar el rumbo

Probablemente nunca habíamos tenido tanto y al mismo tiempo nunca habíamos estado tan insatisfechos. ¿Qué sociedad hemos construido para que esto ocurra? Hemos creado un paradigma fundamentado en la necesidad, en la avaricia y en la conciencia de escasez. Vivimos pensando cómo podemos enriquecernos más, tener más, conseguir más y crecer más. Esto hace que llegue un momento en nuestra existencia que se desmorone el sentido y el para qué lo hacemos. Necesitamos crear proyectos de vida que nos permitan vivir siendo servidores. En vez de preguntarnos: ¿Cómo puedo hacerme más rico, más poderoso y tener más? Quizá debemos cambiar la pregunta y plantearnos: ¿Qué es lo que el otro necesita? ¿Cómo puedo contribuir a crear un mundo mejor?

El peso del pasado


Una de las objeciones más comunes contra la concepción narrativa de las identidades es el peso del pasado. ¿Tiene una persona que cargar con su pasado? ¿no es posible decir "soy otra persona, distinta a la que fui entonces"? La teoría narrativista dice que somos una historia en la que se enredan los cambios que ocurren en nuestra mente, cuerpo y entorno.  De ser correcta la hipótesis parecería que vivimos en una pesadilla de Twitter, FaceBook o internet: no podríamos borrar nuestro pasado, o no podríamos hacerlo cuando necesitábamos hacerlo. Pero es que es cierto, no podemos borrar el pasado y hay que matizar lo de que a veces nos consideramos personas distintas de las que fuimos. ¿En qué sentido somos diferentes? Hay dos cuestiones envueltas en esta pregunta, una moral y otra metafísica.

No pocas veces queremos decir que no aprobamos lo que hicimos, nuestras actitudes entonces, y que si ahora estuviésemos en aquellas situaciones nos comportaríamos de manera distinta. En realidad estamos haciendo una petición a los otros para que no nos tengan en cuenta lo que fuimos porque ahora "somos" de otra manera. O tal vez querríamos olvidar nosotros mismos lo que fuimos e hicimos. Peter Goldie y Alba Montes han estudiado la vergüenza como la emoción que produce el peso de nuestro pasado, evaluando negativamente no ya lo que hicimos sino nuestro propio yo: ¿cómo pude hacer yo esto? La vergüenza sería -nos enseñan- una de las emociones más importantes en la configuración de la identidad, junto a la culpa y el resentimiento (hay una cierta duda sobre si la culpa se dirige a la identidad y no simplemente al acto, aunque el resentimiento, como está estudiando Cristina Peralta en su tesis, sí configura identidades completas). La vergüenza y el resentimiento serían pues indicadores del peso del pasado sobre nuestras vidas.

La cuestión interesante, entonces, es si tenemos derecho a olvidar o si, por el contrario, el daño que hicimos o pudimos haber hecho nos va a perseguir eternamente. Martin Amis, en Koba, se revuelve contra la generación de su padre Kingsley Amis, y contra él, incapaz de entender cómo fueron capaces de apoyar o disculpar al estalinismo, aún cuando sabían ya de sus crímenes. Por supuesto que Amis hijo tiene derecho a la pregunta, aunque el problema es si está insinuando la respuesta: "seguís siendo culpables de aquello, no es suficiente que me digáis que sois otras personas diferentes. No estoy dispuesto a olvidar vuestro pasado en mi valoración de vuestro presente".

Cuando uno llega a la edad que tengo, el pasado pesa ya más que el futuro y estas preguntas y posibles respuestas te rondan y acucian con saña. Husmean en tu historia, pero también te preguntan sobre tu derecho a preguntar sobre otros que conoces. Sabes, por ejemplo, que casi todos los filósofos que fueron las autoridades de tu juventud tuvieron un pasado ignominioso. Cuando los conociste eran personas de izquierda, lúcidos y ejemplares, pero sabes que fueron falangistas en su juventud, y no simples afiliados ocasionales, sino entusiasmados vestimentados de azul fascista. Sabes de otros, perseguidores feroces de todo lo nacionalista o abertzale, que fueron en su día simpatizantes o militantes de algùn grupo revoltoso o ciertos otros grupos cercanos a la violencia. Sabes de neoliberales que fueron comunistas con el mismo entusiasmo dogmático con que ahora defienden sus mercados. Ateos militantes que dejaron los hábitos, trajes talares y coronillas hace tiempo. ¿Tienes derecho a enunciarlo, a señalar con el dedo y recordarles, a ellos y a todos, el peso de su pasado?

Precisamente porque nuestras identidades son narrativas, las respuestas o el puro hecho de preguntar han de tratarse como serios dilemas morales. Cuando leí El cura y los mandarines de Gregorio Morán, tan lleno de invectivas y juicios sumarios sobre algunos y de agasajos y zalamerías a otros, me di cuenta de mis propias superficialidades y frivolidades con las preguntas sobre el pasado. No porque no tengamos derecho a preguntar o saber, sino porque tenemos la obligación de preguntar por, y conocer, la historia entera. El pasado no existe sin el presente y el futuro. El pasado significativo, quiero decir, el pasado formado por posibilidades alternativas, algunas de las cuales nunca debieron ocurrir, pero que pudieron tal vez dar ocasión a juicios, promesas y compromisos de "nunca más". O que, por el contrario, aún permanecen activas porque el daño nunca fue reconocido, ni se cambió el mundo para que no volviese a ocurrir, ni se intentó mirar a los ojos de las víctimas para declarar ante ellas el pasado. Es cierto que no podemos sino juzgar, pero también deberíamos acreditarnos antes como jueces: en nombre de quién, con qué autoridad,...

Y está la cuestión metafísica de qué es lo que individualizaría una historia como forma de identidad. Cuestión complicada, porque una historia, un relato, no es una secuencia de hechos, sino un encadenamiento de posibilidades que adquieren sentido en el presente, que a su vez se configura en un horizonte de futuros. Somos historia no porque la hayamos tenido, sino porque está pesando sin remedio sobre nuestra agencia y la constituye en una compleja estructura de niveles que operan unos sobre otros determinando nuestras decisiones, compromisos, actos de habla y acciones transformadoras.

Porque el pasado pesa, hay que aprehenderlo con cuidado.




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22 jun 2015

Contra la modernidad

El interés que guía al filósofo moralista es, más que rastrear el paso de la humanidad de un tipo de civilización a otro, distinguir en cada tipo de civilización lo bueno y lo malo que comporta.
Jorge Santayana, 1951
Dominaciones y potestades



Conviene dilucidar y reconocer llegado el caso qué ideas e instituciones modernas, y en qué medida, podemos aprovechar y reutilizar después de una criba antimoderna o posmoderna equilibrada (si se me pide podría proponer algunas, por aquello de concretar; valga de momento una rápida referencia al materialismo y al anarquismo, fuente de conocimiento el primero y de justicia el segundo; también entendidos como maneras, si bien parciales y matizables ad infinitum, de comprender y estar en el mundo respectivamente), es decir, un análisis que, al menos en la intención, sea imparcial y saque lo positivo de cada época y lugar de la Tierra (o dicho al revés, una crítica que también recuerde lo negativo que se ha dejado atrás y a los lados, que puede ser mucho o poco, pero algo en cualquier caso). Lo digo porque una omisión de estas características por nuestra parte -especialmente por la mía, dado mi conflicto de interés al sentirme identificado con gran parte de los ideales románticos, pesimistas y críticos con la idea de progreso- podría interpretarse como un anhelo o nostalgia desmedida por un mundo y un paradigma tradicionales, a mi juicio y hechas todas las cuentas, igualmente problemáticos en términos políticos y metafísicos. Tal vez no tan problemático como el actual, quién sabría decirlo con seguridad matemática, pero en algo probablemente sí: ¿acaso debe ser recuperada formalmente, tal como proponen desde la Revista Raigambre, aquella prescripción autoritaria de Federico II de Prusia, apodado el Grande y para los nazis el predecesor de Hitler: "Razonad sobre lo que queráis y tanto como queráis, pero obedeced"?

No somos pocos quienes pensamos y sentimos ahora y siempre que, de ser algo, fue más bien lo contrario de Grande (en lugar de enfrentarse al maltrato de su padre, lo cual, bien lo saben las víctimas, requiere más valor que mil hazañas de guerra, prefirió reprimir y disociar su odio primigenio y enfrentarse al mundo empezando por Austria y terminando por Polonia, igual que el niño asustado Nietzsche, igual que el niño herido Hitler, aunque cada uno a su manera y desde roles diferentes; no por casualidad el filósofo demostraba siempre que podía su aprecio y afinidad por otro célebre Federico II, en este caso de Hohenstaufen, "ese gran espíritu libre, ese genio entre los emperadores alemanes", así como por otros "hombres de mando" como "Alcibíades y César"). Tampoco somos pocos quienes ante propuestas como la deltradicionalista -por decirlo con amabilidad- Manuel Fernández Espinosano podemos menos que disentir con la razón de los ilustrados y con el corazón de los niños maltratados que un día también fuimos: "El hombre moderno ha despreciado la autoridad y la tradición (sus motivos habría que irlos a buscar en profundos desarreglos del alma, en lo que la religión ha llamado pecados capitales). (...) La tradición, cuando lo es, forma un tipo humano mejor definido, con menos dubitaciones, con mayor seguridad (...), un individuo mucho más eficaz que cualquier filosofante que todo lo quiere someter a examen minucioso con su razón abstracta, en debates interminables que nada resuelven y más bien complican". Un individuo, en resumen, que obedezca a los que filosofan en su nombre. Debatir o dominar, dudar u obedecer, en casa o en el trabajo, he ahí el dilema irresoluble de la humanidad. Todo crítico debe abstraerse de la realidad visible, si bien parcialmente, para percibir el conjunto, para pasar de ver solo el territorio a ver el mapa y también el territorio (el capitalismo se mostró ante nosotros más fácilmente desde que los marxistas nombraron sus mentiras que no por abstractas dejan de ser materiales y medibles), y el que le niega esa capacidad a los demás por considerarlos inferiores en juicio mientras él la exprime en su beneficio de clase (jerga marxista, lo sé, pero no por ello dejan de existir las clases), no es un crítico de fiar, al menos no uno que nos considere sus iguales, uno que cuando nos mira vea personas libres en lugar de fichas en un tablero cuyas reglas, heredadas acríticamente de sus padres, ha impuesto él.  

En otras palabras, ¿hasta qué punto debemos "desmarcarnos definitivamente" y adoptar posturas "radicalmente ajenas al paradigma moderno", como propone Esaúl? Mucho hemos de alejarnos de la modernidad, sin duda, pero cuánto exactamente y en qué dirección, no estoy seguro. La obra del místico René Guénon es valiosa, y "la noción de alma" también, pero por sí solas o como hincapié intelectual me recuerdan, tal vez equivocadamente o sin motivo, a eso que se dice del efecto péndulo: un excesivo modernismo puede producir, por reacción natural, un igualmente excesivo antimodernismo. El exceso de racionalismo no se cura con exceso de tradicionalismo, y viceversa. Los crímenes -no solo físicos- en nombre de la Ilustración y del Progreso no deben hacernos minimizar los crímenes en nombre de la Tradición. Toda reacción, en un sentido o en otro, tiene algo de razón y algo de sinrazón, de luz y de oscuridad, aunque no siempre sea fácil distinguir lo uno de lo otro (he aquí, por cierto, una tesis pesimista: cuantificar u observar con los ojos y fabricar con las manos siempre será más sencillo para nuestra especie que demostrar con la razón, de ahí que este último modo de conocimiento aplicado, más abstracto que el empirismo y la tecnociencia, requiera una dedicación y precaución especiales).

Por ejemplo, el falangismo de José Antonio Primo de Rivera tenía razón en su reacción al liberalismo y a aquel socialismo que, siendo "justo su nacimiento" y "una reacción legítima contra aquella esclavitud liberal", desgraciadamente "vino a descarriarse" (en sus propias palabras), ¡pero es que a renglón seguido no escatima en gastos, pues defiende sin tapujos ni empatía lo mismo pero en sentido opuesto, esto es, "un sistema de autoridad, de jerarquía y de orden", un "Estado totalitario" que "alcance con sus bienes lo mismo a los poderosos que a los humildes" y "la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la patria"! ¡Menuda tercera posición la suya! Para eso... para eso más vale una falsa democracia como la nuestra que una real dictadura como la suya. Antes la decadencia, el nihilismo y la alienación burguesas que una salvación impuesta y hecha a medida del que la propone. Tal vez el socialismo trajera, "lo mismo que el liberalismo económico", "la disgregación, el odio, la separación, el olvido de todo vínculo de hermandad y de solidaridad entre los hombres", pero ¿acaso no trajo lo mismo o peor el falangismo de Primo de Rivera primero y de Franco Bahamonde después? Si algo creo haber aprendido en estos últimos años y meses es que el moralismo llama a las puertas de los críticos sociales con tanta insistencia que no es fácil, aunque tampoco imposible, resistirse a sus cantos de sirena, al consuelo que da sentirse en posesión de la verdad, y tomar distancia de nuestras propias creencias morales y proponerlas con cuidado (siempre es mejor practicarlas uno mismo que recomendarlas, aunque esto último vaya implícito hasta cierto punto en nuestra naturaleza). La ética es una ciencia, lo mismo que la ciencia es una ética. Verlo de esa manera, lejos de hacernos más dogmáticos (¡bastante tenemos ya con lo nuestro!), ayuda a no dar nada por sentado durante más tiempo del debido (¿y quién dice cuánto es lo debido? Buena pregunta), a amar el Conocimiento por encima de nuestros conocimientos, a no tener nada por irrenunciable, salvo en mi caso la premisa sobre la que se sostiene todo lo anterior: libertad, siempre libertad. Ante la duda, ante el miedo y ante la angustia, libertad. ¿Queréis orden? Dejad de temer al desorden. 

¿Amas al prójimo, amigo católico? No me lo digas y enséñamelo. ¿Cómo? Deja que me pose en la copa más alta o que corra por las tierras más enfangadas. Fiat iustitia, et pereat mundus. Demuéstrame con tus manos de carpintero del mundo que no es cierto que el último cristiano muriera en la cruz. Porque aun en los tiempos más liberales ymodernos que hayan visto nuestros ojos de pequeños historiadores, la obediencia y el miedo a dioses viejos y nuevos han gobernado el mundo en sucesión. Por esa vía, con ropas tradicionales unas veces y progresistas otras, el mal no ha hecho más que acumularse mientras se arañaban algunos bienes (¿hace falta recordar el siglo veinte, o el diecisiete, aquel de las guerras civiles por antonomasia?), de manera que... ¿qué mal puede hacernos intentar lo contrario?, ¿acaso la solución, si es que existe, pasa por más autoridad y yo no me he enterado? No sería la primera vez :P


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18 jun 2015

Voluntad de poder y acción


Los filósofos han adoptado el uso del término "agencia" para referirse a la forma particular que tiene la conducta humana capaz de convertir la pura reacción física en lo que llamamos acción. No existe tal uso en el diccionario de la RAE, para el que "agencia" denota una estructura institucional. Pese a ello se ha generalizado en dos contextos: el estrictamente filosófico y el más amplio de la reflexión política, especialmente en el marco de la teoría feminista, donde suele convivir con otro préstamo lingüístico, el de "empoderamiento", estrechamente relacionado con la agencia.

Agencia es la capacidad que tienen las personas para la acción, la decisión o el juicio. En contextos no filosóficos no parecería que haya nada que examinar aquí pues, ¿qué otra cosa puede haber más familiar que la capacidad de hacer? Es la experiencia más primitiva humana, incluido el pensamiento. En todas las culturas hay términos para valorar las acciones: valientes, desmañadas, caprichosas, racionales, incorrectas,..., y así hasta constituir una categoría fundamental de nuestros adjetivos. Y sin embargo es notorio que el término "agencia" resulte tan ajeno a nuestro vocabulario cotidiano.

El hecho mismo de este silencio, como el del perro de los Baskerville, es lo relevante y difícil de explicar. Nietzsche fue el filósofo que más tiempo dedicó a pensar sobre este silencio y a buscar una explicación en el desarrollo de la cultura contemporánea. Llamó "transvaloración" al hecho de este silenciamiento, que consideraba como el ocultamiento, desprecio o control sobre las fuerzas de la vida, sobre su constitución y expresión. Nietzsche fue también quien nos mostró que ciertos hechos de nuestra civilización solamente pueden ser explicados a través de una "genealogía", es decir, a través de un relato que dé cuenta de las contingencias, derivas, y sendas por las que discurre la historia, alejadas de toda forma de necesidad, producto, sin embargo de intereses sociales que modelan las estructuras que sostienen la fábrica de las culturas. Es cierto sentido Nietzsche es más profundo y radical que Marx por cuanto penetra en la trama misma de la constitución agente de un modo que el concepto de "ideología" marxiano no puede lograr.

Lo que para Nietzsche constituye la esencia de la acción humana, su "agencia" (aunque él no emplea el término) es la voluntad de poder.  Ha sido éste un concepto malentendido al ser confundido con voluntad de dominación, pero se refiere a algo muy distinto, en lo que consiste una forma muy particular de acción humana: la acción en la que el agente expresa, manifiesta y realiza sus planes de vida. Si queremos entender qué es la voluntad de poder hay que entender lo que para Nietzsche eran las graves enfermedades que la aquejaban: el autoengaño, sobre todo, que tan magistralmente desarrolló más tarde Sartre, uno de los filósofos que sigue más fielmente el espíritu del pensamiento nietzscheano. La verdad, para Nietzsche, deja de tener las connotaciones de puro intelectualismo, es decir, las de adecuación del pensamiento al mundo para denotar una forma de existencia, la del que no se deja engañar por sus propias servitudes.

Es por esta razón por la que "agencia" y "empoderamiento" han quedado tan unidas en las construcciones teóricas del feminismo, a donde hay que mirar con cuidado, más que en los grandes textos de los filósofos (en masculino) para encontrar toda la potencia teórica y práctica que contienen estos dos conceptos. Agencia es un término de logro o conquista: la de la libertad para proponerse y llevar a cabo planes de vida. Tiene que ver con la capacidad para descubrir posibilidades, es decir, horizontes distintos a los que muestra el paisaje de dominación en el que discurre habitualmente nuestra existencia. Tiene que ver con la voluntad de convertir las posibilidades en realidades, en transformaciones de la realidad contra todos los obstáculos, interiores o exteriores, que se oponen a las fuerzas de la vida.  Tiene que ver con la voluntad de persistencia, de lucidez y negación al autoengaño, de autogestión de los movimientos propios.

La agencia es la conquista de quienes son capaces de decir "¡sí se puede!", de creerlo y conformar su vida por esta convicción.



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17 jun 2015

La muñeca inquietante [VÍDEO]




"The Uncanny Lover" es un reportaje en vídeo realizado por el equipo de The New York Times sobre el trabajo de Matt McMullen, el creador de las muñecas sexuales Real Doll. Este pionero de la industria sexual trabaja ahora en un proyecto más ambicioso: quiere animar las muñecas y que actúen con el usuario, el primer paso para crear un auténtico robot sexual. El vídeo del NYT se mueve entre lo artístico y lo periodístico, no es nada burdo ni explícito y explora uno de los aspectos más interesantes de nuestra futura convivencia con los robots: ¿nos producirán rechazo cuando se parezcan demasiado a nosotros? ¿Serías capaz de mantener relaciones sexuales con un robot en el futuro? 

Espero vuestros comentarios.


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El Alfabeto pictórico de Basoli


Alfabeto-Pittorico-A

Alfabeto-Pittorico-H
Antonio Basoli creó en 1893 esta colección de litografías bajo el título Alfabeto Pittorico, en el que cada letra del alfabeto –con la excepción de la J y W, pero con el & como bonus– aparece combinada con un edificio o construcción de diferentes características.
nuncalosabre.Alfabeto Pittorico - Antonio Basoli
Curiosamente dicen que Basoli era un artista de limitados conocimientos literarios, aunque otras fuentes dicen que estudió en la Academia de Bellas Artes de Bolonia, donde acabaría siendo profesor. Su especialidad eran los «mundos reales o imaginarios»; quizá esta especie de obra tipográfica fue su forma de representar de una forma diferente algo importante para él: el alfabeto.


Leer anotación completa: «El Alfabeto pictórico de Antonio Basoli»

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16 jun 2015

Los humanos: entre la evoluciòn biològica y la evoluciòn cultural


La evolución biológica es un proceso de cambios adaptativos. Las especies en el planeta se modifican como respuesta a los  cambios climáticos, geográficos e interespecies (depredadores). Darwin en 1859, propuso que las variantes en los organismos favorecedoras en la lucha por la adaptación se seleccionaban naturalmente propagándose en las poblaciones descendientes. Estas variaciones  acumuladas a lo largo del tiempo pueden dar origen a una nueva especie diferente a la especie de la cual habían emergido. La evolución no es más que descendencia con modificación. Es la propia naturaleza la que diseña los organismos. Darwin desarrolló así un nuevo relato acerca de la historia de la naturaleza, libre de divinidades y de revelaciones  y nos invitó a creer no en la armonía sino en la contingencia y el azar.
La lucha por adaptarse a los entornos nuevos y/o cambiantes  es el hecho   que impulsa el proceso evolutivo. Las especies que se encuentran bien adaptadas a su entorno, cambian poco en el curso del tiempo. Por el contrario los humanos, al provenir de ancestros primates que cambiaron entornos boscosos seguros por sabanas abiertas y  peligrosas, nichos ecológicos completamente diferente del cual provenían, y luego, unos dos millones de años más tarde, con su salida definitiva del continente africano, se vieron en la necesidad de cambiar para poder adaptarse a los novísimos ambientes que iban encontrando a su paso. Los humanos se convirtieron  en el transcurso de los últimos dos millones de años en la única especie que habita todos los nichos del planeta. En este largo proceso evolutivo, los humanos tuvieron que optar por el bipedismo, construir herramientas y conformar grupos sociales cada vez más complejos con el fin de poder compensar sus debilidades físicas frente a otros depredadores más fuertes y peligrosos. El órgano que representaba estos cambios materiales y sociales que los humanos incorporaban era el cerebro. El cerebro por procesos al azar creció, se complejizó y se reorganizó  generando como resultado no intencional dado que el proceso evolutivo no está encaminado a un fin, una cognición capaz de comprender el mundo, generar procesos y habilidades que le permitieran enfrentar los desafíos del entorno, agruparse con otros y a través de esta interrelación social,   generar una vida interior,  una subjetividad, nuevas emociones y sentires y una gran preocupación por si mismo.
En  este complejo proceso,  las estructuras cerebrales viejas, que nos emparentan con nuestros ancestros no humanos, no han desaparecido. El cerebro humano es  único en la naturaleza ya que genera nuevas capacidades cognitivas complejas  pero también es capaz de generar impulsos automáticos, no reflexivos y agresivos, que compartimos con todas las especies del planeta. Es una impronta evolutiva, génica, cerebral y comportamental. De ahí nuestra dualidad contradictoria que nos hacer ser seres en conflicto con los otros y con nosotros mismos.
Los humanos entonces manteniendo la conexión con lo biológico natural dado que no somos una especie  elegida sino una especie como cualquier otra, a la vez hemos trascendido ese mundo natural  al dar origen al mundo cultural a partir de la evolución cerebral, la cognición compleja y la interacción social.
La evolución biológica es concreta,  acumulativa y lenta, no intencional y responde a las necesidades  de adaptación al cambio ecológico, modificando  a los organismos a largo plazo. Los cambios que se generan no son perceptibles en el curso de una vida humana razón por la cual vemos este proceso evolutivo como algo lejano y distante a nosotros. La evolución cultural, hija de la evolución cerebral, de la cognición compleja y de la interacción social se basa en algo nuevo, lo simbólico como abstracción de lo concreto, introduce la intención y el propósito en las acciones humanas, se apoya en el pensamiento, el lenguaje  y la generación de ideas que conduce a la génesis de las normas, de la moral y de la ética buscando regular la interacción social y se apoya  en  la producción de instrumentos para transformar para si la naturaleza de la cual se proviene y lograr un desarrollo  material que permita un mejor bienestar individual y social. La evolución cultural a diferencia de la biológica es rápida y produce un conocimiento acumulativo consciente al servicio del mismo humano.
Los humanos deben responder  no solo a las exigencias de la evolución biológica sino también a las presiones de la evolución cultural. Este proceso de evolución cultural es difícil y  complejo, ya que se basa en adaptaciones a cambios permanentes y rápidos.  Con el transcurrir del tiempo, desde las primeras manifestaciones símbólicas del arte paleolítico, el abandono del nomadismo, la revolución del neolítico, la aparición de las primeras poblaciones y de las primeras organizaciones sociales estables,  hemos trasladado la lucha por la supervivencia biológica a la lucha por las ideas como elementos centrales de la evolución cultural. Los humanos luchan  por sus ideas porque su cerebro lo permite y la interacción social lo exige.  La biología ofrece  potencialidades a través del  cerebro que poseemos, pero es la cultura la que lo modela construyendo el mundo de relaciones que compartimos.
Otro hecho significativo de esta dinámica biológica cultural en la que se encuentra cruzado el hombre es que la evolución cultural, emergente de la evolución biológica, ha terminado por colocar al hombre, de repente, como el director general de la más grande empresa en el universo conocido, la empresa de la evolución.  La evolución biológica al dotar  al hombre del pensamiento y conocimiento consciente, como en un harakiri, ha permitido que se introduzca la intención y el propósito en su propio proceso,  que el hombre controle  y  regule  su propio  curso evolutivo  de una evolución ciega a una evolución dirigida.  Conozca o no lo que está haciendo, el hecho es que el hombre está determinando con sus actos la futura orientación de la evolución en este mundo. Pareciera ser un destino al que el hombre no puede escapar.
Todos nosotros tenemos por delante el desafío de elaborar actos, normas y productos, es decir cultura,   al servicio de la realización de la especie humana respetando la variabilidad y la diferencia, sin  perjudicar la existencia de los otros organismos que nos acompañan ni del planeta que habitamos. Somos los dueños de nuestro propio destino como especie. Es el conocimiento, la razón y la cultura, por el cerebro que poseemos,  las armas que tenemos para trascender nuestra contradictoria dualidad.
En nuestro caótico mundo actual, el individuo se siente con frecuencia perdido e insignificante, sin encontrarle sentido digno a su existencia. Una visión diferente de su destino puede devolverle su sentido de significación. Podrá contemplarse a si mismo como parte de un todo más amplio, de un proceso continuo esperanzadoramente dirigido sin recurrir a un ser superior. Con sus propios esfuerzos podrá aportar a una existencia valiosa y realizar sus propias posibilidades individuales tanto materiales como afectivas. Puede ser algo utópico pero es inspirador.

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El mapa facial de las emociones


Los rostros de los seres humanos expresan lo que sienten a través de una serie de gestos que constituyen un lenguaje universal:
Ira: contracción de las cejas, mirada más intensa y tensión en los labios, que se preparan para gritar.

Alegría: elevación de los labios y las mejillas, a la vez que arrugamos la piel bajo nuestros párpados.

Sorpresa: las cejas se elevan adoptando forma circular, además de tener los párpados muy abiertos y la mandíbula baja.

Asco: suele expresarse levantando parte del labio superior y frunciendo el ceño.

Tristeza: descenso de los ángulos inferiores de los ojos y de los labios, que pueden manifestar temblor.

Miedo: elevación de los párpados y las cejas; los labios pueden estar tensos o bien abrir la boca.


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"El cerebro inventa el mundo para sobrevivir"



Apoyando su idea de que el mundo es una ilusión creada por el cerebro, el científico español Ignacio Morgado explica que lo que hace el cerebro es crear unas ilusiones "prácticas", que nos permiten sobrevivir.

"El cerebro crea la mente humana, y en la mente humana no hay nada que tenga fuera de ella una correspondencia exacta, tal como lo vivimos mentalmente", explica Ignacio Margado, catedrático de psicobiología, profesor e investigador de la Universidad Autónoma de Barcelona, comentando su último libro 'La Fábrica de las Ilusiones', en una entrevista a 'El Diario'.
"La luz, el sonido, etc. sólo existen en nuestra mente, fuera de ella no hay luz ni sonido. Fuera hay energía electromagnética, movimiento de partículas y átomos", precisa el científico. A continuación, explica que nuestro cerebro, en lugar de captar esas energías o partículas directamente, "recibe el impacto de ellas y gracias a su trabajo neuronal convierte ese impacto en ilusiones de luz, color, sonido, etc". Si vamos a un concierto donde una orquesta sinfónica está interpretando una melodía y pensamos que la sala está llena de música, no es verdad, asegura Morgado. "No hay música en la sala, sólo está en tu mente", añade.
Fuera de nuestro cerebro no hay luz ni música.
Al mismo tiempo, el catedrático ha precisado que las ilusiones del cerebro, que para él son "todo lo que hay en la mente y no tienen un correlato con la realidad", son muy prácticas.
"Por ejemplo, el tacto es una ilusión muy práctica. Lo notamos en la mano y nos permite alargarla para tomar objetos", explica el científico. No obstante, es el cerebro el que siente, y esto se sabe, por ejemplo, por los casos de las personas que han perdido la mano pero siguen notando el tacto. "Por eso explico que las ilusiones del cerebro son prácticas, que funcionan y nos permiten sobrevivir, conseguir propósitos", concluye Margado.

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14 jun 2015

100 ventajas de ser Ateo Vs. 100 ventajas de ser Creyente. (Humor)



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Nota: No sé si debí colocar este artículo en la sección de humor porque más que hacerme reír, me hizo reflexionar mucho sobre las irrefutables verdades que expone.

100 ventajas de ser Ateo:

1) No te tienes que preocupar por un dogma.
2) Tu dinero es para tí y no para tu comunidad religiosa.
3) Puedes pensar objetivamente.
4) Eres dueño de tu propia vida.
5) Puedes elegir tus valores morales, sin que nadie lo haga por tí.
6) Puedes estudiar ciencias sin temor a que contradiga tus creencias.
7) Si oyes voces lo puedes relacionar con esquizofrenia, y vas al psicólogo en vez de al cura.
8) Ningún tratamiento médico va en contra de lo que crees.
9) Tienes mucha menor tendencia al divorcio.
10) Tienes muchísimo menor tendencia a la criminalidad.
11) Tienes menor tendencia a la violencia.
12) No tienes que odiar grupos por motivos que no conoces.
13) Puedes admitir lo que te gusta sin temor de ir en contra de tu dogma.
14) Puedes fundar amistades con cualquier persona, sin importar su ideología.
15) Tus amigos que estudiaron no se burlan de tí a tus espaldas.
16) Es muy difícil burlarse de tu ideología.
17) Sabes que las mayores mentes del mundo no fueron creyentes.
18) Tienes todo el Domingo para tí solo.
19) No te ofenden las festividades de ninguna índole.
20) No le temes a maldiciones ni a trucos de magia.
21) No te ofenden los comediantes ateos, que son muchos.
22) Puedes ver con sentido del humor las imágenes de alguna deidad.
23) Dogmas nunca nublan tu juicio.
24) Puedes comer lo que quieras, pues nada te prohíbe ningún libro, aunque sea pascua.
25) Aguantas bromas sobre tu ideología sin estallar en furia.
26) No te preocupas del Infierno.
27) Puedes disfrutar tu vida al máximo, sin tener que prepararte para una vida eterna mágica.
28) Puedes entrar a sitios de Monselvol, URI, Chuck Norris, Bob, etc, ya que no te ofenden.
29) No te tienes que arrancar partes de tu cuerpo si cometes un pecado.
30) No te tienes que preocupar por los oscuros secretos de la historia, pues no desbaratan lo que crees.
31) Puedes asentir a todo esto que estoy escribiendo.
32) No te tienes que conformar con la posición del misionero.
33) Puedes ver Neon Genesis Evangelion sin tener un ataque nervioso.
34) Es difícil estafarte con astrología, demonología y demás creencias de poderes mágicos en los humanos.
35) No eres misógino.
36) Aceptas a las razas que sean sin decir que una u otra no tiene alma.
37) No tienes la obligación de quemar la aldea del que no cree como tú.
38) Te da gusto en vez de ira cuando la ciencia descubre algo.
39) No crees en supersticiones.
40) No te importa que te maldigan.
41) Gente con tu ideología va en aumento en el mundo.
42) Nadie te obliga a ser homofóbico.
43) No tienes prejuicios contra diversas investigaciones genéticas, médicas y biológicas.
44) Puedes fingir ser de cualquier ideología sin que esto te parezca molesto o degradante.
45) Sabes que los virus evolucionan y tomas tus precauciones.
46) No tener que preocuparte por una vida infinita que sabes que terminará volviéndote loco, pues la mente humana está programada para aburrirse de la vida alrededor de los 80 años.
47) No tienes que contarle tus intimidades a un cura para que te perdone.
48) No tienes que asistir a ceremonias aburridas por obligación.
49) Puedes estar en unión libre con una pareja.
50) Puedes tener sexo antes del matrimonio.
51) Tener la certeza de que el IQ del ateo es en promedio varios puntos más altos que los del creyente.
52) No tienes una mitología favorita y eso te deja disfrutarlas todas.
53) No dependes de un ser imaginario para darte soporte emocional.
54) No tienes que estudiar catecismo.
55) No tienes que memorizar oraciones para repetirlas cual perico.
56) La gente puede estar segura de que no eres masón.
57) No tienes la obligación de generar más conversos.
58) No tienes obligaciones sociales para con los miembros que compartan tu ideología.
59) Sabes que estas al mando de tu vida.
60) No te tienes que preocupar cuando alguien encuentra otra contradicción en tu libro sagrado.
61) Cada vez que haces algo que te gusta, no te tienes que cuestionar si es pecado.
62) Tu visión del mundo no cambia radicalmente cuando la de tu líder religioso lo hace.
63) Puedes aceptar las teorías que quieras, nadie te dice cuales aceptes y cuales no.
64) No te vas a suicidar por una ideología.
65) Puedes poner lo racional sobre lo emocional.
66) No le tienes que tener miedo a la tentación de ningún demonio imaginario.
67) No tienes que adorar a ningún ser supremo.
68) Tu decides que es lo más importante en tu vida, y no nadie más.
69) Sabes que tu grupo nunca ha hecho guerras religiosas.
70) Puedes usar anticonceptivos sabiendo que no son malignos ni del diablo.
71) No le temes a ningún mundo paranormal.
72) Los símbolos malignos no representan mucho para tí.
73) Tu moral no estará condicionada bajo ningún libro.
74) Los dinosaurios y registros fósiles no te causan un dolor de cabeza para racionalizarlos y hacerlos compatibles con tu creencia.
75) Resuelves tus problemas tu mismo, sin esperar que se resuelvan mágicamente.
76) Tienes mucho menos posibilidades de ser miembro de un culto o secta.
77) No haces el bien hipócritamente creyendo que te espera una recompensa.
78) Puedes ignorar las supersticiones populares.
79) Puedes decir que no tienes nada en común con Judas.
80) No tienes miedos irracionales.
81) Puedes confiar en la medicina.
82) Tus amigos son en verdad tus amigos, no gente que comparte tu ideología.
83) Tu mente en general está mucho más abierta.
84) Tus hijos no son influenciados desde la infancia hacia ninguna creencia.
85) No tienes que explicarte las cosas irracionales como el alma o espíritus.
86) Puedes admitir abiertamente tus deseos.
87) No tienes que seguir un comportamiento patrón.
88) Eres menos propenso a crisis emocionales y existenciales.
89) No tienes prejuicios hacia ningún tipo de música.
90) No te tienes que dar complicadas explicaciones a tí mismo sobre las conspiraciones y el lucro que representan las religiones mayoritarias.
91) Aceptas los hechos como son y la realidad como es, sin adornarla.
92) No afirmas poseer la verdad absoluta.
93) South Park, Dragon Ball, Family Guy, y un largo etcétera.
94) No hay divergentes de tu ideología que te hagan dudar.
95) No hay jerarquías en tu ideología, así que no estas por debajo de nadie y ves a todos los humanos iguales.
96) Tienes la dignidad de no vivir de rodillas ante algo.
97) Incluso las grandes mentes de la televisión son ateas. El ejemplo más grande es Gregory House.
98) Ser libre en tu mente, y no estar convencido de que hasta tus pensamientos son pecaminosos.
99) Tu mente es más racional que pasional, no guiándote por convicciones o corazonadas, sino por hechos y evidencias.
100) Te es más fácil escribir el cien razones sobre las ventajas de tu ideología.

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100 ventajas de ser Creyente:

1) Tienes un placebo que te dice que serás feliz para siempre cuando te mueras.
2) Estas convencido de tener la verdad absoluta.
3) Representas el 86% de la población.
4) Si violas niños, te protege la Iglesia.
5) Tienes razones para no creerte esquizofrénico.
6) Crees que los humanos tienen superpoderes divinos.
7) Piensas que tus seres queridos están en un lugar mejor.
8) Tienes una razón para hacer el bien, o si no te vas al infierno.
9) Si no resultas bueno en ningún empleo, siempre te puedes unir a un templo.
10) Es común encontrar a alguien con tus creencias.
11) No tienes que estudiar ciencia.
12) No te preocupas en pensar, te dicen que creer.
13) Um... pendiente.

No se me ocurren más… si conocen otras…..
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Ver:



  "Por regla general, el grado de libertad de cualquier     persona se mide por su capacidad de reírse de sí    mismo"    Anónimo 



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