¿Por qué Manolo es un nombre de hombre y Silvia es de mujer? Existe una explicación científica...
¿Por qué Rodolfo es nombre de chico y Pili es nombre de chica? Es la pregunta que ha llevado a científicos de la Universidad de Londres (Reino Unido) a analizar los nombres más populares de los niños nacidos en la última década en Inglaterra, Australia y EE.UU. Y a partir de 15 millones de nombres distintos han identificado una relación entre los sonidos que contienen y el sexo del individuo. Según exponen hoy Benjamin Pitcher y sus colegas en la revista PLOS ONE, los nombres masculinos suelen incluir vocales grandes que se pronuncian con más énfasis (como la "o"). Por el contrario, los nombres femeninos suelen incorporar sonidos vocales más pequeños ("i").
El resultado es que nombres como Thomas o Tom se consideran más propios de un chico, mientras que Emily nos "suena" más femenino y apropiado para una chica. Después de todo, subrayan los autores, entre los mamíferos las vocalizaciones más profundas se asocian con individuos más grandes y voluminosos. Y en occidente "tendemos a pensar que cuando más alto es un hombre más masculino resulta y más éxito tendrá a la hora de buscar pareja", recalca Pitcher, que asegura que con el tiempo la preferencia por unos nombres u otros ha evolucionado en función de lo que la sociedad considera que son cualidades atractivas en cada sexo. Su siguiente objetivo, según ha anunciado, será averiguar si se confirma esta tendencia en otros idiomas.
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La investigación se basa en la proporción facial del ancho por el largo de la cara o índice FWH, por sus siglas en inglés, que se obtiene dividiendo la distancia horizontal máxima del extremo derecho y el izquierdo del rostro entre la distancia que separa la zona superior del labio del punto más alto de las cejas. Pues bien, según los científicos, las caras masculinas que asociamos a personas más dominantes y exitosas son aquellas con un ratio FWH alto, es decir, más anchas que largas. Por el contrario, tendemos a asociar los rostros alargados con una limitada capacidad de liderazgo y menores niveles de éxito.
Según Jamie Ward, coautor del trabajo, hay dos posibles explicaciones a este hallazgo. Un opción es que el FWH sea realmente un indicador visible de la personalidad dominante de un individuo, dado que también se asocia a ciertos niveles de testosterona. La otra posibilidad es que los humanos tendamos a escoger como líderes a individuos con el rostro ancho.
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