O el ladrón noble
Decía un bandido italiano: "Estamos tristes, es cierto, pero es que siempre hemos sido perseguidos. Los nobles usan la pluma, nosotros el fusil; ellos son los señores de la tierra, nosotros los del monte".
En un sentido amplio, la «modernización», es decir, la combinación del desarrollo económico, las comunicaciones eficaces y la administración pública, elimina las condiciones en que florece cualquier tipo de bandolerismo, incluido el social. (...) El bandolerismo social es un fenómeno universal que se da en las sociedades basadas en la agricultura (economía pastoril inclusive) y que se componen fundamentalmente de campesinos y trabajadores sin tierra oprimidos y explotados por algún otro: señores, ciudades, gobiernos, legisladores o incluso bancos. Se encuentra en una u otra de sus tres formas principales (...): el ladrón noble o Robín de los bosques, el luchador perteneciente a una forma de resistencia primitiva o miembro de una guerrilla, al que llamaremos haiduk, y posiblemente también el temible vengador.
(...) Existe la creencia generalizada de que los bandidos se multiplican en las áreas remotas e inaccesibles, tales como las montañas, llanuras sin caminos, regiones pantanosas, bosques o estuarios con sus laberintos de canales y ensenadas, y que se sienten atraídos por las rutas comerciales y las principales vías de comunicación donde el tránsito preindustrial es naturalmente lento y engorroso. La construcción de carreteras modernas buenas y rápidas es a menudo suficiente para una disminución rápida del bandolerismo. Una administración complicada e ineficaz lo favorece. No es casualidad que en el siglo XIX el imperio de los Habsburgo consiguiera enfrentarse mejor con su problema de bandolerismo que el destartalado y descentralizado imperio turco, o que las regiones fronterizas (...) tuvieran dificultades constantes. La situación ideal para el latrocinio es aquella en la que las autoridades locales son personas de la misma localidad que trabajan en situaciones locales complejas, y en donde unos cuantos kilómetros pueden poner al ladrón fuera del alcance e incluso del conocimiento de una autoridad y dentro del territorio de otra, que se desentiende de lo que pasa en el «extranjero».
Sin embargo, estos factores evidentes no explican por completo las marcadas diferencias regionales que se dan corrientemente en el bandolerismo (...). En los departamentos peruanos de Tacna y Moquegua, que por otra parte son idóneos para ello, no había bandidaje. ¿Por qué? Según un historiador de la materia porque «no había allí terratenientes, monopolizadores de los transportes o contratistas del trabajo, ni capataces, ni privilegios señoriales totales, absolutos e irrevocables sobre los suministros de agua». En otras palabras, porque el descontento campesino era menor. Los siglos XIX y XX han sido la gran época del bandolerismo social en muchas partes del mundo, de la misma manera que los siglos XVI, XVII y XVIII lo fueron probablemente en la mayor parte de Europa. Hoy en día, excepto en unas pocas zonas, está extinguido casi en todas partes.
Eric Hobsbawm, 2000
Bandidos, Editorial Crítica
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