Cuando empezamos a trabajar con veintitantos años, tendemos a pensar que las empresas se estructuran de forma racional, con divisiones razonables del trabajo, con flujos de comunicación transparentes… Pero rápidamente nos damos cuenta de que las organizaciones están integradas por personas que “juegan” a conseguir poder e influencia. Éste es el juego “político”. Dicho “juego” consiste en evitar todo tipo de racionalidad en la configuración de la empresa, en manipular la comunicación (con más intensidad cuando es jerárquica), en manipular a las personas…
El problema es que las reglas del juego nunca son explícitas, pero la mayoría juega. Es más, existen personas que se mueven como pez en el agua haciendo “política”: conocen instintivamente las reglas (los demás no tienen más remedio que aprenderlas). Las personas que no entienden las tramas políticas, o simplemente no quieren jugar, se encuentran en inferioridad de condiciones, no sólo para conseguir ascensos y mejoras salariales, sino para poder llegar a realizar su trabajo.
¿Por qué se producen los juegos políticos? Hay múltiples razones, entre otras: objetivos mal definidos, incapacidad para medir los resultados (que no sean los estrictamente financieros), malos procesos para la toma de decisiones, fuerte competencia individual (o grupal: departamentos, unidades de negocio…), envidias internas…
Pero el origen más habitual de cualquier juego político es la aparición del cambio. En muchas organizaciones, cualquier pequeño cambio es un drama ante el que se reacciona haciendo “política”, para defender los intereses creados y la distribución del poder.
Existen diferentes niveles para la acción política: el individual, el de coaliciones y el de red.
Individualmente, cada persona busca su propio interés. Aquellos que tienen intereses comunes pueden crear coaliciones, que son grupos informales que se unen temporalmente para resolver un problema (o evitar una amenaza). Las coaliciones son fuerzas políticas de gran intensidad dentro de las organizaciones, dinamitando todo aquello que vaya contra sus intereses. Por último las redes políticas son uniones temporales y poco compactas de individuos que buscan apoyo social para defender sus intereses. Las redes se orientan a personas, las coaliciones a problemas. Normalmente las redes funcionan durante más tiempo que las coaliciones.
¿Cómo se suele hacer política en las organizaciones? La gama de conductas políticas tiende al infinito, pero se pueden identificar algunas de ellas: atacar o culpar a otros (de nuestros errores), utilizar información privilegiada, crearse una buena imagen, desarrollar un grupo de individuos de apoyo, halagar a otros (hacerles la pelota…), crear coaliciones de poder, asociarse con personas influyentes, crear obligaciones (pedir reciprocidad ante determinados favores)…
Evidentemente, hay individuos con vocación: personas que muestran una extraordinaria proactividad a la hora de hacer política; otros en cambio son más reactivos. Lo más triste es el descubrimiento realizado por Fred Luthans: el 90% de los directivos pasan la mayor parte de su tiempo construyendo redes políticas, dedicando al trabajo real un tiempo insignificante. Al final, la conclusión es que en las organizaciones no ascienden necesariamente los mejores, sino los que dedican más tiempo al juego político…
El juego político es muchas veces como una representación teatral que en los momentos de campañas alcanza su clímax. Es su punto catártico. No extraña que el mundo de la literatura también le ha dado su espacio, ya que la política –y más las campañas- tiene todo para un buen argumento: están los que se consideran buenos y los malos, las estrategias, las puñaladas traperas, el objetivo final, el desenlace de quién gana finalmente las elecciones. Y entre medias, como artistas invitados, todos los electores. Por eso, a la hora de hacer una lista hay de todo. Desde novelas que ficcionan campañas reales a crónicas de campañas verdaderas. Además, hay que contar con los ensayos que se detienen en momentos y partidos políticos concretos –todos sabemos los que están ahora de actualidad- y con las figuras emergentes. Y después está el cómic. La novela gráfica en los últimos años está en todas las salsas, y también por supuesto en el juego político.
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