Humildad no es sinónimo de desvalorización
decían los sabios con experiencia y sin mucho título bajo el brazo.
La humildad es el valor para llegar a la razón o sentimientos de ese otro con el que tenemos que lograr una comunión, si es que así entendemos la comunicación.
Se sabe que una palabra dicha con humildad tiene el significado de mil palabras agradables. Si Oscar Wilde viviera seguramente respondería “ser natural es la más difícil de las poses”.
Entiendo que no hay comunicación posible sin comprender al otro primero, para ello antes es preciso descubrir las necesidades latentes para poder responder y cooperar desde ese lugar de conocimiento, desde ese estilo que predispone a uno a hacer lo que es bueno aquí y ahora, sin perder de vista el objetivo final “comprendernos”.
No ponerse en el lugar del otro, ni reparar en escuchar los reclamos porque no se considera importante lo que el otro tiene para decir es un claro caso de mala comunicación donde el eslabón no pudo ser encontrado.
En reiteradas ocasiones escucho que los políticos están alejados del pueblo, que sus discursos ya no seducen y que sus acciones carecen de credibilidad, será que el receptor no encuentra la humildad suficiente para cautivar su interés, me supongo; por tanto, no se trata simplemente de darnos cuenta que, debemos implementar autocríticamente una nueva forma de manejar y observar la comunicación sino, así podemos promover de manera eficaz la humildad en nuestras comunicaciones interpersonales.
Todo el conocimiento que acumulamos durante el proceso de aprendizaje que tenemos como seres curiosos, transmitàmoslo a nuestros semejantes con humildad, porque es la mejor manera de ayudar y entendernos.
Encontremos el eslabón perdido y entonces COMUNIQUEMOS
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