Tomo prestado el titulo de un libro Hanna Arendt para hablar de otro que he devorado estos dìas.
Se trata de un libro de Norman Mailer titulado “El castillo en el bosque”, un titulo ya de por si bastante inquietante, un libro que despierta las ganas de hablar del MAL, con mayuscula. Se trata de un libro de ficción no ficción, es decir se trata de una novela sobre una serie de personajes reales y cuyo narrador onmisciente no es otro sino el diablo, el Maligno. No se trata de una historia cualquiera sino de la familia de Adolf Hitler, la novela hurga en las vidas de sus padres, sus abuelos y en su infancia en busca de las semillas del mal.
¿Era Hitler nieto de un judio? Pues parece ser que no, lo que parece verosímil es que en la familia de Hitler hubiera varios casos de incesto y según Mailer es muy probable que Hitler fuera hijo de Alois que a su vez era el padre de Clara, la madre de Hitler. ¿Pero es esto cierto? ¿Dónde están las pruebas?
La verdad es que una novela es una novela y no un ensayo histórico, lo que es lo mismo que decir que poco importa si lo que Mailer -por boca del demonio- nos cuenta es o no verdad. Lo que importa saber es que la niñez de Hitler se desarrolló más o menos de forma similar a la de muchos niños austriacos de su generación.
En realidad la historia del incesto es un pretexto para explicar la preferencia del demonio por él, una especie de “demonio de la guarda”.. Al parecer los demonios están muy interesados en los niños que son concebidos con esta “mancha de sangre” que es el incesto y tal y como nos cuenta el demonio hay muchos niños que nacen con esta mancha. Es hasta lógico pensar que en ciertas comunidades agricolas primitivas, aisladas y empobrecidas, el incesto y los embarazos consiguientes fueran algo bastante común durante el siglo XIX. La cosanguineidad es con toda probabilidad el origen del mal, pero tambièn del genio y de las tareas heroícas.
Qué es el Mal.-
Sólo muy recientemente la Psiquiatria se ha ocupado del mal y hoy la Neurociencia ha desarrollado ciertas competencias sobre su diágnostico, aunque no ha podido ir más lejos de ciertas etiquetas como la de psicopatía o trastorno antisocial de la personalidad.. Los sospechosos habituales son la genética, los ambientes de privados, la pobreza, la falta de educación o los entornos violentos y/o antecedentes de abuso o maltrato infantil. La psicopatología sin embargo se nos queda corta a la hora de explicar el Mal, pues no todos los malvados o hechos malvados pueden explicarse a través de la locura, si bien entre la población general este tipo de explicaciones son las más apreciadas por comprensibles: “es malvado luego está loco, tanto más loco cuanto más incomprensible es el crimen”.
Decir que la maldad es un derivado de la psicopatía es dejar las cosas en su sitio, pues la palabra “psicopatía” no explica y no equivale a la palabra “maldad” obviando la evidencia de que la mayor parte de los psicópatas no son malvados sino simples tramposos.
Lo cierto es que la maldad no puede reducirse a una entidad clinica. necesitamos adentrarnos en la metafísica.
Pongo como ejemplo este crimen que se perpetró probablemente por los padres de esta niña china adoptada. ¿Cual fue el móvil del mismo?¿estaban locos los padres?¿Erán sadicos?. Lo más probable es que sea cierta esta hipótesis, la niña les molestaba después de que el abuelo muriera, pues si la adoptaron fue para complacer al dichoso abuelo. El mal se refugia pues en la simple cotidianiedad.
La banalidad del mal.
Sobre el Mal existen varias teorias, la primera es la platónica o nominalista, según la cual el Mal es una Idea, un Absoluto que preexistiría a la conciencia humana. La segunda es la naturalista según la cual el Mal no existe sino los hechos malvados. No podemos hablar del mal sino de “algo malvado” que viene definido por la moral humana. Es la moral la que divide a los hechos en morales (buenos) o inmorales (malos). Lo malo y lo bueno es una convención que además es mutable, lo que hoy es bueno mañana puede ser malo, tampoco podemos hablar de hombres buenos o malos sino de que los hombres pueden llevar a cabo hechos buenos o malos sin que ello implique a la maldad como categoria en ninguno de ellos. Es interesante señalar que la naturalización del mal tiene un corolario: el mal puede ser relativizado.
Más allá de estas teorías clásicas existen otras dos que no suelen ser señaladas por los estudiosos del mal, me refiero a la hipótesis freudiana y a la teológica.
Para Freud el mal procede del hecho de la represión instintiva, algo de lo que habló en un texto seminal, “Los malestares en la cultura” (1930). Lo que llamamos civilización no es sino una forma de decir que la supresión instintiva es necesaria para la convivencia y la socialización. Civilidad es pues represión y lo que se reprime es aquello que entra en contradicción no solamente con nuestra parte moral sino tambien con aquello que adelgaza nuestra autoestima. La culpa -el masoquismo- es pues el guardián individual del orden social mientras que el narcisismo es el que guarda las puertas del Yo y su satisfacción. En esta lucha entre las pulsiones instintivas narcisistas y masoquistas se dirime la batalla de los hombres. Algo que los esotericos han llamado el tercer reino.
Los reinos precedentes a este tercer reino, son según la teología cristiana el divino y el diabólico. Una especie de explicación cosmologica de la Caida, supone que los demonios y los ángeles, unos descendidos y otros ascendidos se reparten las tareas de la gestión de la vida de los hombres, unos tratando de llevar al hombre hacia lo divino y otros tratando de llevarlos a la perdición. Una guerra constante entre el bien y el mal que se sustantiviza en lo humano como caras opuestas de sus posibilidades de ser.
Una especie de maniqueismo que reproduce bastante literalmente Freud en su conceptualización de consciente e inconsciente..Pues lo que hay en el inconsciente es precisamente lo rechazado, lo diabólico. Y es necesario decir ahora que Dios es infinitimente bueno y el Maligno es absolutamente malo.
Me gustaria añadir ahora una cita de Jung que nos habla acerca de la procedencia de los males de la humanidad, al menos de la nuestra, la que está vinculada a la religión judeo-cristiana. Para Jung el origen de todos los males es la dualidad en la que el cristinianismo profundizó hasta el paroxismo. Cristo es representante de todo lo bueno sin ninguna grieta ni defecto humano a diferencia de todas las religiones monoteistas cuyos dioses sufrian debilidades muy humanas y reconocibles. La fundación de un Cristo super-bueno incluyó inmediatamente un Diablo super-malo y la separación entre los opuestos aumentó su distancia, entre ambos apareció una oquedad insalvable, la grieta de la dualidad. Y con ella la represión, el ocultamiento, la supresión y la negación de lo intolerable.
“La contraposición de lo luminoso y bueno, por un lado, y de lo oscuro y malo, por otro, quedó abandonada abiertamente a su conflicto en cuanto Cristo representa al bien sin más, y el opositor de Cristo, el Diablo, representa el mal. Esta oposición es propiamente el verdadero problema universal, que aún no ha sido resuelto”. (Carl G. Jung)
Clio.-
Clio es una de las musas, hija de Apolo y de Mnemosine (Memoria), es la Musa de la historia y de la poesía épica, a la que se atribuye por cierto el invento de la guitarra.
Son muchos los humanos que tratan de emparejarse con Clio a falta de algo tangible o atractivo y accesible, quieren pasar a la historia quizá para compensar una vida estúpida y carente de sentido. Es por eso que algunos se sienten el Elegido, como en la pelìcula de Màtrix, después de varias dudas, el héroe impulsado por una necesidad colectiva e inspirado por Clio toma entre sus manos el destino de un pueblo como en el caso de Moisés (los judios cautivos en Egipto esperaban a un mesias que les condujera a la Tierra prometida) y las predicciones paradójicas suelen cumplirse. O del III Reich en el caso de Hitler, pues Hitler no hubiera podido pretender a Clio de no ser por la humillación que Alemania sufrió en la I guerra mundial. El pueblo alemán pretendia una reparación pues el mal no puede explicarse pero puede redimirse a menudo con otro mal peor. Y el diablo propició el encuentro entre HItler y Clio.
La historia carece de sentido y es imposible encontrar en ella las fuentes de lo que los individuos concretos entendemos como sentido. Peor aun es buscarle en la psicología individual. Eso parece querernos decir Mailer en otra de sus obras seminales acerca del caso Oswald. ¿Era un agente de la CIA infiltrado en el KGB?¿Mató realmente Oswald a Kennedy? ¿Lo hizo solo o formando parte de una conspiración? ¿Por qué Ruby lo asesinó? y en cualquier caso ¿Por qué mató a Kennedy?
Lo que parece deducirse de la novela de Mailer es que las razones de Oswald son tan banales que siempre será mejor construir una teoria conspiratoria, que conformarse con la verdad.
Y la verdad no parece ser otra sino que movido por un narcisismo megalómano, Oswald mató a Kennedy para cambiar la historia. Nada personal le unía a él, ni siquiera lo odiaba y si resultó elegido fue por azar como hubiera podido ser otro sobre el que proyectar esa figura de liderazgo necesaria para que su crimen adquiriera notoriedad.
La mayor parte de los crimenes hoy se llevan a cabo por los galanteos que los individuos llevan a cabo con Clio.
La fascinación por el Mal.-
No cabe duda de que el mal es fascinante, es por eso que las peliculas de crimenes, las novelas de suspense, o las series gore tienen tanto éxito. Para entender este fenómeno de fascinación que hoy ya podemos encontrar en vìdeos de toda clase insertados en youtube hemos de entender qué se ha hecho de la culpa cristiana que alguien adosó en nuestra mente de forma individual.
El lector que haya llegado hasta aqui, ya sabe que la maldad era para Platón un Absoluto pero ya no quedan platónicos en nuestras sociedades avanzadas, lo más frecuente es que Aristóteles y su naturalismo se impusiera al mismo ritmo que la ciencia desplegó sus alas en la comprensión del mundo. Si el mal es naturalizado hay que contar con que puede ser relativizado y relativizar significa despojar al individuo de la culpa teológica que se deriva de sus comportamientos. La responsabilidad es el derivado laico de la culpa pero no puede suplantarla en su fortaleza moral. La responsabilidad es muy chantajeable y es por eso que puede desplazarse de lugar y proyectarse, “es el sistema, la sociedad o el Capital quien nos hace malvados”.
Una vez proyectado el culpable en algùn otro lugar, el individuo ya es libre para pasar a formar parte de la comitiva de los demonios, todo está pues permitido, al menos para algunos elegidos que son los que imparten justicia por sus propios medios, algunas veces de forma anónima pero otra consiguiendo buena parte de admiradores ocultos.
Y al final aparece la fascinación por el mal y el acceso libre a todas las posibilidades del deseo se hacen permeables, pues ya podemos publicitar nuestra lenidad en algùn video, en algùn corto, divulgar desnudos de novias desprevenidas o grabar el martirio de algún disidente, es asi como lo monstruoso nos vuelve y es asi como cualquier explicación no termina de encajar con los hechos.
Pues cualquier fechoria puede ser explicada por cualquier medio, y cuando todo falla tenemos a la Psiquiatría.
Pero lo cierto es que no sabemos nada de la maldad, es por eso que necesitamos una ciencia de lo inefable.
Bibliografía.-
Sigmund Freud (1930) Los malestares en la cultura
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