En la historia de la ciencia, muchos de los descubrimientos más importantes fueron hechos sin buscarlos, mientras se realizaban tareas cotidianas. Uno de estos famosos descubrimientos accidentales es el que realizó Arquímedes, que, entre otras cosas, es responsable del enunciado que lleva su nombre.
Este matemático, físico, astrónomo y uno de los precursores de la ingeniera, vivió en la antigua Grecia y, además de la impresionante cantidad de conocimientos que dejó a la humanidad, también es responsable de una expresión que seguramente escuchas más de una vez: Eureka.
Quién fue Arquímedes
Nacido el año 212 A.C en la cuidad de Siracusa, fue quizá uno de los matemáticos más importantes no sólo de sus tiempos, sino que también de la historia.
Estudió en Alejandría, la cuna del conocimiento en esa época, bajo otras grandes a los que sorprendió no sólo por su genialidad, sino por su particular forma de expresarse y un humor que le provocó más de un problema.
Si bien la matemática era su pasión y es responsable de varios enunciados que se utilizan en la geometría moderna, también contribuyó fuertemente en la física y en el área bélica. Los conocimientos de Arquímedes, fueron utilizados para diseñar varias máquinas utilizadas durante las Guerras púnicas, en las que perdió la vida el año 212 A.C.
La causal de su muerte, a manos de un soldado romano, también es leyenda: Al estar tan concentrado en uno de sus trabajos, le fustigó por pararse sobre sus diagramas. Ofendido, el soldado terminó asesinándole.
El Eureka más famoso de la historia
La Hidráulica, tiene como una de sus bases más importantes el llamado Principio de Arquímedes, a través del cual se explica que un cuerpo no puede ocupar simultáneamente el lugar del otro sin desplazarlo. El enunciado formal es:
“Un Cuerpo total o parcialmente sumergido en un fluido en reposo, experimenta un empuje de abajo hacia arriba igual al peso del volumen que desaloja.”
Sin meternos en detalles técnicos, queremos que conozcan la anécdota que llevó a tan importante descubrimientos.
A este verdadero genio de la ciencia, se le pidió averiguar si una corona estaba hecha de oro sólido o se trataba de un engaño. Para mayor complejidad, la corona no podía ser dañada.
Arquímedes se estaba por tomar un baño de tina y, cuando empezó a entrar en ella, se dio cuenta que el líquido se desplazaba y subía. Justamente allí tuvo una epifanía, ya que si sumergía la corona podría saber si estaba hecha de oro sólido, debido que tendría una menor densidad que la falsa y, por ende, desplazaría menos agua.
Ante su descubrimiento, sólo atinó a gritar ¡eureka! y salir corriendo para comunicarlo al mundo. El detalle es que olvidó vestirse antes y corrió desnudo por las calles de Siracusa.
Eureka, es hoy una expresión que se utiliza cuando se tiene un momento en que logramos encontrar la explicación a algo, en griego significa “lo he encontrado” y pasó a ser parte del vocabulario mundial gracias al entusiasmo de Arquímedes.
¿Conocías la historia detrás del Prinicipio de Arquímedes? Si quieres conocer más sobre este enunciado, te invitamos a conocer el experimento del huevo que flota.
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