Déjà vu es literalmente lo “ya visto”, en francés. El término fue utilizado por primera vez por el investigador parapsicológico Émile Boirac, a principios del siglo XX, pero casi cualquier persona a la que le preguntemos sabe en qué consiste: la extraña sensación de vivir una experiencia –incluso la más anodina y cotidiana– como si ya la hubiéramos experimentado antes o la repitiéramos. Según la ciencia, “casi cualquier persona” es más o menos el 70% de la población.
El fenómeno se conoce formalmente como paramnesia, la sensación de ser testigo de algo nuevo como si lo hubiésemos visto con anterioridad. Algunos otros datos incluidos en un estudio publicado en el 2003 afirman que la ocurrencia de los déjà vu es igual entre hombres y mujeres de diferentes razas, pero que se presenta con mayor frecuencia entre personas de entre 15 y 25 años de edad. Esto ha hecho creer a los especialistas que el fenómeno podría estar relacionado a neurotransmisores como la dopamina, los cuales son más altos en adolescentes y adultos jóvenes.
Esta explicación halló una buena acogida por parte de la comunidad científica cuando se supo el caso de un médico de 39 años, quien al enfermarse de gripe, se suministró amantadina y fenilpropanolamina, dos sustancias que aumentan la actividad de la dopamina en el cerebro. Luego de 24 horas con la medicación, el hombre reportó frecuentes episodios de déjà vu; el reporte del 2001 en la Journal of Clinical Neuroscience afirmó también que cuando el hombre dejó de tomar la medicación, los déjà vu también desaparecieron.
Aún otra explicación sobre estos episodios de realidad alterada viene al relacionar los déjà vu con la epilepsia. Hay ciertos tipos de epilepsia que se disparan desde el hipocampo cerebral, una zona que se encarga además de administrar la memoria de corto y largo plazo. La gente con epilepsia del lóbulo temporal afirma tener “consistentemente experiencias de déjà vu justo antes de un ataque”, según un artículo de la revista Neuropsychologia, que liga los ataques epilépticos con una actividad azarosa de las neuronas, que lleva a experimentar nuevas situaciones con curiosa familiaridad.
Además de los déjà vu, existen algunas otras variaciones sobre experiencias donde el sujeto no puede fijar con certeza las coordenadas de su realidad, al menos durante un breve periodo de tiempo. El jamais vu (“nunca visto”), por ejemplo, es la sensación de extrañeza frente a algo sumamente familiar (p.ej.: estar en nuestra propia casa y sentir que no es nuestra); o el déjà entendu (“ya escuchado”), que ocurre cuando alguien siente que ha escuchado una charla o una melodía con anterioridad, pero es incapaz de recordar dónde.
Los déjà vu, sin embargo, continuarán asombrándonos y sugiriendo nuevas formas de fisurar nuestro continuo de conciencia; al igual que los sueños y su implicación de estado fronterizo entre realidades, los déjà vu también se experimentan subjetivamente como la sensación de que el disco de la realidad puede rayarse, dando la apariencia de que la realidad objetiva también se equivoca.
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