Desde hace bastante tiempo se ha insinuado que la psicosis y la creatividad guardan ciertas similitudes (la historia está llena de genios locos o excéntricos como Vincent van Gogh). Muchos estudios han concluido que las personas altamente creativas tienden a tener más “desinhibición cognitiva” que el resto de las personas, lo que conduce a que filtren mucho menos los estímulos o datos que les rodean, una característica que también se presenta en los desórdenes psicopáticos leves.
Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por un equipo de investigadores de deCODE Genetics (con sede en Islandia), especializada en el estudio del genoma y el Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del Kings College de Londres (Reino Unido) ha revelado que los genes asociados a la creatividad pueden aumentar el riesgo de desarrollar trastorno bipolar y esquizofrenia.
Para su estudio, los científicos analizaron los resultados de un trabajo con una muestra de 86.292 personas relativa al riesgo genético tanto de esquizofrenia como de trastorno bipolar. Además, se añadió el aspecto de “ser creativo” en todas aquellas personas pertenecientes al gremio artístico, ya fueran bailarines, músicos, escritores, actores o artistas visuales.
La comparación de los resultados reveló que aquellas personas definidas como creativas tenían un riesgo genético significativamente mayor a estos trastornos psiquiátricos que aquellas no consideradas creativas.
“Para la mayoría de los trastornos psiquiátricos, se conoce poco sobre las vías biológicas subyacentes que conducen a la enfermedad. Una idea que ha ganado credibilidad es que estos trastornos reflejan extremos del espectro normal del comportamiento humano, en lugar de ser cada uno una enfermedad psiquiátrica distinta. Al conocer que los comportamientos saludables, como la creatividad, comparten su biología con enfermedades psiquiátricas, ganamos una mejor comprensión de los procesos de pensamiento que llevan a una persona a enfermar y a desarrollar una enfermedad mental”, explica Robert Poder, coautor del estudio.
Nature Neuroscience.
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