«Uno de los primeros síntomas de la psicosis consiste en pensar que uno quizá se esté volviendo psicótico. Es otra trampa china. No se puede pensar en la locura sin convertirse en parte de ella». Philip K Dick, VALIS
“Mi familia y todos cuantos me rodean son actores que siguen un guión, una farsa para convertirme en el foco de atención de todo el mundo”. Los psiquiatras canadienses Ian y Joel Gold aseguran haber descubierto una nueva patología mental a la que han clasificado con el nombre de Síndrome de Truman, en referencia a la conocida película de finales de años 90.
Al igual que le sucedía a Jim Carrey, los pacientes creen estar vigilados por cámaras que retransmiten su vida a través de un programa de televisión y consideran que todo forma parte de una gigantesca simulación. “Mi vida es seguida por millones y millones de personas”, asegura uno de ellos. “La gente actúa para ver mis reacciones”.
Uno de los enfermos tratados por los hermanos Gold, por ejemplo, viajó hasta Nueva York para comprobar si las Torres Gemelas seguían estando allí porque creía que la emisión en directo de los atentados del 11-S era parte del guión de su reality show. Si seguían estando allí, confesó, podría demostrar a los demás, y a sí mismo, que todo era un montaje.
Otro paciente, tal y como refiere The New York Times, confesó a los psiquiatras su intención de acudir a lo más alto de la Estatua de la Libertad convencido de que los guionistas le reunirían allí con el “amor de su vida”. Si al llegar ella no estaba, el paciente estaba dispuesto a saltar al vacío.
Aunque los síntomas pueden coincidir con un cuadro clásico de paranoia, los doctores han bautizado la enfermedad como “síndrome de Truman” porque una buena parte de los pacientes diagnosticados mencionaron expresamente la película. No hablaron de Matrix, ni de la novela “1984”, sino que compararon su situación con la película de Peter Weir.
A diferencia de otras enfermedades como el síndrome de Capgras, en el que el paciente cree que sus familiares han sido reemplazados por impostores, o el síndrome de Frégoli, que consiste en creer que las personas conocidas no son quienes dicen ser, el mal de Truman tiene la particularidad de implicar una conspiración a nivel mundial.
Desde que informaron sobre la existencia de estos casos, otros psiquiatras han encontrado al menos media docena más de pacientes con síntomas similares. Los especialistas consideran que el entorno cultural tiene un gran peso en este fenómeno: la presión de una sociedad cada vez más interconectada y “videovigilada”, en la que nuestra intimidad personal empieza a disolverse en grandes redes de información.
Lo más interesante es que los psiquiatras sostienen que este tipo de alucinaciones suelen reflejar las verdaderas preocupaciones de una sociedad. De la misma forma, durante los años de la Guerra Fría era frecuente encontrar individuos que creían tener instalado un microchip de la CIA en una de sus muelas o que consideraban al vecino un peligroso miembro de la KGB.
Así pues, la existencia de una sociedad que nos vigila y conoce perfectamente cada paso que damos parece haberse convertido en nuestro nuevo miedo colectivo. Ante ello, no estaría mal recordar ese viejo e inquietante dicho, tan repetido en psiquiatría: “Sólo porque estés paranoico no quiere decir que no haya nadie siguiéndote”.
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