“Perdón, dijo Yuan Hien, ser pobre es carecer de bienes, pero ser miserable es no poder poner en práctica el propio saber. Yo soy pobre pero no miserable”.
Chang-Seu
Los náufragos del desarrollo, aquellos cuya integración no es factible en el modelo económico-productivo, no están en condiciones de comprar cualquier cosa. Se ven ‘condenados’ a hacerla. Su supervivencia depende de su maña.
Existen , multitud de agentes sociales dentro de los sectores explotados y marginados de la población, cuya ubicación dentro del entramado social no se puede realizar atendiendo a la categoría de trabajo –o actividad productiva-, sencillamente porque están al margen de ella. El desarrollo de estas actividades informales están presentes en todo el mundo: en los suburbios de las megalópolis, en las chábolas del tercer mundo o llamados paìses en vìa de desarrollo, en las reservas donde sobreviven especies humanas en vías de extinción...
Existe una pluralidad de personas, en situaciones distintas, a los que el presente orden social explota, margina y reprime. Y todos ellos están atravesados por una diferencia fundamental, constituyente de la especie humana, que es la existencia de dos sexos –entre los cuales se establecen relaciones de dominación/dependencia- . Se consolidan comportamientos de género que traspasan barreras de clase, cultura, etnia...Lo cual hace que se plantee la necesidad de que la mujer, dentro de los diversos sujetos colectivos, pase a constituirse como sujeto propio.
Los vencidos por la modernidad han demostrado que la solidaridad es una forma auténtica de riqueza. Los pobres son mucho más ricos de lo que se dice y de lo que ellos mismos creen. La increíble alegría de vivir que sorprende a muchos observadores de los suburbios africanos es menos engañosa que las deprimentes evaluaciones objetivas de los aparatos estadísticos que no incluyen más que la versión occidental de la riqueza y la pobreza. Lo informal tal vez permita desarrollar una sociedad distinta desde la regeneración de los viejos lazos de reciprocidad y solidaridad.
Para saber más: El planeta de los náufragos. Serge Latouche. 1991.
Para saber más: La explosión del desorden. Ramón Fernández Durán. 1993.
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