Cuando nos gusta alguien realizamos cambios sutiles en nuestra voz con objeto de cortejar a la otra persona. Además, en el proceso de cortejo o ligue, estas modulaciones tan imperceptibles también provocan que el que las realiza parezca más atractivo para su interlocutor. Es la principal conclusión de un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Stirling (Reino Unido) que analizó los rangos vocales de hombres y mujeres en situaciones de cortejo.
Para el estudio, los investigadores analizaron el patrón vocal de 110 individuos heterosexuales, comparando a hombres y mujeres tanto cuando conversaban con personas que les resultaban atractivas como cuando no. Así, descubrieron que cuando los hombres hablaban con mujeres a las que encontraban atractivas, la voz de los hombres se volvía más “cantarina” y más variable; cuando hablaban con mujeres que no les gustaban la voz se volvía más baja y grave.
“Investigaciones anteriores han demostrado que los humanos señalan su interés romántico de varias maneras diferentes, incluyendo comportamientos no verbales y el lenguaje corporal, como el contacto visual y el tacto casual, por ejemplo juguetear con el cabello de alguien. Nuestro estudio muestra que la gente también modula su voz para señalar el interés romántico y que esto, a su vez, hace que el hablante parezca más atractivo”, afirma Juan David Leongómez, líder del estudio.
A pesar de que la masculinidad es importante para los hombres, el estudio ha demostrado que la masculinidad extrema, como por ejemplo, hablar con un tono de voz más profundo y grave, se asocia a rasgos negativos en la pareja, ya que conllevan un aumento de la agresividad y la promiscuidad. “Esto pone a los hombres en un dilema, porque tienen que transmitir dos mensajes aparentemente contradictorios al mismo tiempo. La solución puede ser la de variar su tono de voz - lo que explicaría la calidad cantarina de las voces que hemos observado en los hombres cuando hablan con mujeres atractivas”.
El estudio ha sido publicado en la revista Evolution and Human Behavior.
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¿Sueñan de forma diferente hombres y mujeres?
Se podría decir que sí, al menos a tenor de dos recientes investigaciones. Los resultados de la primera de ellas, llevada a cabo en la Facultad de Medicina de Mannheim, en Alemania, indican que aunque las mujeres sueñan cada vez más con el trabajo –el doble que hace cincuenta años–, no sienten tanto estrés onírico como los hombres, los cuales sufren recurrentes pesadillas sobre la oficina.
Otro hallazgo de Markus Georgi y Michael Schredl, coautores del estudio, fue que en los sueños femeninos aparecen con más frecuencia comida, ropa y situaciones relacionadas con el aspecto y con la niñez, así como la sensación de flotar, sumergirse o de caer por el aire. Por su parte, en los masculinos abundan la violencia y la sexualidad en escenarios exteriores, con armas, herramientas y largas carreteras.
Estos expertos también apreciaron que las diferencias de género surgen a edad temprana. Los niños sueñan más con monstruos y animales grandes, mientras que las niñas lo hacen con seres humanos y criaturas pequeñas. Entre los doce y quince años, ellas padecen más ansiedad por contenidos que les provocan desasosiego.
El otro ensayo, hecho en la Universidad del Oeste de Inglaterra, en Bristol, ratificaba que el mundo onírico de ellas es más emocional y familiar, y transcurre en espacios cerrados, al contrario que los sueños de los varones, que suceden al aire libre. Además, a las féminas las envuelven sentimientos más complejos y desagradables, y suelen involucrar en mayor grado a miembros de la familia.
En el mundo de los sueños. Hiperfotos de Jean François Rauzier
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