En el Occidente desarrollado se da una curiosa paradoja, mientras vivimos en un mundo de superabundancia de alimentos, en donde el sobrepeso y la obesidad son una verdadera epidemia sanitaria, aún así millones de sobrealimentados ciudadanos, convencidos por agresivas campañas de marketing, compran y compran suplementos alimenticios sin necesidad alguna. Y este extraño comportamiento además de innecesario y derrochador pone en peligro la vida de decenas de miles de personas al año.
El mercado de los suplementos alimenticios (concentrados de vitaminas, oligoelementos y minerales, además de bebidas y preparados alimentarios energéticos), utilizados habitualmente para combatir síntomas de enfermedad o de simple fatiga o para “mantener” o “mejorar” las condiciones de salud es un negocio milmillonario que no cesa de crecer. Así por ejemplo en los EEUU el número de estos productos que un consumidor puede comprar ha pasado desde los 4.000 en 1994 hasta la increíble cifra de más de 55.000 en el año 2012, por lo que gracias a agresivas campañas de publicidad en la actualidad alrededor de un 40% de los ciudadanos estadounidenses toma regularmente suplementos multivitamínicos y más de la mitad de la población norteamericana utiliza habitualmente suplementos dietéticos. Y estas cifras no hacen más que aumentar año tras año en todo el mundo occidental, de tal manera que sólo en EEUU las ventas de este tipo de productos alcanzan la astronómica cifra de unos 28 mil millones de dólares anuales.
Y lo increíble del caso es que existe toda una creciente literatura científica que indica que el consumo de este tipo de productos no sólo no es beneficioso sino que en algunas ocasiones puede incluso ser perjudicial para la salud de los consumidores. Pues bien, un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista médica “New England Journal of Medicine” ha empezado a poner cifras a este riesgo sanitario.
Analizando datos recolectados en los departamentos de urgencias médicas de 63 hospitales estadounidenses durante el periodo 2004-2013 los autores han podido estimar que sólo en los EEUU se producen anualmente más de 23.000 visitas a urgencias hospitalarias relacionadas con el consumo de estos suplementos. Aunque los pacientes pertenecen a todas las edades aparecen dos grupos de riesgo destacados. El 28% de los atendidos tienen edades comprendidas entre los 20 y los 34 años, es decir adultos en la mejor época de la vida. Y el segundo rango de edades más habitual entre los pacientes es el de niños menores de 4 años con un 22% de los ingresos. Los motivos suelen ser de lo más variado, desde alergias pasando por palpitaciones, ahogos, dolor de pecho o taquicardias hasta intoxicaciones más o menos graves, de tal manera que alrededor de un 10% de los atendidos en urgencias necesitan ser hospitalizados posteriormente. Y todo ello, no lo olvidemos, por intentar cubrir una necesidad ficticia, creada exclusivamente para aumentar la cuenta de resultados de grandes corporaciones transnacionales.
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