27 dic 2015

Bandolerismo social

O el ladrón noble


Decía un bandido italiano: "Estamos tristes, es cierto, pero es que siempre hemos sido perseguidos. Los nobles usan la pluma, nosotros el fusil; ellos son los señores de la tierra, nosotros los del monte".

En un sentido amplio, la «modernización», es decir, la combinación del desarrollo económico, las comunicaciones eficaces y la administración pública, elimina las condiciones en que florece cualquier tipo de bandolerismo, incluido el social. (...) El bandolerismo social es un fenómeno universal que se da en las sociedades basadas en la agricultura (economía pastoril inclusive) y que se componen fundamentalmente de campesinos y trabajadores sin tierra oprimidos y explotados por algún otro: señores, ciudades, gobiernos, legisladores o incluso bancos. Se encuentra en una u otra de sus tres formas principales (...): el ladrón noble o Robín de los bosques, el luchador perteneciente a una forma de resistencia primitiva o miembro de una guerrilla, al que llamaremos  haiduk, y posiblemente también el temible vengador
(...) Existe la creencia generalizada de que los bandidos se multiplican en las áreas remotas e inaccesibles, tales como las montañas, llanuras sin caminos, regiones pantanosas, bosques o estuarios con sus laberintos de canales y ensenadas, y que se sienten atraídos por las rutas comerciales y las principales vías de comunicación donde el tránsito preindustrial es naturalmente lento y engorroso. La construcción de carreteras modernas buenas y rápidas es a menudo suficiente para una disminución rápida del bandolerismo. Una administración complicada e ineficaz lo favorece. No es casualidad que en el siglo XIX el imperio de los Habsburgo consiguiera enfrentarse mejor con su problema de bandolerismo que el destartalado y descentralizado imperio turco, o que las regiones fronterizas (...) tuvieran dificultades constantes. La situación ideal para el latrocinio es aquella en la que las autoridades locales son personas de la misma localidad que trabajan en situaciones locales complejas, y en donde unos cuantos kilómetros pueden poner al ladrón fuera del alcance e incluso del conocimiento de una autoridad y dentro del territorio de otra, que se desentiende de lo que pasa en el «extranjero».
Sin embargo, estos factores evidentes no explican por completo las marcadas diferencias regionales que se dan corrientemente en el bandolerismo (...). En los departamentos peruanos de Tacna y Moquegua, que por otra parte son idóneos para ello, no había bandidaje. ¿Por qué? Según un historiador de la materia porque «no había allí terratenientes, monopolizadores de los transportes o contratistas del trabajo, ni capataces, ni privilegios señoriales totales, absolutos e irrevocables sobre los suministros de agua». En otras palabras, porque el descontento campesino era menor. Los siglos XIX y XX han sido la gran época del bandolerismo social en muchas partes del mundo, de la misma manera que los siglos XVI, XVII y XVIII lo fueron probablemente en la mayor parte de Europa. Hoy en día, excepto en unas pocas zonas, está extinguido casi en todas partes. 
Eric Hobsbawm, 2000
Bandidos, Editorial Crítica


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La neurociencia de las decisiones

¿Realmente crees que eliges las cosas racionalmente?

AL ELEGIR SOMOS MANIPULADOS POR DIVERSOS ESTÍMULOS EXTERNOS Y TAMBIÉN, SE PODRÍA, DECIR POR DIVERSOS SUBSTRATOS DE NUESTRO PROPIO CEREBRO.

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Las facultades intelectuales se desdoblan de un estado de ignorancia a un estado de conocimiento. La naturaleza emocional se desdobla de una condición de instinto a una condición de intuición.
-Manly P. Hall

Cuando pensamos en las personas que toman decisiones irracionalmente, manipulados por fáciles estímulos, prejuicios, fanatismos, pasiones y cosas del estilo, siempre pensamos que son otros. Sin embargo, nadie o casi nadie escapa de ser víctima de factores emocionales e inconscientes en sus decisiones y elecciones y no sólo en algunos momentos, sino cotidianamente; esto se debe a la forma en la que está construido nuestro cerebro.
Consideremos la investigación de Drew Westen en torno a la filiación partidaria en Estados Unidos. En un estudio personas de inclinación republicana y demócrata escucharon dos discursos en los que George W. Bush (republicano) y  John Kerry (demócrata) se contradecían de manera explícita. Los republicanos no notaban las contradicciones de Bush, pero rápidamente las de Kerry (y viceversa). Según Westen en este proceso cognitivo se apagaban los circuitos relacionados al razonamiento consciente:
Esencialmente, parece que los partisanos viran el caleidoscopio cognitivo hasta que obtienen las conclusiones que desean… Todos solemos razonar bajo juicios emocionalmente sesgados cuando tenemos intereses invertidos en “los hechos”.
Westen concluye que este tipo de procesos cognitivos tendenciosos operan a partir de un reforzamiento de las creencias puesto que el cerebro recibe una recompensa (de dopamina) cuando ve reflejado lo que piensa y así se autoafirma. En cierta forma nos volvemos adictos a que el mundo se ajuste a lo que creemos, como si éste estuviera dándonos el regalo de cumplir nuestro deseo.
Jonah Lehrer en su libro “How We Decide” nos presenta un ejemplo:
Digamos por ejemplo que estás analizando cereales para desayunar en el supermercado. Cada opción activa una serie de pensamientos en competencia. Tal vez la granola orgánica es deliciosa, pero demasiado cara; los Corn Flakes integrales saludables pero poco apetecibles; los Fruit Loops son una marca atractiva pero tienen demasiada azúcar. Cada uno de estos proceso detonará un conjunto particular de emociones y asociaciones que competirán por tu atención consciente.  Antoine Bechara, un neurocientífico de la Universidad del Sur de California, compara esta frenética competencia neural con la selección natural, con las emociones más fuertes (‘¡realmente quiero Honey Nut Cherrios!’) y los pensamientos más convincentes (‘debería de comer más fibra’) ganando terreno sobre los más débiles (‘me gusta el personaje de caricatura en la caja de los Fruit Loops’). El ensamble de neuronas que logre apuntalarse determinará lo que desayunes.  “El punto es que la mayoría  de la computación se hace a un nivel emocional, inconsciente y no a un nivel lógico”, dice Bechara.
La revista New Scientist pone un interesante ejemplo sobre cómo tomamos decisiones irracionalmente, principalmente por nuestra inhabilidad de hacer un juicio sin tener algo con que comparar. Consideren un menú:

Desayuno inglés completo £9.95
Salmón ahumado & huevos revueltos £5.95
Waffles con  miel de maple £4.75
Huevo hervido £4.00

Cuando vemos un menú así generalmente elegimos el salmón ahumado, puesto que en comparación con el desayuno completo nos parece una gran oferta. Si quitamos el desayuno inglés completo entonces experimentos muestran que las personas eligen una de las dos últimas opciones la mayoría de las veces. Esto es lo que el investigador  Dan Ariely  llama irracionalidad predictiva.Este tipo de pequeños trucos son utilizados constantemente en el marketing.
Otro de los grandes factores que determinan nuestras decisiones y nuestra percepción es la percepción social. En su excelente libro “Global Brain”, Howard Bloom explica como prácticamente la realidad es una alucinación consensual. Un ejemplo llamativo es el experimento que hizo el famoso investigador Solomon Asch. Se mostraron cartas con unas líneas a un grupo, en una de ellas las líneas eran exactamente iguales y en la otra eran claramente diferentes. Se trajo a un individuo que no sabía lo que estaba sucediendo y se pidió a nueve voluntarios previamente seleccionados que exclamaran que las líneas que no empataban eran las mismas, y que las líneas que sí eran iguales eran distintas. Los resultados mostraron que al preguntarle a este individuo (y a muchos más que hicieron el mismo experimento) sobre las líneas éste contestó de manera equivocada coincidiendo con los juicios erróneos que habían sido vocalizados. Examinando a los voluntarios, los investigadores notaron que no sólo habían cedido a la presión de conformarse, sino que incluso algunos habían alterado sus percepcions inconscientemente para ver algo que claramente no estaba ahí, sino que existía solamente en el consenso de la multitud. 
Ejemplos como este hay muchos y muestran lo endeble que es nuestro aparato perceptivo y cognitivo y lo ligado que está a la influencia del entorno. Como escribiera el novelista Don Delillo: “Estar aquí es una especie de abandono espiritual. Sólo vemos lo que otros ven, los miles otros quienes estuvieron aquí antes, aquellos que vendrán después. Hemos acordado ser parte una percepción colectiva”. Vivimos cada uno en lo que Robert Anton Wilson llamó”un túnel de realidad”, el cual se entrelaza con los túneles de realidad colectiva que forman nuestras creencias. Los túneles de realidad son una especie de constructos de memoria, ideología, creencias y prejuicios que funcionan como una visión de túnel sobre nuestra percepción de la realidad, eliminando todo lo que no coincide con esta preconfiguración y sólo arrojando una angosta luz mental a aquello que sí entra dentro de este rango. Esto ocurre a un nivel básico, ontológico de nuestra aprhensión del mundo, limitados por la necesaria discriminación que hacen nuestros aparatos cognitivos para no verse inundados por un exceso de estímulos. Escribe Robert Anton Wilson:
Todo tipo de ignorancia en este mundo resulta de no darnos cuenta que nuestras percepciones son solo apuestas. Creemos lo que vemos y luego creemos nuestra interpretación de ello; la mayoría de las veces ni siquiera sabemos que estamos haciendo una interpretación. Creemos que es la realidad.
Esto nos lleva a preguntarnos si podemos superar este escollo de filtrar la realidad a través de nuestros preconceptos, así como también si podemos dejar de ser víctimas de la manipulación emocional al decidir actuar. En este sentido tradiciones antiguas consideraron que existían facultades cognitivas más sutiles que podían acercarse más a una aprehensión pura de lo real. La neurociencia moderna tiene algunos casos raros en los que también parece coincidir con esta posibilidad.
El psicólogo holandés Ap Dijksterhuis descubrió que cuando se trata de decisiones complejas las emociones conocen razones que exceden las facultades de la razón. En un experimento se evaluó una serie de autos conforme a un conjunto de variables para determinar cuáles eran los mejores autos para un consumidor. Luego se les informó a un grupo de personas sobre las cualidades de cada auto (evidentemente sin decirles cuales eran los mejores evaluados). Posteriormente se les pidió que eligieran cuál era auto ideal para realizar una compra. Dijksterhuis descubrió que las personas que tuvieron tiempo para pensar de manera racional –cuidadosamente contemplar los datos duros y sopesar  cada alternativa—escogieron el auto ideal menos del 25% de las veces –una menor efectividad que una selección aleatoria. En cambio, personas que recibieron la información pero que luego se les distrajo realizando otra actividad –“aquellos que fueron forzados a decidir con sus emociones”, explica Lehrer en su libro “How to Decide2—eligieron el mejor auto un 60% de las veces. Otro estudio similar en el que expertos evaluaron las mejores mermeladas del mercado demostró que cuando a un grupo de sujetos experimentales se les pidió de botepronto que evaluaran las mismas mermeladas según su calidad, estos realizaron una evaluación a la par de los expertos, pero cuando se les pidió que realizaran esta evaluación pero explicando por qué habían hecho tales elecciones  su evaluación fue completamente distinta, sin lograr ajustarse al canon de la calidad de estos productos.
imagesOtro caso sobresaliente en este sentido es el del físico y jugador de póker profesional Michael Binger, quien sólo empezó a ganar cientos de miles de dólares cuando descubrió que saber contar las cartas no era suficiente para llevarse una mano de este deporte mental, que a veces había dejar de considerar las probabilidades matemáticas para apostarle a lo que sientes. “Como físico, es difícil admitir que simplemente no pueden razonar tu camino hacia una partida ganadora. Pero esa es la realidad del poker. No puedes construir un modelo perfecto para él. Esta basado en una aparentemente infinita cantidad de información. En ese sentido, el poker es cómo la vida real. Lehrer incluye otros estudios en su libro “How We Decide” que parecen indicar que cuando existe mucha información el cerebro racional entra en una especie de estado de pánico y no logra manejar los datos. El cerebro emocional, en cambio, al hacer uso de la mente subconsciente, que integra una mayor cantidad de información, resuelve con mayor soltura ante tal complejidad. A los indecisos, Ap Dijksterhuis recomienda: “Usa tu mente consciente para adquirir toda la información que necesitas para tomar una decisión. Pero no trates de analizar la información con tu mente consciente. Mejor toma un descanso mientras tu mente inconsciente la digiere. Lo que sea que tu intuición entonces te diga seguramente será la mejor elección”. Y Jonah Lehrer agrega, “las decisiones más difíciles son las que requieren de más sentimiento”.
Por último quizás sea prudente recordar la idea de Platón de que la educación debía estar destinada a abrir lo que llamó el ojo del alma o también el ojo de la mente. Aunque Platón y su maestro Sócrates están ligados en la historia del pensamiento occidental a la consolidación de la razón como la facultad mental por excelencia –y ciertamente Platón notó la importancia del proceder racional y la práctico con enorme profundidad–, el gran filósofo consideraba que la intuición era la culminación de la inteligencia. Lo más alto a lo que podía llegar un filósofo era al conocimiento intuitvo (noesis), puesto que así participaba en la región de las formas arquetípicas que descansaban en el alma y en la eternidad. Para Platón la facultad intuitiva era una forma de descubrir el conocimiento que estaba oculto en la propia alma, una forma de recordar (anamnesis). La noción que rige el planteamiento de Platón, es que sólo lo eterno es real, y entonces sólo las Formas (o Ideas) son reales en una cosa, la cual es sólo una sombra de esta realidad arquetípica.  
Si queremos aplicar la visión platónica a una decisión, debemos de considera entonces la posibilidad de que la mente humana puede desarrollar una facultad de ver en las cosas su naturaleza universal y no sólo particular, un destello de la esencia que revela o refleja en nuestra alma, el alma de cada cosa.

Twitter del autor: @alepholo

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18 dic 2015

Pasiòn o Extinciòn (dice la ciencia :-))

besopeques  Sin pasión, nos habríamos quedado en la cueva y la glaciación, o un oso, se habría tragado al último Homo Sapiens. Todos los vivos hoy, somos descendientes de innumerables pasiones que acabaron con éxito. A otros, también apasionados, les aplastó un mamut (probablemente) y no andan ahora preocupados por los regalos de Reyes.
Pero todos los nuestros son los ancestros que bajaron del árbol, dejaron la cueva y se quitaron los calcetines para cortejar a machos y hembras, lloviera o tronara, hasta encontrar pareja…  De ahí que 16 millones de personas en este planeta sean todas de la misma familia que el bárbaro Genghis Khan. Bárbaro, sí, cruel, también. Pero hacía el amor todas las noches (cuentan), lo que ha hecho que su ADN se expanda apasionadamente hasta nuestros días. Si uno solo de los antepasados de nuestra línea evolutiva hubiera dicho: “¡Uff, qué pereza!”… no estaríamos aquí.
Pero la pasión es como una peli en la que no sabes si el prota es bueno o malo. Apasionados bailamos tango; corremos un maratón; estudiamos una ingeniería; subimos a la Luna y bajamos… También, apasionados, pegamos puñetazos, lloramos hiel por el abandono, o perseguimos a un ex amante por cada red social enviándole restos moribundos de nuestros gatitos compartidos.
Buena, o mala, pero es la pasión lo que nos saca de la cama. A los humanos, y a los osos panda. Así lo muestras científicos del Meghan Martin-Wintle del Instituto de Conservación del Zoo de San Diego.“Los osos panda necesitan más pasión en su vida amorosa”, titula el Huffington Post. Eso, o se exinguen.
Los científicos encontraron que el plácido devorador de bambú se reproduce solo si se lo trabaja. Cuando el panda corteja, se muestra interesado por la hembra, y le echa pasión al flirteo, se reproduce. Cuando no lo hace, y se deja los calcetines puestos, pues el éxito reproductivo es 0. ¡¡La ciencia ha hablado!!

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15 dic 2015

La neurociencia de lo nuevo

(o por qué tener experiencias nuevas es lo 

más inteligente que puedes hacer)

EXPERIENCIAS NOVEDOSAS, DESAFÍOS, APRENDIZAJE Y ENCUENTROS ESTÉTICOS PRODUCEN NUEVAS NEURONAS.

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Todos hemos escuchado que hacer cosas nuevas mantiene el cerebro joven y en general es bueno para la salud. Esto se ha confirmado científicamente y, de hecho, realizar actividades novedosas es uno de los factores principales que promueven la neurogénesis, es decir, la generación de neuronas durante el curso de la vida. Experimentar cosas nuevas es quizás la mejor forma de procurar el desarrollo perenne de nuestra inteligencia.
Antes se creía que uno nacía con las neuronas que iba tener y que si las perdía, ello era un daño irreversible; con el auge de la neuroplasticidad hoy sabemos que, por suerte, nuestro cerebro es un órgano dinámico. La neurocientífica Sandrine Thuret explica que todos los días producimos por lo menos 700 neuronas en el hipocampo. “Pueden pensar que esto no es mucho comparado con los millones de neuronas que tenemos, pero cuando llegamos a los 50, hemos intercambiado las neuronas con las que nacimos en esta estructura por neuronas nacidas en nuestro cerebro adulto”. 
Thuret entiende que la neurogénesis es una actividad en la que podemos influir voluntariamente. “Tenemos suficiente evidencia como para decir que la neurogénesis es un objetivo que podemos elegir si queremos mejorar nuestra memoria o nuestro estado de ánimo, e incluso prevenir el declive de funciones asociado con la edad o el estrés”. Thuret menciona tres actividades fundamentales que generan neuronas: correr (o hacer algún otro ejercicio), tener sexo y hacer algo nuevo (aprender un idioma, tomar clases de baile, etcétera).
El poder de aprender algo y de constantemente refrescarse sometiéndose a actividades novedosas –lo importante es que no nos estresemos haciéndolo– no debe ser subestimado. Diversos estudios muestran que cuando aprendemos, las células del cerebro envían y reciben información relacionada a una tarea de manera más eficiente. Esta actividad intensificada hace que se formen nuevas conexiones –y son estas conexiones las que, a la larga, mantienen la salud del cerebro y su capacidad de seguir aprendiendo. 
Especialmente los nuevos pensamientos y habilidades son algo que crea vías neurales, las cuales pueden ser reforzadas a través de la repetición, formando hábitos; las vías neurales que se dejan de usar son como caminos que se van llenando de hierba y empiezan a desvanecerse. El  doctor Ernest Lawrence Rossi considera que el ejercicio físico, la estimulación neural mediante el aprendizaje de nuevos hábitos –como puede ser un idioma, la meditación y las experiencias estéticas son poderosas técnicas que fomentan la neurogénesis. La importancia de aprender cosas y estimular al cerebro es ejemplificada por investigaciones que muestran, quitando todas las demás variables, que las personas bilingües tardan 4.5 años más en desarrollar Alzheimer.
El caso de Rossi es particularmente notable, ya que él mismo sufrió daño cerebral a la vez que estudiaba los mecanismos de autosanación del cerebro. Según cuenta, someterse a novedosas experiencias artísticas y espirituales le ha permitido regenerar de manera importante su cerebro. Su hipótesis mantiene que existe un “efecto de novedad-numinosidad-neurogénesis”:
Sugiero que de la misma manera en que estados emocionales negativos pueden llevar a la red genómica psicosocial a que inicie una expresión de genes que desencadena la sobreproducción de proteínas de estrés y enfermedades, así también las experiencias psicológicas inician el efecto novedad-numinosidad-neurogénesis para facilitar la reproducción de la expresión de genes para optimizar la neuroplasticidad, la solución de problemas y la sanación.
Rossi cita estudios que muestran que, en el caso de animales que son sometidos a experiencias nuevas y ambientes de estímulos enriquecidos, se ha observado que el gen zif-268 se expresa durante el sueño. Este gen está asociado con la producción de proteínas, facilita la sinaptogénesis y la neurogénesis. Es durante el sueño que se consolidan las memorias.
De lo anterior podemos concluir que buscar experiencias novedosas, especialmente aquellas que presentan un desafío de aprendizaje o que nos hacen entrar en contacto con la belleza y el arte, es (según Rossi) una excelente forma de seguir creciendo mentalmente, no obstante la edad que tengamos. Así que ya sabes: intenta buscar nuevas experiencias en tu vida, para cultivar tu salud cerebral. Eso sí: cuando tenemos estas experiencias es importante dormir bien, para que los trazos de memoria y las conexiones puedan cimentarse.

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7 dic 2015

¿Qué es el amor?

Grandes escritores de la historia responden esta pregunta

UNA LABOR CASI IMPOSIBLE COMO LO ES DEFINIR EL AMOR PUEDE QUEDAR A SALVO EN MANOS DE GRANDES ESCRITORES ¿O NO?


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Como ya muchos han señalado, el amor es el tema por excelencia de todas las artes, y es un mar inagotable de posibilidades creativas. En estas líneas hacemos un recorrido histórico (sin orden temporal) de escritores que han ofrecido definiciones del asunto, la mayoría encontradas entre las páginas de sus obras más íntimas. La literatura, entre otras cosas, se encarga de darnos frases memorables que explican el mundo mejor de lo que a veces podemos explicárnoslo.
En Las sirenas de Titán, Kurt Vonnegut escribió: “Un propósito de la vida humana, no importa quién está controlándola, es amar a quienquiera que esté alrededor para amar”. 
En sus cartas a Henry Miller, Anaïs Nin dijo: “Qué es el amor sino la aceptación del otro, lo que sea que el otro sea”.
En sus bitácoras y diarios, Susan Sontag registró: “Nada es misterioso, ninguna relación humana. Excepto el amor”.
En una entrevista, Bukowski dijo: “El amor es parecido a cuando ves una niebla en la mañana cuando despiertas antes de que salga el Sol. Es sólo un pequeño momento, y luego desaparece… El amor es una niebla que se incendia con la primera luz del día de la realidad”. 
En Sueño de una noche de verano, aludiendo al “ojo de la mente”, Shakepeare escribió: “El amor no mira con los ojos, sino con la mente”.
En Los hermanos Karamazov, Dostoievski apuntó: “¿Qué es el infierno? Mantengo que es el sufrimiento de no ser capaz de amar”.
Antoine de Saint-Exupéry, autor de El principito, escribió en Vuelo nocturno: “El amor no consiste en mirarse el uno al otro, sino en mirar hacia afuera en la misma dirección”.
Por su lado, y haciendo eco de lo que dijo Nin, Agatha Christie señaló: “[el amor] es un pensamiento curioso, pero es sólo cuando ves a alguien que se ve ridículo que te das cuenta de cuánto los quieres”.

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29 nov 2015

La mente tripartita

En versión pesimista
Parte reaccionaria: idealiza el pasado 
Parte conservadora: idealiza el presente 
Parte revolucionaria: idealiza el futuro




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16 nov 2015

Memes y Vida



El concepto de Meme lleva dando vueltas por el mundo más de 30 años. Lo puso en circulación Richard Dawkins en su libro El Gen Egoista de 1976 y se define como una serie de   instrucciones para llevar a cabo determinada conducta que se almacenan en nuestros cerebros y otros lugares (libros, discos duros, etc) y que se transmiten por imitación. 

Un meme puede ser una melodía pegadiza, un chiste, una coletilla del lenguaje (“pues va a ser que no”, por ejemplo), un invento, un giro de la moda (enseñar los calzoncillos) o en general cualquier idea que aparece y se extiende como si fuera una auténtica epidemia. El meme sería la unidad de transmisión cultural. Algunos autores muy entusiastas como Daniel Dennett o Susan Blackmore han desarrollado la idea creando toda una disciplina, la Memética, que se ocupa de los diferentes aspectos relacionados con los memes. 

El eje del pensamiento sobre el que gira esta  teoría es que los memes son replicadores exactamente igual que los genes sujetos también a la selección natural. Las condiciones básicas sobre las que actúa la selección natural son herencia, variación y selección y estas tres condiciones se dan en el caso de los memes. Un chiste por ejemplo se transmite y hace copias de sí mismo que llegan a otros cerebros al contárselo una persona a otra o a una audiencia. Pero los chistes van variando al transmitirse de una persona a otra ya que no se cuentan exactamente igual siempre. Y, por último, existe selección porque existen miles de chistes que quieren ser transmitidos por nuestros cerebros y no hay sitio para todos (no hace falta decir que los que más éxito tienen son los de sexo y eso es porque la evolución de nuestra psicología ha hecho que el sexo nos interese mucho).  

En El Gen Egoista Dawkins nos enseñó que existen replicadores (genes) y vehículos (nosotros mismos) y que los que dirigen los hilos son los genes, los vehículos no somos más que una herramienta que utilizan los genes para hacer copias de sí mismos. Si a mí me gusta tener relaciones sexuales o comer es porque eso sirve a los  genes para hacer copias de sí mismo. Dicho gráficamente: una gallina no es más que la herramienta que utiliza un huevo para hacer más huevos. Pero aparecen los memes y se nos dice que la cultura se transmite y avanza debido a la selección de los memes y que tenemos que ver el mundo también desde el punto de vista de los memes que son los que llevan los hilos de la cultura. 

Dicho gráficamente también: un erudito no es más que la herramienta que utilizan las bibliotecas para hacer más bibliotecas. Lo mismo que la selección de los genes crea diseño (ojos elefantes, personas) a partir de proteínas y de elementos muy sencillos sin un diseñador, la selección de los memes crea también diseño (ordenadores, libros, religiones, teorías científicas o lenguas) sin que intervenga un diseñador.

Y aquí es donde se encuentra el meollo de la cuestión, y la explicación de que la Memética se siga paseando por  el limbo de la ciencia, en la dificultad para  entender que los memes son seres vivos a los que sólo les interesa su propia replicación. Esta idea es contraintuitiva y se resiste a entrar en nuestra cabeza. Pero tal vez tengamos que reconsiderar nuestra idea de la vida y de lo que es un ser vivo. Porque la vida es información, la vida no es más que un programa con una serie de instrucciones escrito con DNA en vez de estar escrito con COBOL o con C+++. Pero el DNA no es la única forma de transmitir instrucciones. Cualquier cosa que sea capaz de escribir las instrucciones para hacer copias de sí mismo debería ser considerado un ser vivo. 


Los priones, por ejemplo, responsables de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob son sólo proteínas y son capaces de infectar y de transmitirse. ¿Son seres vivos? Lo que parece claro es que los memes son trozos de información y los genes también. A partir de ahí tú decides...



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11 nov 2015

Conoce el origen de tu apellido

Forebears: una web que reúne datos mundiales donde podràs saber el origen de tu apellido.

Forebears reúne los datos desde el 2012.
   Forebears reúne los datos desde el 2012   

Un sitio en internet llamado  ‘Forebears’ decidió desde el año 2012 reunir los datos encontrados en diarios, revistas y diversas fuentes de datos de los más de 11 millones de apellidos existentes alrededor del mundo.
A través de la web los usuarios pueden conocer el origen de su apellido, su árbol genealógico y la cantidad de personas en el mundo con las que comparte parte de su nombre.
El aporte de Forebears fue reunir en un solo lugar la información dispersa y añadir datos que puedan servir al momento de buscar nuestros orígenes.
  Para conocer los datos basta con ingresar    a: http://forebears.io/  

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9 nov 2015

Vida virtual tras la muerte

Las nuevas tecnologías y la ciencia está transformando el modo en que nos enfrentamos a nuestro final y al de nuestros seres queridos




Cualquiera que sea la forma de inmortalidad que nos depare el futuro —holograma o avatar, curación o clonación—, hay una de la que ya disponemos en estos tiempos,  la permanencia en las redes sociales, una forma de vida virtual después de la muerte que seguramente deje al muerto tan frío como estaba, pero de algún modo deposita una copia suya en la nube para consuelo de sus allegados, o al menos de sus amigos en Facebook. Nos guste o no, esta es la manera de morirse en los albores del tercer milenio, y faltar a ella empieza a parecer tan desconsiderado como ponerse una corbata roja en un entierro.
Por mentira que parezca, Facebook todavía no ha cumplido un decenio, 
pero ya se le han muerto 30 millones de usuarios, siguiendo esa fatídica costumbre que tenemos todas las cosas biológicas en este valle de lágrimas. Ese es por tanto el número de almas que andan penando por el lado oscuro de la red social de Mark Zuckerberg. Es como un Shanghái y medio de espectros digitales fotando por el hiperespacio —la ciudad más poblada del otro mundo—, y sus efectos se están dejando notar en este.
Ritos funerarios e inhumaciones
Ritos funerarios e inhumaciones
No es infrecuente, por ejemplo, que te llegue una petición de amistad de un muerto, lo que te puede dejar en un estado de ánimo filosófico, por llamarlo de alguna forma. Facebook, de hecho, ofrece la posibilidad de crear una cuenta conmemorativa de los usuarios que nos han dejado, y hay sitios como Duelia.org que están dedicados exclusivamente a ese tipo de cosas. Otras empresas, como el Grupo Mémora, permiten recopilar el legado digital del finado, lo cual puede resultar pavoroso, al menos en ciertos casos. Por fortuna, hay otras firmas, como Postumer.com, que se centran en todo lo contrario: eliminar las cuentas del muerto y borrar su paso por este mundo para empezar de cero en el otro. La gente se muere y para la mayoría parece trivial qué va a pasar con todos sus me gusta y sus tuits. Pero el legado digital crece sin medida: cerca de 55 millones de fotos se publican en Flickr cada mes, Youtube da alojamiento a cientos de miles de vídeos a diario y uno de cada cinco habitantes del mundo tienen una cuenta en Facebook.
No es infrecuente que llegue una petición de amistad de un muerto, lo que deja un estado de ánimo filosófico
Pese a todo lo anterior, los entierros, incineraciones y funerales siguen siendo tan reales como antes de que se inventara el transistor, aunque no por ello permanecen inmunes al empuje tecnológico. Un tercio de los asistentes a los entierros, por ejemplo, se hacen selfies en el cementerio, y muchos de ellos cuelgan la foto en Instagram sin haber esperado ni al soterramiento de la caja, según un estudio con 2.700 encuestados encargado por la funeraria británica Perfect Choice Funerals. La razón por la que la funeraria encargó ese estudio no está del todo clara; tal vez piensen alquilar palos de selfie a la llegada de la comitiva mortuoria: en esos tristes momentos siempre hay quien lo olvida en casa.
Sí, puede parecer escandaloso, irritante, de mal gusto, pero recordemos esos funerales de Nueva Orleans que todos hemos envidiado en secreto, cuando, una vez la carne mortal se ha dejado en el hoyo, la orquesta vuelve al bollo con brillante bronce y achispada síncopa. ¿Qué importa un selfie al lado de todo eso?
O, ampliando el foco de la pregunta: ¿qué hay de realmente nuevo en el duelo en el mundo contemporáneo?, ¿nos otorgan la ciencia y la tecnología alguna forma nueva, siquiera metafórica, de inmortalidad? Y si no lo hacen ahora, ¿lo llegarán a hacer?
Respecto a la primera pregunta, relativa a la situación presente, Facebook, los blogs y las demás webs dedicadas al duelo y la memoria están extendiendo a la población general lo que hasta ahora era el privilegio de los grandes escritores, los memorialistas y otras celebrities: la forma de inmortalidad que otorga la obra. Pero este asunto ya lo zanjó hace tiempo Woody Allen, que no quería ser inmortal en su obra si no a través de no morirse. Exacto. Y ahí está el problema.
Internet está extendiendo a la población general lo que hasta ahora era el privilegio de los grandes escritores
El problema es que, por más que digan los curas, los metafísicos y los libros de autoayuda, la muerte no es un asunto religioso, metafísico ni psicoanalítico, sino tan material como la vida misma, que está hecha de cosas que se deterioran, degeneran y se desintegran. Pocos principios habrá tan generales como ése. Todos entendemos perfectamente la muerte, siempre que sea la muerte de los otros. Nuestra incapacidad para aceptar la nuestra, y de vivir tranquilamente hasta que llegue, no es más que una consecuencia de lo díficil que resulta entender la idea de no ser. Pero también es difícil entender el bosón de Higgs, y ahí lo tienen fotografiado en Ginebra.
¿Nos hará inmortales la clonación? No, por el amor de Dios. Un clon no es más que un hermano gemelo, solo que vive más tarde. Y, viendo a una pareja de gemelos, a nadie se le ocurre que, si se muere uno, el muerto vaya a sobrevivir en el otro. Son dos personas, todo lo parecidas que se quiera, pero dos. Entonces, ¿no será posible descargar la estructura cerebral de uno, incluidas todas sus experiencias y sus recuerdos, en algún tipo de soporte físico o lógico? Pues seguro que sí, pero el resultado no serás tú, sino otra cosa que se parecerá a ti todo lo que quieras, pero será otra cosa. Lo mejor será que nos olvidemos de ser inmortales. Si cada uno dejamos una página de Facebook, no habrá nadie para leerlas y seguiremos solos e ignorados durante una eternidad de silicio, un infinito interminable, una nada como cualquier otra, un aburrimiento.

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Neuroingeniería y la ética de la mente del futuro

EL FUTURO DE LA MENTE HUMANA PODRÍA ESTARSE FRAGUANDO EN LABORATORIOS ALREDEDOR DEL MUNDO, EN DONDE LOS “ERRORES“ HUMANOS PODRÍAN SER COSA DEL PASADO --AL IGUAL QUE LA NOCIÓN DE “HUMANIDAD“ COMO LA CONOCEMOS

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El cerebro humano ha evolucionado durante miles de años para llegar a un equilibrio bioquímico y conductual que nos ha permitido… bueno… ser lo que somos. Pero la fantasía siempre dicta que “ser lo que somos” es menos deseable que lo que podríamos ser: el mito de que sólo usamos un 10% de nuestra capacidad cerebral y los constantes desarrollos de fármacos y tecnologías para mejorar “artificialmente” las funciones naturales de nuestro cerebro permiten alimentar la expectativa de un futuro de supermentes, donde las viejas limitaciones del Homo sapiens quedarían sepultadas para siempre.
Existen desde hace tiempo foros y páginas dedicados a los nootrópicos, sustancias sintéticas que mejoran a pedido capacidades como la memoria, la creatividad o el rendimiento bajo privación de sueño, sin tener en apariencia graves efectos secundarios sobre el organismo; el modafinilo es una de las sustancias más prometedoras para el título de “pastilla mágica de la inteligencia”, e incluso existen tratamientos experimentales que prometen mejorar la inteligencia y las capacidades intelectuales al remover una simple molécula presente en el cuerpo. Una píldora más y recuperaríamos la capacidad de aprender como esponjas, como cuando éramos niños. Un cóctel de píldoras cada mañana y la vieja taza de café sería cosa del pasado.
¿Qué pasaría si además de estos químicos (re)aprendiéramos a utilizar de manera terapéutica la psilocibina (hongos mágicos) para superar eventos traumáticos del pasado? Probablemente aquí entrarían consideraciones de tipo legal, pero finalmente se trata de otro ingrediente que desde una perspectiva objetiva podría tener efectos benéficos para el cerebro y la capacidad cerebral.
También se encuentran en fase de desarrollo tratamientos un poco más invasivos del tejido cerebral para, por ejemplo, hacerte dejar de creer en Dios o cambiar radicalmente tu ideología política, al menos por un breve período de tiempo. Anders Sandberg, del Instituto para el Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford, está desarrollando un proyecto para implantar un chip en el cerebro que nos permitiera tener acceso a Internet con un pensamiento o, por qué no, directamente a otras mentes conectadas en red. Otra tecnología pretende editar directamente el genoma como si fuera un CSS para modificar ciertas características desde la fase embrionaria, lo que nos pondría en una nueva relación con respecto a la evolución natural (“evolución asistida” podría ser), además de alentar debates de bioética y política cerebral.
Esto nos lleva a pensar que la investigación neuronal y genómica parece seguir las pautas de personalización de nuestros aparatos electrónicos: así como podemos cambiar el fondo de pantalla de nuestro teléfono o la lista de reproducción musical, en el futuro podríamos “decidir” qué partes del cerebro nos sirven y por qué. Pero a diferencia del funcionamiento de nuestros gadgets, la ciencia todavía no entiende completamente el funcionamiento de nuestro cerebro, para empezar, porque la misma metáfora de “funcionar” coloca al cerebro y al organismo humano en la posición de la máquina que presenta una conducta o un desarrollo más o menos previsible y esperable en función de ciertos rendimientos. Sin embargo, los efectos a largo (y a muy largo) plazo que estos cambios pudieran tener sobrepasan por mucho la actualidad de los debates sobre ciencia y filosofía, simplemente porque no sabemos y no sabemos cómo plantearnos una humanidad transformada por la acción humana. La evidencia más sencilla de esto es que ni siquiera sabemos cómo enfrentarnos a retos medioambientales como el calentamiento global de manera coordinada como especie. ¿No sería deseable que en la ecuación del mejoramiento neuronal estuviera presente la cláusula de cómo enfrentar los retos de la existencia tal cual es en este momento pensando como colectividad global antes de ampliar (ahora en un nuevo terreno) la brecha de desigualdad que divide a las personas según su clase, raza y otros constructos sociales que aún no hemos resuelto?
Y es que, ¿qué pasaría si una o más de estas sustancias fuesen utilizadas en las poblaciones para mejorar su rendimiento laboral, apagar ciertas capacidades críticas, rediseñar aquí y allá ciertas áreas que nos permitan cuestionar a los gobiernos o empresas, y volvernos perfectos trabajadores al servicio de la máquina capitalista? Probablemente pueda sonar paranoico, pero desde un punto de vista de gobernabilidad, el diseño artificial de un cerebro dócil y masificado pondría fin a toda forma de disidencia y a todo malestar social –el mundo del soma, tal como lo describió Huxley en Un mundo feliz, se dividiría en sistemas de castas de quienes cuentan con todas las mejoras cognitivas y quienes reciben solamente las cargas más pesadas de la productividad laboral, como abejas obreras en una colmena.
Ni siquiera se trata de un debate filosófico (del hecho, por ejemplo, de que el libre albedrío y valores como el esfuerzo individual sigan vigentes de aquí a unos años), sino de una cuestión práctica de control de masas. La tecnocracia que se apropió del mundo desde los albores del siglo XXI podría nutrirse de una nueva rama de la investigación genética y neurológica con maravillosas ventajas para algunos y considerables desventajas sociales para grupos sin acceso a dicha tecnología. La superioridad y el control de los recursos podría jugarse ya no en la arena militar, económica o política, sino en la del mejoramiento cognitivo.
Pero volviendo un poco a tierra, lo cierto es que sería una lástima desaprovechar las enormes ventajas que nuestra época aporta para la investigación de la forma en que funciona nuestro cerebro, y el potencial terapéutico siempre es alentador cuando se trata de evaluar la pertinencia de cuestiones espinosas. Si a ello sumáramos los excelentes negocios las investigaciones sobre criogenia, extensión artificial de la vida y rejuvenecimiento podemos entrever que nuestra época está obsesionada con la creación de un modelo de ser humano hiperinteligente e inmortal –un pequeño Dios a escala de nuestros aparatos electrónicos, de los que terminaríamos siendo extensiones, aún más de lo que ya somos. La novela La posibilidad de una isla del francés Michel Houellebecq pinta un mundo habitado sólo por aquellos seguidores de una secta procriogenia que sobrevivieron a un proceso de desgaste civilizatorio que los ha sumido en una soledad total, y donde cada “nuevo” ser humano que aparece es un clon del antecesor que hace muchos siglos firmó una póliza para seguir produciendo versiones suyas por tiempo indefinido.
Mientras tanto seguiremos lidiando con los olvidos momentáneos, los lapsos, los errores, las formaciones parciales del conocimiento y en fin, el azar con el que la mente ha tenido que lidiar desde su aparición en el panorama evolutivo.

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3 nov 2015

La Epistemología


La epistemología (del griego ἐπιστήμη epistḗmē, "conocimiento", y λόγος lógos, "estudio") es la rama de lafilosofía cuyo objeto de estudio es el conocimiento.
La epistemología, como teoría del conocimiento, se ocupa de problemas tales como las circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas que llevan a la obtención del conocimiento, y los criterios por los cuales se lo justifica o invalida, así como la definición clara y precisa de los conceptos epistémicos más usuales, tales como verdad, objetividad,realidad o justificación. La epistemología encuentra ya sus primeras formas en la Grecia Antigua, inicialmente en filósofos como Parménides o Platón.
En Grecia, el tipo de conocimiento llamado episteme se oponía al conocimiento denominado doxa. La doxa era el conocimiento vulgar u ordinario del ser humano, no sometido a una rigurosa reflexión crítica. La episteme era el conocimiento reflexivo elaborado con rigor. De ahí que el término "epistemología" se haya utilizado con frecuencia como equivalente a "ciencia o teoría del conocimiento".
Diversos autores distinguen la gnoseología, o estudio del conocimiento y del pensamiento en general, de la epistemología o teoría del modo concreto de conocimiento llamado ciencia. Para otros autores, sin embargo, el término "epistemología" ha ido ampliando su significado y lo utilizan como sinónimo de "teoría del conocimiento".

Aquì un video explicativo





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