25.000 genes forman a un humano. Cada gen o la combinación de ellos es responsable de un rasgo específico.
La madre crea un mundo cómodo para que crezca el bebé. Su volumen sanguíneo aumenta un 50% para afrontar la demanda de oxìgeno del feto. |
En distintas culturas, el útero está asociado con el sitio paradisíaco que los seres humanos perdimos y al que quisiéramos volver. Significa “el principio absoluto y el lugar en el cual vivíamos protegidos del mundo exterior”, explica la escritora María Fernanda Moscoso en el libro Al otro lado del espejo. En ese tiempo de vida intrauterina no teníamos que hacer ningún esfuerzo: las sustancias nutritivas que necesitábamos para desarrollarnos nos eran proporcionadas por el cuerpo de nuestra madre. Ahí crecimos nutridos y envueltos por el líquido amniótico. De esta forma, ese hogar maternal representa el vínculo entre ella y nosotros, que a su vez simboliza la primera relación afectiva que los seres humanos establecemos con otra persona.
Lo que escucha
“Se sabe que el feto está expuesto a ruidos de 70 o más decibelios”, escribe Guy R. Lefrançois en El ciclo de la vida. Está rodeado de los sonidos digestivos, la respiración y el ritmo cardíaco de la madre. El nivel de sonidos que oye en el útero es igual al de una fábrica pequeña.
15 días: Se empieza a formar el cerebro y el tubo neural
22 días: El corazón comienza a latir.
Semana 4: 1 mm diario crece el embrión.
Semana 12: Mide 7,5 cm y pesa 14 g. Tiene todos los sistemas.
Semana 18: Su aparato digestivo ya funciona.
Semana 20: Sus movimientos aumentan en número y fuerza.
Semana 24: Empieza a recibir estímulos del mundo exterior.
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