Se dice que la próxima generación vivirá peor que sus padres en cuanto a cuestiones laborales y financieras, pero nadie menciona nada de la capacidad intelectual de esa nueva generación.
Lo vemos en el Informe PISA. Existe una tendencia alcista de las capacidades, pero muy reducida. La nueva generación tampoco será más inteligente que sus padres.
Y no es necesario un informe oficial para advertirlo, si paseas por la calle te das cuenta de ello. Pero no solo eso, lo ves también cuando escuchas a los políticos o personajes públicos. Son un reflejo de esta merma. Son representantes de nuestra sociedad y no saben ni expresarse correctamente.
¿Podríamos echar la culpa a los presidentes o ministros de Educación?, a los teléfonos móviles, al WhatsApp, a los videojuegos, a la monofobia… Pero, creo que hay que buscar las causas más allá de la simple formación académica o el acceso a las nuevas tecnologías. Cada vez existe menos capacidad de razonar, de analizar lo que nos rodea. Y eso no se aprende solo en la escuela. El crecimiento intelectual de una persona comienza en el hogar y en el entorno social que la envuelve. Después es cuando este aprendizaje se termina afinando con una educación académica y su propia curiosidad de averiguar e investigar sobre lo nuevo e importante.
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