Desde el comienzo de la civilización los hombres han mirado hacia el cielo, con asombro, respeto o miedo. Descubrieron la existencia de determinados ciclos celestes que se superponían a otros ya conocidos como las estaciones, el día y la noche, la siembra y la cosecha, los movimientos migratorios de los animales. Usaron los ciclos celestes para predecir, las épocas en las cuales debían cazar, sembrar y recolectar.
La existencia de muestras en huesos de animales del Paleolítico Superior revelan que los antiguos pobladores llevaban un registro de observaciones lunares que usaban para preparar la caza. Idéntico uso de las fases lunares se han encontrado en China, India, Egipto, Babilonia, y América Central.
El origen de la astrología occidental debemos buscarlo en Mesopotamia, en la Babilonia y Asiria de hace 4000 años. Era ésta una civilización floreciente, y como todo pueblo que ha desarrollado un grado cultural suficiente, creó una mitología para explicar el mundo intentando dar respuesta a las preguntas que el temor a lo desconocido le producían. Inventaron dioses para explicar tanto la caída de una hoja como el movimiento del Sol y las estrellas alrededor de la Tierra, centro del Universo. Residían en el único lugar para ellos inalcanzable: el cielo. Así que trasladaron toda su religión a la bóveda celeste, donde encontraron ciertos cuerpos, los planetas (del griego “errantes”), que se movían por el firmamento.
Identificaron al Sol, la Luna, Mercurio, Venus. Marte, Júpiter y Saturno con sus dioses y les atribuyeron características en función de su aspecto.
En su razonamiento influenciado por el pensamiento mágico-mitologico Marte (Nergal), de color rojo brillante, era el dios de la guerra; Venus (Ishtar), luminaria del atardecer y del amanecer, era la diosa de la fertilidad; Júpiter (Marduk), de color blanco, era el padre de los dioses. Consideraban que los planetas influyeran en los acontecimientos terrestres desde su erroneo concepto era evidente pues la tierra era el centro del Universo y como ejemplo para aquella época clara, el sol influia en cuanto marcaba cuando debiamos levantarnos para trabajar y acostarnos para descansar.
Los registros más antiguos que se conservan sobre los conocimientos matemáticos y astronómicos de los babilonios corresponden al reinado de la dinastía Hammurabi (del 1800 al 1600 a.C.). Los sacerdotes caldeos, depositarios de estos sabores, observaban cuidadosamente el cielo anotando las posiciones relativas de los planetas y la Luna, necesarias para el establecimiento del calendario luni-solar base de su cultura.
Tras siglos de paciente observación, registrando minuciosamente todos los sucesos acaecidos en el reino, las posiciones de los planetas y la Luna, y de todos los fenómenos meteorológicos destacados (como puede ser la presencia de un halo alrededor del Sol) se comenzaron a dar las primeras predicciones se referían a pronosticar el tiempo meteorológico, inundaciones, cosechas y el futuro del reino: “Si el Sol poniente parece el doble de grande que de costumbre y tres de sus rayos son azulados, el rey del país está perdido” “Si la Luna es visible el décimo día, hay buenas noticias para la tierra de Akkad, malas noticias para Siria” (predicciones de Sargón el Viejo hacia el 2400 a.C.).
Para los sacerdotes babilonios el arte de la predicción era una parte fundamental de su quehacer diario. Usaban todos los métodos imaginables para ello: la interpretación de los sueños, el análisis de las vísceras de los animales sacrificados, el vuelo de las aves, los nacimientos anormales. O consultas al rumor de las hojas de los árboles,
Los sucesos realmente importantes creián que sólo podían predecirse mirando al cielo, el destino de los países y sus gobernantes podía ser obtenido interpretando los fenómenos astronómicos y meteorológicos. Esta primitiva astrología no daba importancia a las constelaciones en que se encontraban los planetas, sino únicamente al brillo y posiciones relativas de éstos, a los eclipses de Luna y de Sol, a la aparición de estrellas fugaces.
Fue hacia el 700 a.C. cuando nació la idea del Zodiaco. La primera tablilla de una serie llamada Mul Apin menciona ‘las constelaciones del camino de la Luna que, traducidos a nuestros propios grupos de estrellas, son: Pléyades, Tauro, Orión, Perseo, Cochero, Géminis, Cáncer, Leo, Spica, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario, Piscis, Pegaso, Piscis más la parte media de Andrómeda y Aries. 18 signos en total. Los doce signos aparecieron hacia el 400 a.C., después de un periodo donde su numero había sido reducido a once. La constelación faltante era Libra, que se construyó a expensas de las pinzas del vecino Escorpión.
El nombre que se denomino a las estrellas tuvo su origen en diversos motivos: la muy vaga apariencia con algún animal (Tauro o Leo), las características climáticas de la región cuando el Sol se encontraba en esa constelación, Acuario en Enero era el mes más húmedo en Mesopotamia. o algún otro tipo de coincidencia. Los razonamientos que llevarón al zodiaco actual, están basados en presunciones sin ninguna base cientifica valida, toda la parafernalia de quienes que basan sus predicciones en el movimiento de los astros llevan a las gentes a la confusión y al engaño. Toda la industria basada en estas suposiciones son hijas de la imaginación de aquellos sacerdotes babilonios que realizaban especulaciones.
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