Si quieres convencer a alguien con argumentos no le digas que está equivocado. No hay manera más fácil de reforzarle en sus posiciones y de extender la discusión hasta el infinito. Y si la materia afecta a las convicciones profundas, el sujeto pasará por alto todas las evidencias, por más contundentes que sean. Este proceso mental es frecuente en ámbitos tan polémicos como la oposición a los transgénicos, el apoyo a la homeopatía o el negacionismo climático. Por más evidencias que muestre la comunidad científica, determinadas personas hacen oídos sordos y se convencen aún más de la validez de sus argumentos. Hasta el punto de que algunos son capaces de defender una idea y la contraria sin que se les fundan los "plomos".
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