2 jun 2014

El mito de la ciencia perfecta


Es de buenas maneras pretender que la ciencia es una actividad puramente racional, una búsqueda de la verdad objetiva y nada emocional. Pero por supuesto todos sabemos que esta imagen es un mito. Hay muchas pasiones y egos en la vida de los científicos, las reputaciones importan y los sentimientos son fácilmente heribles. Algunas interacciones entre científicos son tensas, y la relación entre el autor original de un artículo de investigación y un aspirante a replicador puede resultar particularmente amenazante. El propósito de esta nota es proponer normas para la interacción de los replicadores y los autores, que eventualmente deberían ser reforzadas por los revisores de propuestas e informes sobre investigación de replicación.

Comparto la posición común de que las replicaciones desempeñan un papel importante en nuestra ciencia, en la medida en que sirve para depurar el registro científico, mayoritariamente previniendo contra las investigaciones descuidadas. Sin embargo, creo que las normas actuales permiten que los replicadores tengan demasiada libertad para definir su estudio como una replicación directa de investigación previa. Debería garantizarse que los autores jugaran un papel significativo en la replicación de sus trabajos.
No todas las replicaciones son hostiles, y muchas son bastante amistosas. Sin embargo, las tensiones son inevitables cuando el replicador no cree en los hallazgos originales y pretende mostrar que el efecto reportado no existe. La relación entre el replicador y el autor es así, en el mejor de los casos, elegantemente antagónica. La relación también es radicalmente asimétrica: el replicador está a la ofensiva, y el autor a la defensiva. La amenaza sólo es para uno de ellos debido al supuesto duro en el discurso científico según el cual las noticias más recientes son más creíbles. Incluso rumores acerca de una replicación fallida causan un daño inmediato en la reputación al levantar sospechas de negligencia (si no algo peor). No se piensa tanto en la hipótesis de que el fracaso en la replicación sea debido a fallos en la replicación, excepto para los autores y sus defensores, que a menudo se sienten agraviados.
Esta difícil relación con una réplica antagonista podria beneficiarse de normas explícitas de conducta para ambos participantes. Una faceta del problema ya ha sido señalada. Existen normas para guiar a los autores de la investigación cuando alguien intenta replicar su propio trabajo. Están obligados a compartir los detalles de sus procedimientos y la totalidad de los datos de su estudio, y a hacerlo raudamente. Desafortunadamente, las normas para los replicadores son menos definidas. En particular, parece que no existen normas para obligar a los replicadores a comunicarse con los autores. Muchos autores se han sorprendido de recibir “como cortesía” una copia de un manuscrito, enviado o en prensa, que informa sobre un fracaso a la hora de replicar algunos de sus hallazgos. Creo que deberia prohibirse este comportamiento, no sólo porque no es propio de la academia sino porque es mala ciencia. Consultar con el autor del original debería ser visto como una parte esencial de una replicación válida.
En el mito de la ciencia perfecta, la sección correspondiente al método de una investigación siempre incluye suficientes detalles como para permitir una replicación directa. Desafortunadamente, esta demanda en apariencia razonable rara vez es satisfecha en psicología, porque el comportamiento resulta fácilmente afectado por factores en apariencia irrelevantes. Por ejemplo, las instrucciones experimentales son editadas y resumidas en las sección correspondiente al método, aunque se sabe que las palabras e incluso la fuente en que son escritas son significativas.
Es obvio que un aspirante a replicador debería aprender los detalles de lo que hizo el autor. Es menos obvio, pero según lo veo no menos importante, que el autor original deba tener un detallado conocimiento de antemano sobre lo que planea hacer el replicador. La hipótesis que guia esta propuesta es que el autor generalmente será más sensible que los replicadores a los posibles efectos de pequeñas discrepancias en el procedimiento. Las reglas para la replicación deberían asegurar que se hace un esfuerzo serio para implicar al autor en la planificación de la investigación del replicador. Por supuesto, las reglas también deberían diseñarse para prevenir que los autores saboteen el proyecto de replicación, una tentación en la que muchos caerán.

Así es cómo debería funcionar nuestra propuesta:
1. Cuando la replicación esté lista, antes de una prueba piloto pero antes de la recolección de datos, el replicador envía al autor una descripción detallada de su plan de procedimiento, incluyendo programas y videos cuando sean relevantes.
2. El autor tiene entonces un periodo limitado, quizás de un mes, para responder a los comentarios y sugerir modificaciones en el plan.
3. El replicador no está obligado a aceptar las sugerencias del autor, pero se le requiere que proporcione una descripción completa de su plan final. Deben explicarse en detalles las razones para rechazar cualquiera de las sugerencias del autor.
4. Debe registrarse toda la correspondencia, y estar disponible para que revisores futuros puedan evaluar si las posiciones tomadas por ambas partes son razonables.
Las reglas están diseñadas para motivar tanto al autor como al replicador para que se comporten de forma razonable incluso cuando están muy irritados entre sí. Sabrán que los revisadores emplearán los registros de su interacción para averiguar la validez de la replicación, tanto en el estadio de la propuesta como en la evaluación de los artículos entregados. También deberían saber que revisores objetivos no serán tan amistosos hacia un autor que no responde adecuada y constructivamente al plan de replicación, o hacia el replicador que ignora sugerencias razonables.
Los autores, cuyo trabajo y reputación estén en entredicho, deberían tener el derecho de participar como consejeros en la replicación de su investigación. La obligación de consultar con un autor renuente indudablemente complica la vida a los replicadores, pero la carga no es tan agobiante. Normas firmes que apoyen la implicación activa de los autores contribuirán tanto a la justicia del proceso como a la calidad científica de la investigación replicada.

Artículo original: A new etiquette for replication
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