25 jun 2014

Narcisismo, envidia y amor

“El que ama se vuelve humilde. Aquellos que amor tienen, por así decirlo, empeñaron una parte de su narcisismo”. (Sigmund Freud)


De la frase de Freud ya podemos deducir que amor y narcisismo son conceptos opuestos: el amor (hacia otros) socava el amor propio por asi decir. En efecto el amor nos vincula con el otro, algo que tiene sus riesgos, mientras que el narcisismo es un repliegue sobre nosotros mismos.
El narcisismo es efectivamente un espejo, como lo es la mirada del que nos mira y lo es el oído del que nos habla y escucha. A través de la mirada ese otro nos sostiene y nos transforma: mirar es pues nutritivo, tan nutritivo como mamar o alimentar.

La mirada rebota en el espejo del otro y le incita a través de la seducción a abandonar esa especie de nihilismo que es el amor encapsulado en uno mismo (narcisismo) y que no tiene más resultado que un engorde sistemático del Yo, que pierde así su condición reparadora y se transforma en una especie de cáncer emocional.
Y es por eso que los narcisistas no puede amar, el amor no les interesa, más que eso: han renegado del amor. Pero el narcisismo tiene otros efecto secundarios y que dependen de la grandiosidad del Yo narcisista. Uno de ellos es la envidia.
Usualmente solemos pensar que la envidia es un sentimiento que afecta sobre todo a los deprivados de afecto. Identificamos la deprivación afectiva con la comprensión de la envidia.
La envidia es un sentimiento muy complejo y mal comprendido, se trata de algo retorcido y que afecta tanto al envidioso como al envidiado.
La primera confusión procede del hecho de confundir envidia con codicia. El codicioso anhela lo que el otro posee y trata de robárselo para apropiárselo. Tanto la codicia como la envidia son comparativas, es decir necesitan un principio de realidad que dirija el deseo hacia aquello que no tenemos o que tememos perder.
Efectivamente la envidia afecta sobre todo a los narcisistas, a los egocéntricos, a los orgullosos o a los soberbios. ¿Cómo es posible que algunas personas que parecen que vayan “sobrados” sean a la vez tan envidiosos? Lo cierto es que todos tenemos ejemplos en nuestro entorno para ponerles cara a este tipo de personas que combinan el orgullo con la envidia. Vamos a retomar aqui el texto de un comentario de una lectora que dejó aqui despues de visionar el video en un ultimo post:

¿De qué tiene envidia Cain?

Caín mató a Abel por envidia, porque aún siendo Caín el primogénito y el que heredaría la autoridad de ser el cabeza de familia junto con el legado patrimonial … llevaba realmente mal que el padre tuviera predilección por su hermano, por Abel. Y la envidia, a veces, más que una carencia o falta sufrida por algo que no se tiene y que conocemos como codicia, contiene otros elementos más subterráneos y quizás más poderosos como influencias que empujan mucho más que esa carencia o falta observada. Y estos elementos bien pudieran ser la soberbia y la codicia, pues el orgullo del que se estima grandioso, que lo quiere todo para sí, llega a desear incluso lo que no tiene o concibe como estimable o apreciable, y de esa soberbia nace la envidia, la acaparación, el goce de sustraerle a ese otro que sí sabe apreciarlo, sólo por el goce de arrebatárselo para seguramente repudiarlo y despreciarlo una vez obtenido. Es el goce en el robo, en la sustracción, y ojo, en un robo con violencia, y cuando no se puede robar el cariño, se quita del horizonte al sujeto que era ese objeto de predilección, y el hecho está consumado.

Dicho de otro modo: la envidia de Cain se parece mucho a la codicia, puesto que en ella puede observarse una carencia: el amor del padre se ha decantado definitivamente por Abel. Cain odia y mata a Abel precisamente por esta razón: cambia muerte por un cariño, el del padre al que no puede acceder.
La envidia de Kevin.-

 La envidia de Kevin no tiene nada que ver con la envidia de Cain. Kevin asesina a Celia porque a sus ojos es un ser débil, porque tiene afectos, sentimientos, todo eso que él no tiene ni desea de lejos tener, pero que sí envidia, no para poseerlos él subjetivamente, porque si los deseara por si mismos, haría o lucharía por ellos … sino que por el efecto del orgullo y la codicia no tolera que otros a quienes considera inferiores, disfruten de algo que él no puede disfrutar, y por eso comienza con la manipulación y el sadismo con su hermana, que es una aniquilación cotidiana, como a plazos y que tendrá una consumación final.

A su padre lo asesina por pusilánime, pues estos guerreros odian lo tibio, y en cambio admira sin que lo sepa a su madre, porque sólo se ama lo semejante, y la falta de afectividad de Eva, por afinidad, es para él admirable, alguien a quien considera un igual y a quien desde que nace va a configurar con ella un círculo interesante de lucha de poder, pero de poder en términos de fuerza, como dos machos alfas escorándose ….Fíjense que es Kevin quien gana, pues en esos asesinatos difusos, anónimos y masivos, él está matando a su madre, pues en sí mismo, realmente consigue con esos asesinatos en masa, matar a su contrincante, la deja estigmatizada, muerta en vida, muerta socialmente y no sé si ya profesionalmente, y así puede que ya no viaje tanto … La maza, el tiro con arco ha alcanzado el centro de la persona, ha hecho diana, pues es un garrotazo, un mazazo en todos los ámbitos del ser, pues asesina y rompe el vínculo familiar, pues no sólo la deja viuda, sino también la despoja de la maternidad del segundo hijo, de la niña, y ya sólo quedan ellos dos, ya para siempre estará disponible. La aferra a él, pues su vida pasará a girar sólo en torno a esas visitas de los sábados como la de algunas viudas que sólo viven y respiran para visitar el cementerio una vez a la semana. y después pasar a off hasta el sábado siguiente …

La envidia para San Agustín.-

“La “Superbia”, la “arrogantia” tiene su consecuencia en la “invidia”, que es la aniquilación de los éxitos y alegrías de los demás, eran casi sinónimos en la antigüedad, y se oponían a su antídoto la “humilitate”, que no implicaba la anulación de la propia personalidad, sino respeto por la ajena.

En absoluto la envidia es hija del fracaso o deficiencia, de un sentimiento carencial, sino todo lo contrario, de ahí que sea tan difícil identificarla, tanto en uno mismo como en el prójimo. La envidia parte de la excelencia, de un elevado estatus (intelectual, social) cuya exclusividad el envidioso está dispuesto a sostener a casi cualquier precio, porque en ella radica su esencia, su ego, el origen inconfesable de su oscura felicidad. Sin tener esto presente es imposible acercarse al retorcido sentimiento de la envidia.

El envidioso no está contento con lo que tiene, que es mucho o bastante, quiere que el otro no tenga, eso forma parte de su placer. En cierto modo el envidioso es un sádico al que le divierte ser envidiado.

Lo que resulta abominable, y no estamos hablando de un simple pecado de catálogo de moralista cristiano, es interponerse, actuar para mantener forzadamente en la perpetua tiniebla a todos para así aumentar nuestro brillo, no querer el progreso ajeno porque atenuaría nuestra luz.

Con su “chinchate”- el afortunado envidioso siente alegría por la desgracia ajena, o lo que es lo mismo, tristeza por la alegría de otros, por su progreso, por la simple razón de que disminuye su gloria y excelencia al acortar la distancia que los separa de él.

Era este el parecer de San Agustín, que sabía muy bien lo difícil que es sustraerse del innoble sentimiento de soberbia que suelen experimentar las personalidades que destacan y son excelentes; pero mucho más grave que la soberbia consideraba a su hija la envidia, pues con ella el soberbio daba un paso hacia el abismo, pues comenzaba a medir su gloria por la infelicidad de los demás. “Cum igitur superbia sit amor por excellentiae propiae, invidia sit odium felicitatis alienae”.

El soberbio, amando su propia excelencia, envidia a sus iguales, porque se alinean con él, o a los inferiores, temiendo que se puedan equiparar con él, o a los superiores, viendo que no se puede equiparar con ellos. De este modo, siendo soberbio se convierte en envidioso.
De todo esto se puede deducir facilmente que los envidiosos fueran aquellos afortunados con dones y habilidades que tendían a exhibir y a complacerse al máximo y en esa situación de crédito ajeno temían ser desplazados por otros de igual o mayores dones y esplendores”.

Dicho de otra forma: la envidia es hija de la soberbia. Su subproducto.

La envidia según Melanie Klein.-

La envidia, según la analista de niños Melanie Klein, se desarrolla durante el período que va desde el nacimiento hasta el primer año de vida y es una respuesta a la dependencia e indefensión totales del niño respecto de la madre. “Desde el comienzo de su vida el niño acude a la madre para satisfacer todas sus necesidades”, escribió Melanie Klein. El pecho materno, hacia el cual están dirigidos los deseos del niño, es sentido instintivamente no sólo como una fuente de nutrición sino como la fuente de la vida misma.

No obstante, en la primera relación del bebé con la madre se introduce inevitablemente un elemento de frustración, porque “aun en el caso de que se sienta satisfactoriamente alimentado, ello de ninguna manera reemplaza la unidad prenatal con la madre”. La frustración e indefensión que el niño hambriento experimenta son las raíces de la envidia. El bebé “envidia” a su madre por el poder que ella tiene de alimentarlo o privarlo del alimento. En su frustración, quiere devorar la fuente de su alimento y del poder de ella: el pecho.

Aun en el caso de que no aceptemos la idea de Melanie Klein de que el bebé “envidia” el poder que su madre tiene de alimentarlo, podemos sí aceptar la idea de que ese primer vínculo con la madre contiene los elementos fundamentales de la futura relación del bebé con el mundo. Si el vínculo es amoroso y satisfactorio, el bebé desarrollará un sentido básico de seguridad y confianza hacia la gente. Si el vínculo no es ni amoroso ni satisfactorio, se desarrollarán una inseguridad y una envidia profundamente arraigadas y el bebé se convertirá con el tiempo en un adulto envidioso. Cada vez que la envidia se desencadena en un adulto de esas características, las heridas de la primera infancia se reabren con todo su poder destructivo.

Melanie Klein piensa que los celos se basan en la envidia, pero que de todos modos son muy diferentes de ella. La distinción que ella establece entre ambos es similar a la que planteamos aquí: “La envidia es el sentimiento de enfado porque otra persona posee y disfruta algo deseable, y el impulso envidioso apunta a despojarla de ese algo o echarlo a perder”. Los celos, por su parte, conciernen a la relación de la persona con por lo menos otras dos personas, “y se relacionan principalmente con un amor que el individuo siente que le corresponde y le ha sido arrebatado, o bien está a punto de serle arrebatado”.

La envidia, según la describe Melanie Klein, es una emoción anterior, más primitiva y más destructiva que los celos. Es diferente del deseo que impulsa a los celos, en el que se trata de proteger la relación o de recuperar al ser amado. Cuando en una situación de celos hay un componente de envidia éste se manifiesta como impulso de destruir a la persona que goza de la ventaja envidiada, sea ésta el rival o el amado, que tiene el poder de hacernos felices y prefiere no ejercerlo. (Ultimo epígrafe extraido de esta web)

Personalmente no creo demasiado en la hipótesis de Melanie Klein en el sentido de una envidia primaria por parte del bebé, de existir algo asi no mereceria la pena llamarlo envidia sino más bien ” una consciencia de dependencia por parte del bebé” o "inconsciencia por parte de los padres" y que está bastante bien explicada en el concepto de narcisismo, esa etapa donde el niño ya reconoce a la madre pero no sabe que la madre es un individuo diferente y separado de él mismo. Si la vivencia del bebé narcisista es esa es muy poco probable que podamos hablar aqui de envidia.
En realidad el niño comienza a darse cuenta de que su madre es un sujeto diferente a él mismo cuando supera la fase de angustia de separación. Antes de eso el niño sigue suponiendo que él y su madre son un único organismo.

Del mismo modo me resulta discutible el pensar la gratitud como un derivado del rencor o la admiración como un derivado de la envidia. La envidia sería primaria y la admiración como resto afectivo seria un derivado sublimatorio. Pero por experiencia profesional creo que la gratitud puede ser primaria con más frecuencia que el rencor. Ambas, envidia y admiración seria los subproductos de esa escisión original con la que venimos los humanos de serie, unos -los humildes- suprimirían la envidia mientras los envidiosos suprimirían la capacidad de admirar (sublimar).
Lo que es cierto es que algunas personas en la clinica nos han enseñado que las pulsiones de devaluación (envidia) y las de idealización configuran dos polos bien definidos de la fluctuación en determinados sujetos. Los TLPs por ejemplo son personas que ahora devaluan y después idealizan, señalando con su fluctuación la incapacidad para integrar las dos pulsiones en una. La envidia seria el sentimiento que neutralizaría la excesiva idealización del otro siempre y cuando ambas pulsiones puedan vivirse en una nueva síntesis. Una imposibilidad que se conoce con el nombre de difusión de la identidad.

Para mi la envidia es un sentimiento muy complejo y abigarrado, de origen arcaico ciertamente pero no necesariamente primario. Más bien lo veo como un subproducto de la grandiosidad narcisista y de la rabia y miedo vivenciados en las primeras experiencias.
No hay envidia sin maledicencia y sin erosión de los logros del otro y tampoco podemos hablar de envidia sin grandiosidad (soberbia). Dicho de una manera más fácil de entender: yo puedo sentirme mal con los éxitos del otro y puedo sentirme alegre por sus fracasos. Se trata de dos clases distintas de envidia.

Hay algo en la manzana que impide ver el rostro de este hombre.

O lo que es lo mismo: hay algo en la manzana que impide mirar y ver y ser visto.

Neurociencia / Cultura

.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Quizás También Te interese

ANUNCIA AQUI / PUBLICIDAD PERSONALIZADA WEB 3.0

CONTAMOS CON UN SISTEMA INTEGRAL DE PUBLICIDAD PERSONALIZADO POR INTERNET WEB - 3.0,..... MÁS DE 270 MIL VISITANTES O LECTORES MENSUALES AL BLOG, BASES DE DATOS DE E-MAILS O CORREOS ELECTRÓNICOS, SOFTWARE / ROBOT PARA ENVÍOS DE MENSAJES DE TEXTO A TELÉFONOS MÓVILES, ENLACES Y ANEXOS A REDES SOCIALES Y CHATS SOCIALES, USO DE APLICACIONES COMO WHATSAPP Y OTROS.

Contactarse a: - planetainformes@gmail.com

Móvil: +51 - 959567777 , +51 - 977851768 ,
Arequipa - Perú


ESPACIO DISPONIBLE - ANUNCIA AQUI

ESPACIO DISPONIBLE - ANUNCIA AQUI
GARANTIA DE IMPACTO VISUAL