Muchas veces a lo largo de mi vida me han preguntado cuál era mi ideología. Algunos me han dicho que era socialista, comunista, anarquista, liberal y muchas otras cosas o simplemente no tengo ideologìa alguna. Tener una determinada orientación ideológica parece algo inevitable, como la necesidad de comer. Sin embargo, he de decir que nunca me definiría como seguidor de ninguna doctrina. El hacerlo me parece un grave error que nos aparta del camino correcto.
Lo importante es tener ideas propias, no seguir sistemas de pensamiento inventados por otros. La comprensión de la verdad no es posible si nos limitamos a repetir los dogmas ideológicos que hemos asumido como propios. No se trata de caer en el pragmatismo (otra ideología), sino de hacer siempre lo mejor en cada caso. La realidad es cambiante, al igual que las personas. Y Las ideologías son ideas petrificadas que simplifican el mundo, que lo empobrecen al aplicar el mismo molde a situaciones diferentes.
En un sentido profundo tener una ideología es lo mismo que profesar una religión. Se comulga con unos dogmas impuestos por una jerarquía, se siguen unos determinados ritos y se emplea un lenguaje especializado que dominan los iniciados y manipulan a las masas. De la misma forma que rechazo todas las religiones debo negarme a seguir una ideología, se llame como se llame.
En alguna ocasión he discutido con un marxista ortodoxo. La conversación ha sido completamente estéril. He tenido la misma sensación que cuando hablo con los seguidores fanáticos de cualquier credo religioso. Las ideologías nos dan seguridad, nos permiten formar parte de algo más grande que nosotros mismos. Nos proporcionan respuestas fáciles a problemas difíciles. Lo más sencillo es adoptar, cualquiera de ellas. Pero si lo hacemos nos alejamos del camino correcto.
Solo con una libertad mental completa podremos intentar avanzar en el sendero de la verdad.
_______________0_______________
Mi patria es la humanidad
No tenemos que crear más fronteras. Lo que hay que hacer es derribar los muros que separan a las personas. Soy cosmopolita, es decir, mi patria es la humanidad. No un pequeño trozo de tierra, sino todo el mundo. No me interesa la unidad de un Estado, sino la unidad de todos los seres humanos. Creo que debemos crear un gobierno mundial que ayude a superar esas divisiones que solo generan dolor y sufrimiento.
Desde la noche de los tiempos hemos estado divididos en tribus, etnias, razas o clases sociales. Ha llegado el momento de superar esas ideologías de la división y avanzar en la unidad en la diversidad. No es fácil lograr esa meta. Se nos programa desde pequeños para pertenecer a un pequeño grupo, a un país o a una religión determinada. Pocos somos los que pensamos así. Pero eso es irrelevante. Lo importante es hacer lo correcto, es luchar por lo que creemos verdadero.
Las banderas nacionalistas son un símbolo de la división. El cambiar una por otra no supone ningún avance. Sustituir una religión por otra, un partido por otro o una ideología por otra no es avanzar: es persistir en el error. Lo que debemos hacer es darnos cuenta de que la división, el separatismo, no es bueno, sino un mal a combatir. Cambiar algo equivocado por otro error no nos hace avanzar, es seguir en el mismo lugar de partida.
Somos unos primates territoriales, violentos y tribales. Estamos acostumbrados a que los más fuertes y despiadados sean los que gobiernan a la mayoría. Hemos tardado miles de años en desarrollar sistemas políticos donde el poder se renueve sin violencia, sin guerras y muerte. La democracia, con todos sus defectos conocidos (partidocracia, plutocracia y un largo etcétera), es un avance que todavía no ha llegado a gran parte de la humanidad, sometida a gobiernos dictatoriales que emplean la fuerza bruta para aplastar a los disidentes.
Queda un paso fundamental que dar. Puede que tardemos otros cientos o miles de años en darlo. Algún día las divisiones territoriales que tanto dolor causan desaparecerán. Entonces las banderas de la división dejarán de tener sentido, serán un triste recuerdo del pasado. Nos queda mucho por avanzar como especie para llegar allí. Sin embargo, ese es el camino que hay que recorrer para conseguir una paz verdadera, una prosperidad sin precedentes en nuestra historia.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario