Esta pudo ser una trágica pregunta de Noé a sus ayudantes una vez comprobado en alta mar que los dinosaurios no estaban en el arca. ¡Se habían quedado en tierra! Esta posible pregunta de Noé podría resumir la posición de algunos creacionistas “pasados de moda” en cuanto a las explicaciones sobre la extinción de los dinosaurios no aviarios, no estaban en el arca. Para aquellos lectores poco avezados en las pseudociencias, plantearemos en qué consiste el creacionismo. En pocas palabras, los creacionistas creen que nuestro planeta, incluida la biosfera (con los dinosaurios y los seres humanos, claro) y el resto del universo (es verdad, un mogollón de materia, energía, espacio y tiempo) han sido diseñados y creados por un ser ultra natural, dios.
Parece un poco extraño que Noé y sus ayudantes se olvidaran de subir al Arca animales tan visibles como diplodócidos, braquiosaurios o tiranosaurios. De manera que el creacionismo moderno (el que pretende ser más “científico”) plantea que los dinosaurios fueron transportados en el arca. Esta nave de carga parece que era muy muy grande, pero… ¿tanto como para incluir cientos (quizás miles) de especies de dinosaurios no aviarios? La respuesta de algunos creacionistas es ingeniosa: Noé no metió a los dinosaurios adultos en el arca, sino a crías. Un ejemplo: en vez de incluir a una pareja de Argentinosaurus , cada uno de 50 toneladas, subió al Arca un macho y una hembra de 100 kilos. Desde luego estos bebés ahorrarían espacio y recursos alimenticios. Pero, claro, desde el punto de vista del conocimiento científico da igual que el cuento creacionista proponga dinosaurios adultos o crías. Podrían sugerirse incluso soluciones alternativas que serían tan (in)aceptables como la elección de crías. Por ejemplo, que Noé se decidiera a meter a los dinosaurios solitos en una segunda arca. Pero… ¡qué mala suerte! El arca fue destruida por el impacto de un meteorito. Esta sería una “buena” explicación para la extinción de los dinosaurios… pero los creacionistas niegan su desaparición en ese momento.
Creen que cuando bajaron del arca parejas de rinocerontes, moscas, ranas, chinches, leones, etc (¿Cómo bajarían las ballenas por la rampa? ¿Y los lenguados?) descendieron también los dinosaurios. Luego, como el resto de los animales, se extendieron por la tierra. De manera que tiranosaurios y ceratopsios convivieron con los seres humanos durante unos pocos miles de años. ¿No os recuerda nada esta propuesta? Por supuesto, películas como “Hace un millón de años” (1966) o “Cuando los dinosaurios dominaban la tierra” (1970).
Según algunos creacionistas la relación histórica entre seres humanos y dinosaurios es un proceso violento, porque los humanos temían y odiaban a los dinosaurios. Nuestros antepasados trogloditas tuvieron que enfrentarse a ellos, pero no los extinguieron. Durante la antigüedad y la edad media la historia humana refiere a los dinosaurios como dragones (¡!??). Finalmente, la humanidad acabó (o casi) con los dinosaurios. De manera que, bajo esta interpretación, San Jorge tiene que ser considerado como un “Dinosaur Hunter” en sentido literal (“Dinosaur Slayer”).
En realidad, algunos creacionistas creen que todavía existen en la actualidad dinosaurios no aviarios vivos. Por ejemplo, el famoso “Mokele Mbembe” un saurópodo que supuestamente habita la cuenca del río Congo (y nos vamos otra vez al cine ¿no habéis visto “Baby, el secreto de una leyenda perdida” de 1985?). En definitiva, esta es la propuesta de algunos creacionistas para entender “científicamente” el mundo de los dinosaurios. Un supuesto estudio “serio” que se relaciona de forma directa con cuentos fantásticos, leyendas, mitos y desinformación. Haganme un favor, no se lo crean.
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