Aunque la inteligencia está en los genes no se trata de un rasgo biológico estable y tampoco se distribuye uniformemente en individuos y poblaciones. Es un rasgo sujeto a variaciones naturales y en el límites a modificaciones conscientes. Distintos factores ambientales influyen, desde la dieta a -quizás- la ingeniería genética. Según el famoso “efecto Flynn” el CI habría aumentado en muchas partes del mundo al menos a partir de los años 30 del siglo XX, Perù y España incluídas, aunque aún no se conocen con precisión las causas y los límites. Incluso, según otros investigadores, el efecto descubierto por James Flynn se trataría en realidad de una mejora pasajera que enmascara una realidad más frágil.
A mucha gente le asusta la idea de una jerarquía cognitiva y le desagrada clasificar a las personas según clases cognitivas rígidas. Stephen Hsu recuerda una escala logarítmica propuesta por el novelista y padre de la física soviética Lev Landau, que clasificaba a los físicos teóricos en un rango de 1 a 5: “un físico de primera clase posee un impacto 10 veces superior a alguien de segunda clase, y así sucesivamente”. Este tipo de clasificaciones son muy desagradables para los humanistas, aunque no desconocidas. Podemos recordar anecdóticamente la descripción de la filosofía occidental a cargo de Alfred North Whitehead como “una serie de notas escritas al margen de las páginas de Platón”.
El problema con la inteligencia es que, por más que asuste y desagrade, nadie puede ignorar que importa. Es un factor decisivo, aunque siempre entre otros, en los resultados sociales de las personas y quizás de las naciones, según la hipótesis defendida por Richard Lynn o Tatu Vanhanen. Explica en parte por qué la gente termina haciéndolo mejor o peor en la escuela, ganando más o menos dinero, obedeciendo más o menos a la ley, etcétera. La realidad es que aumentar o deprimir el CI de la gente puede tener efectos dramáticos en una variedad impresionante de rasgos sociales importantes.
En su artículo Hsu pasa revista a las posibilidades científicas y tecnológicas que permitirían crear hombres superinteligentes, hasta un orden de magnitud varias veces superior a todas las medias históricas conocidas. Individuos con un CI de 1000 o más puntos. 100 puntos de desviación standard de la media, si estas clasificaciones siguen conservando un sentido.
Estos rasgos tan drásticos difícilmente pueden surgir por selección natural. La razón por la que la inteligencia se distribuye según la famosa curva con forma de campana, con una mayoría de personas en lugares próximos a la media de la distribución, y una minoría en los extremos positivos y negativos, radica en que está determinada por pequeños efectos genéticos aditivos, de hasta 10.000 alelos (formas en las que se presenta un gen). Podría ser sólo cuestión de tiempo encontrar el modo de editar directamente el genoma humano en busca de esos miles de loci. Según el genetista de Harvard George Church, técnicas de CRISPR podrían servir para algo más que para resucitar a los mamuts. Dado que los rasgos primitivos del razonamiento y la memoria están positivamente relacionados entre sí, se puede soñar con personas superinteligentes capaces simultáneamente de recordar a la perfección imágenes y palabras, pensar y calcular de forma super-rápida, potente visualización geométrica o la capacidad de ejecutar múltiples análisis de pensamiento en paralelo”.
Esta raza de humanos superinteligentes puede resultar al menos tan amenazante como la superinteligencia artificial para nuestra mentalidad corriente, pero la cuestión es si los escrúpulos morales típicamente europeos están realmente en disposición de detener la evolución tecnológica en un mundo globalizado con enormes presiones competitivas. Geoffrey Miller advertía no hace mucho sobre la eugenesia china, cuyos gobiernos poscomunistas “han estado llevando a cabo el programa eugenésico más exitoso del mundo en más de treinta años”. Si estos proyectos eugenistas prosperan, como piensan Miller, Hsu y otros, el precio de los escrúpulos será demasiado alto y el margen de elección cada vez más estrecho.
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