Durante milenios pensadores, filósofos y teólogos se han preguntado sobre la esencia del ser humano y su capacidad de pensamiento y consciencia sin llegar nunca a ninguna conclusión plausible, sin embargo las respuestas (como siempre) están empezando a llegar desde el campo de la biología.
Históricamente tanto desde el punto de vista filosófico como del teológico se ha considerado la existencia de una barrera infranqueable que separa a los humanos del resto de primates antropomorfos, pero en realidad los cada vez más abundantes estudios están difuminando más recurrentemente esta imprecisa frontera.
Así un grupo de investigadores estadounidenses a publicado un brillante estudio en el que han comparado los genomas de humanos y chimpancés buscando regiones implicadas en el desarrollo del córtex cerebral, la región donde se generan funciones mentales tan importantes como la percepción, la imaginación, el pensamiento, el juicio y la decisión. Los autores estudiaron la región génica denominada HARE5, un ”enhancer”, potenciador o amplificador, que controla la expresión de un gen clave para el desarrollo del cerebro. Dicha región está compuesta por unos 1.200 nucleótidos y entre chimpancés y humanos únicamente se diferencia en unos exiguos 16 cambios. A continuación los investigadores generaron ratones transgénicos que llevaban insertados ambos tipos de regiones HARE5: la humana y la de chimpancé y estudiaron el desarrollo del cerebro fetal en estos animales cuya única diferencia eran los mencionados 16 nucleótidos, encontrando llamativamente que aquellos ratones que poseían el fragmento de DNA humano desarrollaban un cerebro un 12% mayor que los correspondientes animales con el DNA homólogo proveniente de chimpancé tal y como se muestra en las siguientes fotografías:
Además los cerebros de estos ratones humanizados contenían un 14% más de neuronas que los de sus homólogos de chimpancé. Y todo ello con el simple cambio de unos insignificantes 16 nucleótidos de un genoma total conformado por unos 3.200 millones de nucleótidos en el caso del ser humano. En la actualidad los autores del artículo están estudiando el desarrollo cerebral después del nacimiento en ambos tipos de ratones transgénicos, con el objetivo de probar la hipótesis de si los cerebros más grandes de los ratones humanizados les hacen más hábiles o inteligentes que los correspondientes que llevan insertado el DNA de chimpancé.
En resumen, pequeñísimas alteraciones en el DNA implican importantes cambios morfológicos (y quizás funcionales) en el cerebro del animal. Por supuesto, los cerebros de un chimpancé y de un sapiens se diferencian en mucho más que esta secuencia individual de DNA, pero haciendo un poco de ciencia ficción ¿Qué pasaría si se introdujera en el genoma de un chimpancé el equivalente humano de la región HARE5? ¿Tendrían estos animales el cerebro un poco más desarrollado? ¿Serían un poco más inteligentes o hábiles quizás? ¿Y qué ocurriría si además se fueran intercambiando en esos mismos chimpancés transgénicos otros elementos adicionales como algún que otro “enhancer” o gen proveniente de las secuencias homólogas de los sapiens, elementos que se encuentren implicados en otras facetas del desarrollo cerebral diferentes a las que modula HARE5? ¿Se podría entonces ir construyendo cual mecano un cerebro primate cada vez más similar al que poseemos los seres humanos? Y esto que ahora puede parecer sacado de la desbordante imaginación de un escritor o de un guionista de Hollywood puede ser posible en quizás menos de un siglo si continuamos con el exponencial desarrollo científico-tecnológico alcanzado en las últimas décadas. Y en ese caso, cuando vayan apareciendo propiedades hasta ahora “exclusivamente” humanas en estos monos transgénicos ¿qué quedará de nuestro pretendido papel como centro del Universo y cúlmen de la Creación?
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario