Representación de Warhol de un disco de U2. | CSIC
La época dorada de la música ha pasado. Quizá ya lo haya notado. Si no es así, el último estudio liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) lo corrobora. El trabajo, que ha analizado 464.411 canciones, concluye que las canciones compuestas en las décadas más recientes tienden a parecerse más entre ellas que las antiguas. El análisis ha sido publicado en el último número de la revista 'Scientific Reports'.
Según los parámetros analizados, las transiciones entre los grupos de notas han disminuido de forma continua durante los últimos 55 años. El investigador del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC Joan Serrà, que ha dirigido el trabajo, explica: "Estos parámetros musicales en las canciones son como las palabras de un texto y hemos observado que cada vez hay menos palabras diferentes". Dada una nota musical, es relativamente más fácil predecir cuál será la siguiente en una canción actual.
Del mismo modo, las composiciones musicales más recientes también presentan una menor diversidad de timbres y tienden a interpretarse con los mismos instrumentos. Joan Serrà opina que "en la década de los 60, por ejemplo, grupos como Pink Floyd experimentaban mucho más con la sonoridad que ahora".
Otra de las tendencias es el aumento paulatino del volumen intrínseco al que se graban las canciones. Este volumen es independiente del que cada usuario puede seleccionar para reproducirlas posteriormente. Según el investigador "hasta ahora, este efecto, largamente comentado, no se había podido comprobar empíricamente a gran escala."
Los resultados de la investigación ofrecen, por tanto, una receta teórica para crear canciones que suenen modernas y actuales. Serrà detalla: "Los cambios de acordes sencillos, los instrumentos comunes y el volumen fuerte son los ingredientes de la música actual, realizar estos cambios sobre canciones antiguas puede hacer que suenen a nuevas". En opinión del investigador, este proceso de homogeneización podría deberse a la fuerza de las modas, ya que "se observa una tendencia a engancharse a la corriente dominante".
Las piezas analizadas por el equipo de investigación proceden de una base de datos pública de más de un millón de canciones elaborada por la Universidad de Columbia (EEUU), que han sido publicadas entre 1955 y 2010. Las obras responden a un amplio número de estilos como rock, pop, hip hop, metal y electrónica.
Dado que una canción dura de media cuatro minutos y que un experto, para poder anotar los parámetros de interés para el estudio, necesita de un mínimo de cuatro escuchas, la investigación hubiera requerido 16 años de escucha, 365 días al año, 24 horas al día.
Para Serrà, "Los ordenadores nos permiten escuchar música de una manera que los humanos, simplemente, no podemos". El trabajo ha contado con la colaboración de investigadores del Centro de Estudios Matemáticos de Bellaterra, y de las universidades de Barcelona y Pompeu Fabra.
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