Pero también por detalles como “los píxeles del público” que convirtieron el Estadio Olímpico en una pantalla gigante durante la ceremonia del pasado viernes. Esto es, más de 70.000 paneles con 640.000 LEDs en total repartidos por las gradas, conectados por 317 kilómetros de cable y controlados desde una computadora central. Y un equipo de cuatro decenas de personas trabajando durante un mes entero para instalar el sistema y otras tres durante 40 horas para alinear las imágenes proyectadas con la forma irregular de los asientos. Tecnología en el estado más puro del término. Eso por no hablar del descomunal despliegue que está realizando Atos.
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Esta compañía de origen francés y especializada en servicios de tecnología de la información es conocida por ser partner tecnológico en las citas de verano e invierno del Comité Olímpico Internacional, el cliente con la referencia “más exigente” que existe porque “no existe prácticamente otro proyecto de TI en el mundo que requiera una empresa de TI para establecer operaciones cada dos años en territorio totalmente desconocido y luego entregarlo a una escala extraordinaria bajo la mirada de todo el planeta”, comentan desde la empresa. De hecho, éstos son sus sextos Juegos defendiendo el rol de responsable de diseño, construcción y gestión de infraestructuras. Cuando se le concedieron a Londres los Juegos de la XXX Olimpiada, Atos había entregado ya su trabajo para los de Salt Lake 2002 y para los de Atenas 2004 y estaba inmersa en el evento de Torino 2006. Ahora que ha llegado la fecha, la firma está batiendo sus propias marcas personales al igual que lo hacen muchos atletas.
¿La principal diferencia con el planteamiento de Beijin 2008? Que en la capital inglesa las disciplinas se realizan en múltiples recintos con ubicaciones dispersas, y no en el mismo lugar. Esto ha obligado a idear un centro neurálgico en forma de gran computador donde centralizar la información, además de distribuir una red de más de 10.000 ordenadores, servidores y dispositivos de seguridad por casi un centenar de sedes olímpicas. Se trata de una operación ciertamente compleja, ya que implica no sólo dar cobertura a 26 deportes con 300 pruebas, sino coordinar su retransmisión simultánea desde diferentes puntos del Reino Unido a 4.000 millones de espectadores y permitir a los comentaristas recibir estadísticas y resultados en tiempo real, estén en el propio estadio, en España, Australia o Sudamerica. También es la primera vez que los organismos de radiodifusión tienen acceso al sistema para todos los deportes olímpicos y paralímpicos. Se calcula que, al término de los Juegos, se habrá procesado un 30% más de información que en cualquier ocasión anterior.
El bautizado como Centro Tecnológico de Operaciones, además, está al frente de tareas mastodónticas, tales como crear el perfil único para 14.700 contendientes de 204 Comités Olímpicos Nacionales, acreditar a 230.000 periodistas, entrenadores y representantes oficiales, y reclutar a 70.000 voluntarios. ¿Otros aspectos a tener en cuenta? Los marcadores, los sensores y monitores de los escenarios deportivos, las líneas telefónicas, el acceso inalámbrico y por cable a Internet, los dispositivos móviles de participantes y asistentes (BYOD), las aplicaciones, la publicidad, las entradas, el transporte, la coordinación del personal, la seguridad, los informes médicos, los 300 actos de entrega de medallas… Un esfuerzo de titanes que ha provocado que la preparación previa haya sido como crear una compañía desde sus inicios, ya que Atos ha invertido 200.000 horas en pruebas el último par de años y ha pasado a contar con 3.500 empleados en tan sólo dos meses. Aunque no está sola. En estas tareas colaboran Acer (hardware), BT (servicios de comunicaciones), Cisco (redes), Omega(cronometrador), Panasonic (equipos audiovisuales) y Samsung (Wi-Fi).
Más entramado tecnológico
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.El Gobierno británico también se ha implicado para que vecinos y turistas disfruten al máximo de estos 17 días de competición ofreciendo, acuerdo con O2 mediante,conexión Wi-Fi gratuita en toda la ciudad. Si a esto se le suma el boom de las aplicaciones para seguir los Juegos en directo y el fenómeno imparable de smartphones y tablets PC, la decisión de Cameron y su equipo parece la más acertada. Basta con seguir una jornada de competición y ver la cantidad de espectadores que graban sus vivencias o toman fotos para después compartirlas con el resto de la humanidad a través de Internet. O cómo las propias delegaciones realizan su cobertura mediática particular. Prácticamente todos los atletas, o al menos los más conocidos, relatan su día a día en la Villa Olímpica a través de sus propias cuentas de Twitter y Facebook, muestran sus entrenamientos y clasificatorias y, en ocasiones también se meten en algún aprieto por contar demasiado (filtración del uniforme español para la ceremonia inaugural por parte de las gimnastas Lourdes Mohedano y Alejandra Quereda) o por hablar demasiado… mal (expulsión de la saltadora griega Voula Papachristou y el futbolista suizo Michel Morganella por comentarios racistas). No extraña que el COI haya tenido que redactar una guía de uso de redes sociales.
La seguridad también está siendo cuidada al extremo. A nivel de sistemas informáticos, se han realizado todo tipo de simulaciones para resolver problemas al instante, bien se deban a ataques cibernéticos o por fallos humanos. Y en el exterior se han ubicado desde aviones de vigilancia no tripulados, con avances capaces de identificar incluso la matrícula de los coches, hasta buques de guerra distribuidos por el cauce del Támesis, apoyados por tecnología que se antoja salida de un relato de ciencia ficción.
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