Tras consultarlo con la almohada. Los neurocientíficos han identificado varios motivos por los que conviene dormir antes de tomar una decisión importante. Por un lado, tal y como ha demostrado Matthew Walker, de la Universidad de California en Berkeley, mientras soñamos -en la fase REM del sueño- nuestro cerebro suaviza las emociones dolorosas o desagradables almacenadas en la memoria. “Después de dormir las experiencias del día anterior han reducido su carga emocional, nos sentimos capaces de afrontarlas”, explica Walker. A esto se suma que investigadores de la Universidad de Duke demostraron que una noche sin dormir aumenta la actividad cerebral en regiones que evalúan los hipotéticos resultados positivos, de tal modo que la falta de sueño potencia las decisiones arriesgadas.
Con la vejiga llena. De acuerdo con un estudio llevado a cabo por investigadores holandeses de la Universidad de Twente, mientras resistimos la necesidad urgente de ir al baño incrementa la capacidad de autocontrol del nuestro cerebro, lo que nos ayuda a elegir mejor entre varias opciones. Concretamente, los experimentos revelaron que las personas con la vejiga llena suelen optar por las decisiones que implican mayores recompensas a largo plazo.
Mejor con azúcar. Los niveles de glucosa en sangre afectan al proceso de toma de decisiones. A través de un experimento, Robert D. Dvorak y sus colegas de la Universidad del Sur de Dakota (EE UU) comprobaron que después de ingerir una bebida carbonatada con azúcar tomamos decisiones más orientadas hacia el bienestar futuro, mientras que tras consumir bebidas sin azúcar – edulcoradas con aspartamo- tendemos a ser más impulsivos y a buscar la recompensa inmediata.
Sin pensarlo demasiado. Cuando se trata de tomar una decisión importante, elegimos mejor si, en lugar de valorar concienzudamente todas las opciones, dejamos que sea nuestro pensamiento inconsciente el que escoja. Es la conclusión que se desprende de una serie de experimentos llevados a cabo por investigadores de la Universidad de Duke y dados a conocer en la revista Psychological Science. Los autores sugieren que “tener demasiado tiempo para pensar cuando el problema es complejo puede conducirnos a valorar la información menos importante y a cometer errores”. Por el contrario, las decisiones simples se resuelven mejor de manera consciente.
Videojuegos para entrenar. Los videojuegos de acción nos entrenan para elegir mejor en la vida real, tal y como han demostrado Daphne Bavelier y sus colegas de la Universidad de Rochester. En concreto, los “jugones” son más sensibles a lo que sucede a su alrededor, perciben mejor los detalles importantes y toman decisiones eficaces más rápido. Por si fuera poco, este tipo de videojuegos mejoran la capacidad de conducir, practicar la multitarea o seguir la pista de un amigo en medio de una multitud, según publicaban los investigadores en Current Biology.
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