General Motors lleva utilizando este tipo de dispositivos o Event Data Recorders (EDR) desde principios de los ’90 en todos los vehículos dotados de airbag: en aquella época, los dispositivos registraban únicamente datos diagnósticos, uso del cinturón de seguridad y magnitud del impacto. Actualmente, registran además datos sobre eventos anteriores y sobre el momento de aplicación de los frenos. También son utilizados de manera voluntaria por conductores que llegan a un acuerdo con aseguradoras para reducir el importe de su factura.
Los intereses en juego son poderosos: los fabricantes de automóviles afirman necesitar esos datos para corregir y mejorar activamente la seguridad, y las autoridades y las compañías de seguros, por motivos bien distintos, reclaman la posibilidad de investigar accidentes. Los supuestos son obviamente muy diferentes, y pueden redundar en cuestiones que vayan desde la condena a un usuario a la pérdida de cobertura de un seguro en función de los datos recogidos por el dispositivo, algo que muchos usuarios no ven con muy buenos ojos y que determina el hecho de que se esté considerando su implantación obligatoria. El balance con respecto a la privacidad de los usuarios que parecía en proceso de discusión y reflexión allá por el año 2004 cuando mencionamos ese tema, parece haberse decantado ya.
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