Geógrafos y artistas revolucionan la cartografía con la ayuda de Internet
Mapa onírico de la artista Shane Watt
Mapas virtuales, audiovisuales, multimedia e interactivos, que se actualizan sobre la marcha, indican el camino y hablan idiomas. Mapas geográficos y psico-geográficos, emocionales y personales se multiplican a nuestro alrededor sobre múltiples soportes: del viejo papel acordeón al teléfono móvil, de la servilleta arrugada al navegador GPS. Las nuevas tecnologías e Internet han trastocado inexorablemente la idea de espacio y tiempo en que se basan los mapas y, sin embargo, nunca se han producido tantos. Hay incluso quien los colecciona, como el diseñador de Filadelfia, Kris Kharzinsky, fundador de The Hand Drawn Map Association (www.handmaps.org), que ha reunido en el libroFrom here to there, mapas dibujados por artistas, personajes célebres y gente corriente, ya que la colección de la asociación se mantiene abierta a las contribuciones de todo el que quiera enviarle un mapa.
La modernidad nace al fragmentar la realidad para representarla
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"La modernidad nace con los mapas, porque nos permiten fragmentar la realidad y representarla en forma de tablas, pero la lógica de la globalización pide reconsiderar la tierra por lo que realmente es: un globo. Internet ha anulado los conceptos de espacio y tiempo importados de la física clásica. Estas coordenadas ya no consiguen explicar el funcionamiento de nuestro mundo", afirma Franco Farinelli, el máximo geógrafo italiano, autor de ensayos clave para la comprensión de la representación del mundo como La crisis de la razón cartográfica o La invención de la Tierra. Convencido de que la geografía constituye la forma arquetípica del saber occidental y que, como tal, contiene la semilla del pensamiento futuro, Farinelli está desarrollando nuevos modelos cartográficos que tienen en cuenta tanto la realidad contemporánea como la necesidad de mapas que seguimos teniendo para organizar nuestras vidas. "Estamos acostumbrados a pensar que nuestra identidad depende de los confines a pesar de que en el espacio globalizado ya no existen. Hay que volver a pensar en el lugar, entendido como porción única y portadora de cualidades no intercambiables", afirmó Farinelli, en su intervención en el Trendwatching Festival de Capri, un encuentro cuyo objetivo es interpretar los signos que anticipan cambios relevantes en los estilos de vida e identificar las actitudes innovadoras antes de que se conviertan en fenómenos de masas.
Según Farinelli, para llegar a construir nuevas representaciones del mundo hay que repensar la cartografía a partir de nosotros mismos. "Kant, que antes de filósofo era geógrafo, escribió que lo importante no es conocer la geografía que se ve, sino el mapa del espacio oscuro de la mente". Es lo que hace Shane Watt, un artista de Montreal, que se dedica a cartografiar el mundo de una forma absolutamente personal. Sus mapas, de formas orgánicas y referencias oníricas, son descripciones simbólicas, que combinan elementos geográficos con emociones, recuerdos y canciones. Así, Portville es el mapa creado a partir de las letras de las canciones de Creedence Clearwater Revival, Empatheia está formado por fragmentos de 23 ciudades distintas y Minimicro oculta mensajes secretos que hay que buscar con lupa.
"Todos mis mapas contribuyen a crear el universo ficticio de Loyala", cuenta Watt, que recientemente ha expuesto sus mapas de Nueva York en la exposición, You are here? Mapping the psychogeography of New York City, organizada por la Pratt Manhattan Gallery. Asombra de cuántas formas diferentes se puede cartografiar la misma ciudad: desde el perfil tridimensional de Manhattan con gelatinas de fruta de Liz Hickok hasta el Plano de la Felicidad de Jane Hammond, pasando por el mapa culinario de Kalman & Meyerowitz, la topografía olfativa de Nicola Twilley y el mapa tallado en un panal de miel por las abejas de Liz Scranton.
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