Cuando miramos a alguien por primera vez la mayoría echamos un primer vistazo hacia la zona central de la cara y un poco por debajo de la altura de los ojos, según determina este estudio.
Es algo que hacemos de forma automática, sin darnos cuenta.
Se trata de un vistazo muy breve -250 milisegundos- que aparentemente no está dirigido a ningún lugar concreto y que normalmente hacemos sin darnos cuenta. Pero en realidad durante ese instante el cerebro está haciendo sofisticados cálculos para preparar los movimientos oculares siguientes necesarios para asegurar la máxima precisión en tareas evolutivamente importantes como huir, pelear o procrear.Es evidente lo que subyace a ese sentimiento.
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