
La presión competitiva no viene únicamente del hecho de no contar con competidores, sino también de la no vinculación con los resultados: el problema que para una empresa puede significar un importante perjuicio económico, no pasa de resultar como mucho en un memo o un cambio de asignación. Los presupuestos y la forma de asignarlos resultan también en problemas: lo que en la empresa privada es un interés permanente por la optimización y el ahorro que fuerzan a la creatividad, en las instituciones públicas se convierte en algunas ocasiones en un presupuesto que hay que gastar sin más, haciendo en muchas ocasiones las delicias de las empresas de tecnología. Actitudes, seguramente, muy arraigadas y embebidas en la propia naturaleza de la función pública, que seguramente cuesta muchísimo evitar.
fuente: Enrique Dans
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