Para muchas personas resulta evidente que el consumismo presenta, como estilo de vida, un riesgo a la salud del planeta y el individuo. Pese a esto, son pocos los grupos que se han logrado organizar para oponerse a las grandes corporaciones y transmitir una ideología alternativa. Uno de los más reconocidos es sin duda Adbusters, la revista dedicada a a hacer parodias del mundo de la publicidad y las corporaciones con un mensaje crítico.
El líder de esta organización sin fin de lucro es Kalle Lasne, nacido en Estonia pero encuartelado en Vancouver, ciudad caracterizada por su liberalidad y desde donde se lanza la provocación global –como la de su más reciente manifiesto: “Buy Nothing Christmas” (No compre nada en Navidad).
Lasn mantiene que el estilo de vida que promueve la publicidad es insostenible: “Mientras nuestro planeta se calienta más, mientras los animales se extinguen, mientras los humanos se enferman, mientras las economías son rescatadas y nuestros políticos se vuelven cada vez más siniestros”, los estadounidenses y todo el mundo se mantienen comprando como si nada, y aunque este exceso de consumo destruye al planeta, ir de compras es “nuestro solaz, nuestro sedativo: el consumismo es el opio de las masas”.
Lasn utiliza términos un tanto apocalípticos para describir lo que sucede. En entrevista con el New York Times amenaza que de “no romper con este hábito” entraremos en una “nueva edad oscura”. Y señala que aunque venga como un shock, es necesario “cambiar de paradigma”.
Como sucede con los grandes bancos que cometen arteras irregularidades pero tienen demasiado peso en la economía para ser procesados jurídicamente, la cadena de consumo es demasiado importante para la economía para que una amenaza seria sea tolerada, algo que hace pensar que Adbusters poco efecto real tiene. El gasto realizado por consumidores significa el 70% del producto interno bruto de Estados Unidos ; un cambio abrupto en los hábitos de consumo alteraría de sobremanera la economía, algo que resulta muy interesante pero más lejano aún.
Según el analista Marshal Cohen, del grupo NPD: “He visto que las personas o son compradores o no. Los compradores siguen comprando”. Cohen no nota ninguna tendencia significativa hacia una postura anti-consumo.
En más de dos décadas promoviendo memes en contra de las corporaciones, la campaña más exitosa lanzada por Lasne, sin duda fue Occupy Wall Street, la cual acuñó y convocó desde su revista, aunque ciertamente tomó su propia inercia y se convirtió en algo que supera a cualquier individuo. Para muchas personas Occupy Wall Steet es uno de los movimientos de protesta más interesantes de los últimos años y, sin embargo, también se puede argumentar que no son muchos los cambios significativos que ha podido lograr.
Lasne sin duda es una figura polémica. Para algunos un genio por haber “hackeado” la propia dinámica de comunicación de grandes marcas como Absolut o Camel para usarlas en su contra. (En un video un joven ve televisión en un sofá. Una voz grave dice “Tu sala de estancia es la fábrica. El producto que se está fabricando eres tú”. La cámara gira al cuello del joven revelando un código de barras. Esta es la tónica de la comunicación de Adbusters, como la de Greenpeace, bastante directa, a veces burda, pero bastante contundente). Para otros Lasne es solamente un “tonto útil” dentro del mismo sistema; y para otros más un antisemita (al parecer por su critica del estado de Israel y por supuestamente promover teorías de la conspiración).
Como revela el New York Times pese a sus críticas, Lasne no lleva a cabo una vida sustentable; tiene un auto que consume mucha gasolina, compra regalos de Navidad a su familia –aunque no tiene un iPhone, solamente un teléfono celular simple de generaciones pasadas.
Según Joseph Heath y Andrew Potter, autores del libro “Nations of Rebels”, Adbusters crea un mensaje confuso cuando pide que no compren cosas de marca pero pidiendo que compre productos de su propia marca. “Es obvio para todos que la rebelión cultural, del tipo ejemplificado por Adbusters, no es una amenaza al sistema”.
Una postura más moderada es la tomada por el profesor Haiven de la Universidad de Nueva York, quien aunque crítica a Adbusters, se alegra de que existan. ”Creo que la respuesta no es que deberían de estar haciendo las cosas de manera distinta sino que deberían de haber más alternativas allá fuera. No hay nada igual a a Adbusters”.
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