Apple, y sobre todo AT&T, deben estar de luto estos días, porque según cálculos solventes
han perdido un millón de iPhones. Que teniendo en cuenta que han vendido tres millones y pico de ellos, resulta que casi el 30% del total de los puestos en circulación ha desaparecido; no están conectados a la red de AT&T, donde deberían. Hay quien cree que
están escondidos en alguna parte de la cadena de montaje-distribución, lo cual hablaría mal de los esfuerzos comerciales de ambas empresas. Pero hay quien se figura que esos iPhones en realidad no están desaparecidos más que de la red de AT&T; que se han fugado, vaya. Y el caso es que podría ser, porque los 'candados tecnológicos' que los atan fueron rotos muy pronto. Si han perdido un millón de iPhones, las peregrinas ideas de ambas empresas respecto a la comercialización de un producto tan demandado quedarían al descubierto. En la práctica, los iPhones perdidos estarían demostrando que
atar un teléfono a una red única puede parecer
muy buena idea para las empresas, pero es una pésima idea desde el punto de vista del consumidor. Tan mala, que el consumidor
lucha con las armas a su disposición: armas que las compañías llaman 'piratería'.
En efecto, las empresas no sólo quieren vender sus productos, sino que quieren controlar de qué modo los usamos después de haberlos pagado. Para ello recurren a todo tipo de candados tecnológicos, que luego consiguen que las leyes declaren inviolables. Pero inviolables no lo son, por una sencilla cuestión de números: por cada programador o diseñador de circuitos que empresas como Apple o AT&T tengan en nómina fabricando candados,
fuera hay 10 deseando reventarlos. Y como no hay ni candados ni policías suficientes, al final la gente hace de su capa un sayo y termina utilizando los productos que ha comprado como desea. En este caso, liberando iPhones y usándolos en las redes que cada propietario considera conveniente. Para colmo, la cosa va a peor; las últimas noticias indican que
la 'clave maestra' de instalación de los iPhone se ha filtrado, lo cual facilitará el trabajo de los reventadores aficionados de candados. ¿Cuándo aprenderán las empresas que cerrar no es el camino, que los consumidores queremos libertad?
fuente: retiario
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