¿Ha pensado alguna vez que la gente del departamento de informática de su empresa son zombis y nunca se ha atrevido a preguntárselo? Salga de la duda que le corroe, se alimenta de sus vísceras, le hace caminar arrastrando los pies y le impide comunicarse normalmente con ellos. Un grupo de investigadores está trabajando en un escáner biométrico capaz de diferenciar entre carne viva y muerta. No. Los ingenieros no se han vuelto locos. El escáner de huella dactilar tiene una utilidad más allá de detectar zombis.
Este tipo de seguridad está considerado como uno de los métodos más fiables y sencillos del mundo. Pero en los robos más salvajes los delincuentes optan por llevarse el dedo de la persona autorizada por el escáner biométrico sin el resto del cuerpo que lo acompaña. Para evitar este tipo de macabros sucesos, la compañía alemana Dermalog, especializada en sistemas de identificación, ha ideado un escáner que detecta si el dedo propietario de la huella está aún vivo o muerto.
Lo último para muertos vivientes
El funcionamiento del sistema se basa en la forma en la que el tejido con vida se aclara cuando la sangre es desplazada de los capilares. Según los investigadores, un dedo con vida absorbe la luz del sensor a 550 nanómetros en primer término y a 1.450 nanómetros cuando este está presionado sobre el sensor. Los dedos muertos, en cambio, no muestran esos cambios.
El funcionamiento del sistema se basa en la forma en la que el tejido con vida se aclara cuando la sangre es desplazada de los capilares. Según los investigadores, un dedo con vida absorbe la luz del sensor a 550 nanómetros en primer término y a 1.450 nanómetros cuando este está presionado sobre el sensor. Los dedos muertos, en cambio, no muestran esos cambios.
Los investigadores trabajan para incorporar su técnica a futuros escáneres. Si lo hubieran logrado hace tiempo, los atontados protagonistas de Shaun of the Dead hubieran detectado el apocalipsis zombi mucho antes. El actor principal de The walking dead, por otro lado, no necesitó de ningún artilugio tecnológico para darse cuenta mientras se escondía en el tanque.
publico / Blanca Salvatierra
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